Por José Luis Vázquez Ceja
El gobernador Marcos Covarrubias en su discurso de toma de posesión mencionó al menos en dos ocasiones al Humanismo como un signo distintivo de su gobierno pero no mencionó a la cultura, quizá por considerar que ésta está implícita en el primero. Enhorabuena, sería el primer gobierno del siglo XX y lo que va del XXI con un perfil humanista, quizá lo fue el de Francisco J. Mújica por las aportaciones que hizo al desarrollo cultural y artístico, educativo y social en el entonces territorio de Baja California Sur. También cabe anotar que en los discursos de toma de posesión de los cuatro alcaldes y la alcaldesa de La Paz, la cultura tampoco mereció mención alguna.
¿Por qué es importante la cultura en los discursos políticos?
Por qué la cultura y política son primas hermanas, nacieron como gemelas, inseparables. La política es nada menos que la representación misma de los buenos modales, la cortesana, la diplomática, la de decir y hacer bien las cosas, la de servir, la de procurar el bien, pero, todo ello, le resulta imposible de llevar a cabo si se aleja o se olvida de su prima hermana: la cultura. También vale mencionar que cuando la política o quienes la ejercen se apartan de su función esencial, desde la antiguedad hasta fecha, la cultura, invariablemente, a través de sus múltiples expresiones, siempre ha dejado testimonios de tales desviaciones o atrocidades y sin temor alguno sigue luchando por mantenerla en el quehacer digno y noble que ambas tienen como destino en beneficio de la Humanidad.
En un sentido amplio, podemos decir que la cultura es lo que nos identifica, lo que nos permite ser, lo que nos permite darle sentido a nuestras vidas, tanto en lo individual como en lo social. En todo ello, como podemos percibir, está implícita la política. Y, más, cuando la cultura es reconocida como un derecho humano que hay que exigir todos los días, desde todos los ámbitos y desde todas las posiciones y acciones que haya lugar.
La cultura un derecho humano
Este es un ejemplo claro de cómo la política y la cultura van de la mano, son inseparables: una, como un derecho y la otra, como la voluntad para la creación de instituciones y dependencias para darle cumplimiento a la primera. Nuestras Constituciones, tanto Federal como Estatal, en sus artículos Tercero y Décimo Noveno, respectivamente, tienen a la cultura como un derecho elemental e inherente a la persona humana, como un sistema para arraigar , estimular, fortalecer y difundir nuestra cultura, valores y tradiciones. Lo cual, obviamente, como ya se indicó, se constituye en una política obligada para el Estado, el cual crea a su vez las instituciones y los mecanismos para cumplir con tal responsabilidad, como son CONACULTA, INBA, INAH, Institutos de Cultura, entre otras instituciones y dependencias.
La cultura en el derecho internacional
El derecho internacional surge como una necesidad necesaria para respaldar el derecho inherente de los pueblos a su cultura y a la cultura universal. Nuestro país desde siempre ha sido un promotor incansable de la cultura como un derecho humano, aún cuando desde los años 90 esta voluntad política ha venido a la baja, ello no exenta a nuestro país de los compromisos, responsabilidades y obligaciones que tiene a nivel internacional desde 1948, cuando se firmó la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, donde en su artículo XIII dispone que “toda persona tiene el derecho de participar en la vida cultural...gozar de las artes y disfrutar de los beneficios que resulten de los progresos intelectuales y descubrimientos científicos…” Vendría después su pertenencia a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), la suscripción del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, la Declaración de México sobre Políticas Culturales (1982) y la participación de nuestro país en la Convención sobre la Diversidad de las Expresiones Culturales aprobada en la ciudad de París en el 2005.
En suma, tanto la Constitución Federal y la Estatal como el Derecho Internacional constituyen sin condición alguna el marco de referencia para insertar el derecho a la cultura como una obligación y una responsabilidad permanente del Estado y no sólo como una decisión de quien en un momento dado ostenta el poder, trátese de gobernador, alcaldes y alcaldesa.
Sudcalifornia en la Cultura Universal
Con el legendario nombre de Californe, nuestra tierra ha estado incorporada a la cultura universal desde 778, año en que Carlomagno sufre su única derrota en el paso de Roncesvalles (garganta de los Pirineos, Navarra), en la cual muere su fiel escudero Rolando. La gesta quedó recogida en la famosa y popular Canción de Rolando, que después Garci Ordoñez de Montalvo recoge en su famosa novela de caballería las Sergas de Esplandian, que ha sido fuente de inspiración, aventuras y conquistas desde Cristóbal Colón hasta nuestros días, con puestas en escena como Californe.
Lo atrayente de la California peninsular es que desde sus orígenes ha estado ligada al conocimiento y a la cultura universal. Es un ente universal que no sólo es de los sudcalifornianos sino de todo el mundo. En cada una de sus etapas se han entrelazado dos componentes: los que la han poblado y los estudiosos que la han colocado en el ámbito mundial. Un dato que ilustra la importancia de esta tierra en la cultura universal nos lo da el doctor Miguel León Portilla y la arqueóloga María del Carmen Casado. El doctor León Portilla, en su libro, La California Mexicana, hace referencia a que la investigadora Ellen Catherine Barret ha logrado reunir más de cinco mil títulos, en la mayoría de las lenguas, sobre Baja California, entre los años que van del 1535 a 1964. Sólo en el tema de arte rupestre, la arqueóloga Casado ha registrado un millar de títulos y la región sobre la que más se ha escrito y publicado es Baja California Sur.
