martes, 26 de agosto de 2008

DANIEL SADA EN LA PAZ









Lo conocí en el DF al despuntar los 80, una de esas tardes de tertulia literaria en la cafetería de la Gandhi. Me lo presentó el poeta veracruzano, José Luis Rivas(Tierra nativa, FCE 1986), con quien este escribidor había compartido departamento en Xola e Insurgentes(vecinos de la leonera de José Alonso e Isela Vega), una década atrás.
“Ustedes son paisanos”, dijo José Luis, tendiendo un puente afectivo que se extendería a través de los años y las distancias. El nuevo amigo se llamaba Daniel Sada, nativo de Mexicali, pero “criado” en Coahuila, la tierra de sus padres, y radicado desde su adolescencia en la Ciudad de México.
Daniel había sido becario del Centro Mexicanos de Escritores, y acababa de publicar su primera novela, Lampa vida(Premiá, 1982), con muy buena aceptación de la crítica. Se hablaba de un autor cuya principal coartada era la capacidad proteica de un lenguaje que nos revelaba una nueva geopoética enraizada en la tradición oral y el desierto del norte de México.
Hubo quienes advirtieron en Sada la influencia de dos cúspides: Joao Guimaraes Rosa y Lezama Lima.
A partir de esa tarde en la Gandhi empezamos a frecuentarnos. Sada vivía en un décimo piso de Plateros en un departamento sin muebles pero tapizado de libros, que por cierto le rentaba la gruñona poetisa Ulalume González e León, y era punto de encuentro de una abigarrada fauna literaria. En esta caótica biblioteca, saboreando una cuba con Sada, o un cafecito turco adquirido en el vecino mercado de Mixcoac, y entre partidas de ajedrez y guitarreadas con los boleros favoritos del anfitrión(“!Ay, cómo es cruel la incertidumbre!”), entré en contacto con poetas como el jalisciense Ricardo Castillo, quien acababa de dar el campanazo con su libro El pobrecito señor X(FCE 1982); la poetisa veracruzana Silvia Tomasa Rivera(Duelo de Espadas,UNAM 1986); el entonces joven y erudito escritor, Pablito Soler Frost, aún inédito; el poeta y crítico cinematográfico, Daniel González Dueñas, y algunos autores cercanos al grupo de la revista Vuelta, la de Octavio Paz.
Entre los amigos sudcalifornianos que alguna vez me acompañaron a visitar a Sada, recuerdo muy particularmente, a Carlos Moyrón Benton, el Caregallo, quien impactó al novelista in progress con su peculiar sentido del humor.
DE hinojos en la alfombra o sentado en un promontorio de libros, Sada acostumbraba a leernos sus trabajos inéditos, que a la vuelta de los años lo convertirían en uno de los más destacados representantes de la nueva narrativa mexicana, y en un autor que, según Carlos Fuentes- quien presentó la obra de Sada, en España-, no tardaría en causar conmoción en el ámbito internacional.
Al concluir una de esas lecturas, el futuro Premio Villaurrutia (el de escritores para escritores), le preguntó al Caregallo, de cuerpo y barba presentes, qué le parecía la historia de Miroslava, la de Juguete de Nadie, y Carlos le respondió en ese tono que conguja sarcasmo y estulticia; “Puta, qué abstracto es usted, compita!!”.
Daniel soltó una carcajada, se frotó las manos alborozado e invitó otra
Cuba con Sada. Nadie sabe para quién trabaja. Una vez concluido y publicado el relato, advertí que el mozuelo enamorado de la puta de Miroslava hablaba en un tono ciertamente, diría Fox, “caregallesco”.
Aparte de las lecturas de sus textos inéditos, Daniel, narrador nato, tenía la costumbre de platicar sus proyectos literarios. Uno de ellos era sobre la vida de unas gemelas huérfanas y solteronas, nativas de uno de esos pueblos del desierto de Coahuila de nombres raros, Charcos de Risa o Nadadores, que eran tan dos en una que no solamente compartían los sueños y las pesadillas, sino hasta el ingenuo rancherote que una de ellas se había ligado en un baile en casa de la tía que las había acogido luego de la trágica muerte de sus padres.
La historia de las hermanas Gamal apareció a finales de los ochenta bajo el título de Una de dos(JM, 1989). El mismo que conservó la coproducción cinematográfica de Conaculta y Salvador de la Fuente, dirigida por Marcel Sisniega, estrenada hace dos años con muy buen éxito de crítica.
Toda esta historia de mi entrañable amistad con Sada se la tuve que contar al amigo que me acompañó a ver la película basada en la novela de Daniel,
mientras bien surtidos de frappuchinos, palomitas, pipitorias, hot dogs y un bagui clásico(manchego), nos dirigíamos a la función de las 21 30, en la sala 10 del cinépolis paceño , y nos adentrábamos en la penumbra de un pasillo que desembocaba a orillas de la monumental pantalla que ya corría las primeras imágenes de Una de dos.
Siempre era incómodo entrar a un recinto por el proscenio, toparse, encandilado, a ciegas, con la mirada de los espectadores ya acostumbrados a la oscuridad. Pero nos esperaba lo impredecible: la inquietante visión de una sala totalmente vacía.


