CALIFORNIA DEL SUR.-Con puntualidad gringa y desparpajo latino, abrumadoramente mexicano, la nueva marcha dominical de (in)migrantes partió en punto de las dos de la tarde del Balboa Park, bajó por la Sexta hacia Broadway, para luego tomar Pacific Highway hasta el Civic Center de San Diego, “the americas finest city,” y también una de las más conservadoras.
Era, literalmente, un verdadero Sunday, un día de sol, después del temporal que azotó el sur de California los primeros días de este gélido abril, ahora recalentado por el paso de una multitud que seguramente hubiera rebasado la capacidad del Petco Park, la casa de los Padres, que, oh coincidencia, celebraba su Mexican Day, obsequiando por cada boleto comprado, playeras con la imagen del oaxaqueño Vinny Castilla..
Decenas de miles que, ante el azoro de los WASP y las fuerzas del orden, avanzaban coreando el ya clásico “Sí se puede”, retomado del ambiente futbolero, con las banderas del águila y la serpiente y la virgen de Guadalupe, y la de las barras y las estrellas entrelazadas, dominando el abigarrado panorama también salpicado por otros colores patrios de Centro y Sudamérica, e incluso algunos europeos
Los marchistas habían evidentemente atendido las sugerencias de algunos líderes de opinión y de grupos como Somos Raza, Mecha y Angeles de la Frontera, en el sentido de enviar un mensaje al pueblo estadounidense enarbolando la bandera del país al que aspiran pertenecer con todas las de la Ley, mientras el debate permanece entrampado en el Congreso.
Y entre el espectáculo de las banderas, las consignas a grito abierto(“El pueblo organizado, jamás será deportado”, “Aquí estamos y no nos vamos”), el silencioso lenguaje de loss carteles, mantas y pancartas:”Trabajar no es un crimen”.
Una sentencia con la que están de acuerdo más ciudadanos gringos, de todos lo colores, de los que nuestra recelosa mexicanidad pudiera imaginar.
Tal es el caso de la rubia Laurie, quien ha venido a unirse a los migrantes de la mano de uno de ellos, su marido, el señor Abel Galván, originario de Guanajuato, un abogado con veinte años de residencia en el condado.
“Todos juntos somos AMERICA”, dice un cartel que orgullosa muestra una señora de ojos azules y blanca cabellera.
En el acto frente al Civic Center, no hay discursos, sino más consignas sobre consignas. “Dignity, respect and hope”, se lee en una gran manta sobre la improvisada tribuna. Otra más:”We are not the problem. We are part of the solution”. El maestro de ceremonias, recuerda a “todos nuestros hermanos y hermanas muertos en la frontera, en las carreteras”, y pide para “todos nuestros compañeros caídos en la lucha por la dignidad humana, para los estudiantes que se han sumado al movimiento”, un minuto de aplausos.
Con la ovación resurge el grito de “Sí se puede”.
“¿Sí se puede?, le pregunto en español a uno de los policías blancos apostado a un lado de la patrulla.
“No entiende”, responde James Katt, “no habla español”. Le traduzco la frase y entonces se da tiempo para comentar antes de ir en auxilio de una jovencita que se ha desmayado junto a la patrulla: “Oh, claro que si quieres, puedes. Eso lo sabemos muy bien aquí, por eso es grande América”.
RUMBO A LOS ANGELES
AL día siguiente tomamos la ruta del freeway 5 hacia la Antigua Villa de Nuestra Señora de los Angeles, hoy simplemente LA, El Ei (una ciudad “cuya única aportación cultural es la vuelta a la derecha con el semáforo en rojo”, según Woddy Allen).
A las seis de la tarde está anunciada una nueva concentración, un nuevo capitulo de este movimiento que está empezando a recordar las luchas por los derechos civiles de los años sesenta.
La cita es en la emblemática Plaza Olvera, a unas cuantas cuadras del City Hall, frontera entre el East y el West angelino. Desde temprano la paranoia imperial se ha dejado ver en los helicópteros de la hollywoodesca LAPD que sobrevuelan el área. Fresca en la memoria, una fecha ya histórica: 25 de Marzo.