Las referencias del doctor León Portilla y de la arqueóloga Casado son más que sorprendentes, en cuanto al interés que hay en todos los ámbitos del conocimiento y la cultura universal sobre la California Mexicana. Seguramente que esos 6 mil títulos publicados entre 1535 y 1970, sobre el pasado y el presente de Baja California Sur, ya han sido rebasados en grandes porcentajes, lo que viene a demostrar el gran interés que continúa existiendo en los bienes naturales y culturales de Sudcalifornia.
Sudcalifornia, la entidad con más bienes de Patrimonio Mundial
Baja California Sur, con la declaratoria de la UNESCO de Bienes de Patrimonio Mundial del Santuario de las Ballenas de El Vizcaíno y las Pinturas Rupestres de la Sierra de San Francisco, en 1993; y, las Islas y Áreas Protegidas del Golfo de California, en el 2005, se coloca, después de la Ciudad de México, en el primer lugar, respecto a las 16 entidades que suman los 27 Bienes de Patrimonio Mundial de México.
En el ámbito del continente Americano, México con 27 Bienes de Patrimonio Mundial ocupa el primer lugar dentro de la lista de 33 países con 102 Bienes de Patrimonio Mundial. Mientras que en el concierto internacional, ocupa el sexto lugar dentro del gran listado de 140 países con un total de 758 Bienes.
Estos Bienes son la presencia más noble y sólida no sólo de Baja california Sur sino de México. Son esto Bienes los que mejor nos representan, tanto por su significado extraordinario como por su valor excepcional. En estos bienes tanto naturales como culturales de Patrimonio Mundial no sólo está la presencia del pasado sino especialmente nuestro presente y nuestro futuro.
Las misiones jesuíticas, identidad y orgullo de Sudcalifornia.
La Sudcalifornia que por más de 150 años retó y venció a los más audaces y prestigiados explotadores como a Fortún Jiménez, Hernán Cortes, Sebastián Vizcaíno, Juan Rodríguez Cabrillo y famosos piratas como Francis Drake y Thomas Cavendish, hacía el 1697, finalmente cede ante la presencia de los Compañeros de Jesús, los jesuitas, que a fuerza de la fe, la pasión, la disciplina, el humanismo y la ciencia, lograron construir en escasos 70 años (1697-1767), antes de ser expulsados por Carlos III, una red de 17 misiones, que fueron andando el tiempo origen de nuestros pueblos y ranchos, de senderos, rutas y caminos, de alimentos, bebidas y provisiones, de cantos y tradiciones.
Nuestro reto cultural es conservarlas y realizar los estudios que correspondan para inscribirlas en la Lista Indicativa de la UNESCO para que sean declaradas Patrimonio de la Humanidad, así como fueron declaradas sus hermanas, las misiones jesuitas de Chiquitos, en Bolivia, o, como lo fueron declaradas las franciscanas de Sierra Gorda en Querétaro, muchos más recientes (1744-1762) que las nuestras.
Nuestro gran reto
La cultura en nuestro país aporta casi el 7% del PIB –no disponemos de datos para estimar lo correspondiente en BCS- y en el mundo, como ya anotamos, nos encontramos en el sexto lugar, según datos de la UNESCO. Es importante destacar la atracción y la influencia que la cultura tiene sobre el turismo, España y Francia dan muestra de ello, como actividad económica. Las propias autoridades de turismo reconocen que “todo desplazamiento turístico tiene una implicación cultural: sin cultura no se explica el turismo”.
Nuestro reto no es sólo mantener a salvo nuestros bienes naturales y culturales sino definir el modelo de desarrollo que queremos para nuestro estado. Uno, donde los bienes naturales y culturales sirvan de plataforma para un desarrollo turístico sostenible y dos, donde la venta de tierra y playas no sólo sigan atrayendo grandes capitales y corporaciones inmobiliarias sino la evidente participación de extranjeros en amplios ámbitos de la vida política, social, económica y cultural, y obviamente, la dependencia y pérdida de identidad como uno de los mayores problemas a resolver en un futuro inmediato.
Conclusión
La cultura, aún cuando es la que menos recursos recibe de la Federación, del estado y los municipios, en la actualidad está aportando casi el 7% del Producto Interno Bruto. Pese a que es una frase que repetimos mucho, creo buen vale volver a insistir: En la cultura no se gasta sino se invierte en el futuro. Los retos culturales son enormes, los que seguramente, más pronto que tarde, serán superados con el talento, la inteligencia y la imaginación de todos los sudcalifornianos. En próximo artículos estaré dando los componentes generales y específicos para la propuesta hacia una política integral y participativa de la cultura en Sudcalifornia.
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