A partir de “Una de dos”, la primera de sus obras publicada por una editorial española, la proyección literaria de Sada fue in crescendo al ritmo que su prosa era traducida a las principales lenguas europeas. Como decíamos líneas arriba, Carlos Fuentes lo presentó en Madrid como “toda una revelación mundial”; y Sada respondió con un libro monumental de más de 600 páginas: “Porque parece mentira la verdad nunca se sabe”(una frase escuchada en la central camionera de Culiacán), donde, como bien dijo el poeta Leonardo Varela en su artículo de ayer en estas mismas páginas, ” las convenciones del discurso literario actual y las modas se pulverizan para dar paso a una especie de retrovanguardia sustentada en el uso de un lenguaje barroco, entre arcaico y poético, surrealista y castizo, hiperculto y popular, del cual forman sustrato esencial los giros lingüísticos derivados del habla popular norteña, reservorio inagotable de maravillas imaginarias que nos heredaron nuestros tatarabuelos descendientes de misioneros, soldados, filibusteros y santos”.
Y quienes pensaban que luego de este derroche de talento el tintero del poeta mexicalense había quedado vacío, fueron sorprendidos con otras dos novelas no menos densas aunque de menos páginas: Luces artificiales(Joaquín Mortiz) y Ritmo Delta(Planeta). Además del poemario El amor es cobrizo(Ediciones Sin Nombre), su más reciente producto editorial.
Esta fecunda trayectoria ubica a Daniel Sada como uno de los escritores mexicanos contemporáneos más reconocidos dentro y fuera de México, al lado de otros narradores norteños como David Toscana, Elmer Mendoza, Eduardo Antonio Parra, y de divos altiplanenses como Juan Villoro y Jorge Volpi, entre otros.
Al filo del mediodía de este viernes 30 de septiembre, Sada(en su segunda visita a La Paz luego de su participación en la primera versión de Lunas de Octubre, el año pasado) y los escritores Armando Alanís, Eduardo Montagner y Jaime Meza, estarán aterrizando en el Márquez de León procedentes del DF, listos para la cita que hoy a las ocho de la noche, en el salón de un hotel maleconero, tienen con el público portilusino aficionado a la literatura.
Vienen a presentar Ritmo Delta, la más reciente obra narrativa de DS, bajo el sello de Planeta. El evento es una iniciativa del Grupo Cultural Puerto en coordinación con la Dirección de Cultura Municipal.
CASA DE CITAS.- “Por un Puerto de ilusiones y realidades culturales”. Apuntes de Campaña.

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