A la entrada a la plaza un gran mural en honor a la “Reina de México y Emperatriz de América”, la Guadalupana, y una sobrecogedora interrogante: “ ¿No estoy yo aquí que soy tu madre?”.
La reivindicación histórica contenida entre signos de interrogación, se complementa con la contundencia afirmativa de de la pancarta vanguardista :”ESTA ES MI TIERRA. ESTA ES MI LUCHA”.
La concentración popular, aunque sorpresivamente mucho menor que la de San Diego- quizás por ser lunes, día laboral-, tiene sin embargo una más rica variedad de matices reflejo del cosmopolitismo de la segunda ciudad más grande de los Estados Unidos.
Lo que no cambia es el grito de batalla, el “Sí se puede”, que ya lo corean con su acento quebrado hasta los anglos de las más diversas filiaciones políticas y religiosas que han venido a sumarse a este movimiento sorteando los puestos de fritangas(hot dogs con jalapeños, tamales, tacos, tortas), algodones dulces, mangos con chile…
Como Viara, una señora cincuentona, nativa de LA, propietaria de la Revolution Library, y afiliada desde hace 25 años al Partido Comunista Americano, que dirige Bob Aviankan, cuyas publicaciones ha venido a vender su correligionaria.
“Queremos sobre todo denunciar al fundamentalismo cristiano del fascista Bush”, afirma Viara extendiéndome- a cambio de tres dólares- un folleto con dos textos de Aviankan: LA Guerra Civil que se perfila, y La repolarización para la Revolución en la Epoca Actual.
Otro cristiano, pero de muy distinto signo al denunciado por la comunista Viara, es Jay, quien ha venido desde San Francisco con un mensaje urgente:”El mundo no puede esperar. Tenemos que sacar a Bush y a los fascistas del poder. No queremos su infierno. Esto tiene que ser parte de un movimiento más grande, de un gran cambio en los EU y el mundo”.
Están también los seguidores del demócrata Lyndon LaRouche, autodenominado heredero del legado del Franklin Roosvelt, uno de los más acérrimos enemigos políticos de Bush a quien culpa de llevar al país a la bancarrota moral y económica. Y al parecer son ellos los principales afectados por esta crisis pues sus voceros-entre ellos una pochita chilanga- no dejan de pedir, casi exigir(¡come on!!) dinero en efectivo para su causa.
SIN LIDERAZGOS
Quien parece ver los toros desde la barrera, es Salvador Sánchez, un salvadoreño con veinticinco años de residencia en esta urbe, egresado como maestro en Ciencias Políticas de los colegios comunitarios del condado.
“En los últimos diez años los latinos han ganado mucho poder político dentro del establishment y es triste ver que este posicionamiento no se ha reflejado en las comunidades que ellos representan. No hay agenda que proteja a la gente inmigrante aquí en California. No hay liderazgos. Tuvimos un gran momento el 25 de marzo, pero creo que el momento se perdió. Los latinos debemos ir más allá de las marchas, tenemos que hacer coaliciones. Veo muy pocos african americans, muy pocos asiáticos. Nada parecido a Nueva York, a Queens, por ejemplo, donde hay más de 50 nacionalidades bien coaligadas.
- ¿Y Villarraigoza?
-Villarraigoza hace lo que puede, pero debemos exigir más al alcalde de la segunda ciudad más importante de la nación. También al presidente de la Asamblea del Estado de California, Fabían Nuñez. Es importante estar en la calle pues los senadores van a regresar. Pero tenemos que estar conectados con otra agenda política que nos lleve a otro nivel de lucha.”
La marcha sería en corto, sólo unas cuantas cuadras sobre North Main hasta las calles de Alisos y Arcadia, entra las cuales, allá abajo, cruza al freeway 101. Y fue aquí donde se vivió uno de los momentos culminantes de la manifestación. La genteempezó a ondear las banderas sobre el puente, saludando la vertiginosa afluencia vehicular de la hora del crepúsculo, bajo la implacable observancia de un grueso contingente de motociclistas, patrullas, e infantería, que a distancia escuchaba impávido los claxonazos de los conductores que iban rumbo a North Hollywood o hacia el abismal South…
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