viernes, 29 de agosto de 2008

ARTICULISTA INVITADO: JESUS REYES HEROLES

REFORMA 27 de agosto 2008.

LA IMPUNIDAD NOS AHOGA

Lo evidente

Federico Reyes Heroles

Pareciera que México se guía a sí mismo más por necias ideologías que por realidades. No es una cuestión de un partido o el otro, sino un padecimiento generalizado. Los principios escasean. La falta de respeto por la ley no es exclusiva de verdes, o azules, o amarillos o naranjas, es de todos. No afecta sólo a los gobernantes, también a los gobernados; no toca de manera aislada a los sindicatos y sus líderes, abraza también a los patrones; no excluye a las iglesias y a sus feligreses. Las excepciones son eso, excepciones. Esas pesadas ideologías eslabonan entelequias que nos impiden resolver los problemas terrenales que tenemos frente a nosotros.De allí la desesperación porque pasan las décadas y ni siquiera discutimos los asuntos. Un ejemplo: la pobreza del agro mexicano, la descapitalización, la necesidad de cambiar de cultivos e incrementar tecnologías. Más tecnologías y menos ideologías, lanza Felipe González con frecuencia para referirse a un síndrome de América Latina. En cuanto aparece la discusión del agro de inmediato se dice que se trata de acabar con el ejido, sacra institución que debe permanecer intocada, aunque en lo general provoque empobrecimiento y miseria. Lo primero sería aceptar nuestras vocaciones naturales que no necesariamente pasan por el maíz. Lo segundo sería impulsar esas vocaciones —forestal, frutas y legumbres, lo que se deriva de nuestra biodiversidad— para así sacar al agro de su atraso. Propiedad social y privada pero en un rumbo correcto. Pero si el propósito central es imponer el maíz, entonces nunca encontraremos una solución.La empresa para fines prácticos está quebrada. Se llama Pemex. Está quebrada porque le quitamos más del 60% de sus utilidades. Ninguna empresa sobrevive con un gravamen así. Por supuesto que también hay problemas muy serios de ineficiencia y corrupción, pero lo insalvable es esa condición de estrangulamiento. ¿Por qué le quitamos esos ríos de dinero? Una razón: porque no cobramos suficientes impuestos. Es la vía fácil, colgarse de la ubre de los recursos petroleros. Pero nos llegó el agua al cuello. De dónde sacamos el dinero para la exploración que hemos dejado de hacer, o para las refinerías que necesitamos o para un mejor mantenimiento. Hay de dos, si nos ofuscamos con la ideología de la pureza estatal, entonces habrá que cobrar más impuestos o recortar programas sociales. La otra es dejarle poco a poco más recursos y atraer capitales a áreas sin riesgo de perdida de control. Reacción: lo que quieren es entregar el petróleo a “los gringos”.Nadando entre marejadas de ideología devenimos lentamente en un país incapaz de aceptar lo obvio, de resolver problemas concretos. Otro ejemplo, México necesita recaudar más, mucho más, el doble quizá. Damos vuelta como reses alrededor de un puñado de impuestos tratando de gravar más a los cautivos, pero no encaramos el hecho de que uno de cada dos causantes potenciales no paga impuestos. También dejamos en el olvido que el impuesto madre de muchos países, el predial, en México sólo recauda el 0.2% del PIB, cuando el promedio de los países de la OCDE oscila alrededor del 5%. Después nos preguntamos ¿por qué no nos salen las cuentas? Se propone el impuesto al salmón como artículo de lujo, pero poco hacemos contra la evasión y la elusión. Del predial ni hablamos. Por cierto predial y reelección de presidentes van de la mano.Enredados en etéreas cosmovisiones, somos cada vez más incapaces de alterar el curso de las cosas, eso se llama desgobierno y no viene sólo del Ejecutivo Federal. Se pierden cientos de miles de hectáreas de bosques y selvas. La cifra oscila de manera increíble entre 200,000 a 600,000 cada año. Impotentes ante la destrucción, eso sí, salimos a plantar cada año cientos de millones de árboles muy pequeños a los cuales no se les da el seguimiento debido. Lo primero sería detener la destrucción; lo segundo que la plantación fuera exitosa. Orden y concentración, sentido común parecieran estar en retirada.La exigencia social el jueves pasado fue clarísima. Seguridad, seguridad ya. El gran pacto incluye 74 acciones, algunas sin duda relevantes y de las cuales hemos escuchado en varias ocasiones: depuración de cuerpos policíacos, acciones de inteligencia, nuevos centros de readaptación social, instrumentos de denuncia anónima y un largo etcétera. La única novedad es el observatorio ciudadano que podría darle seguimiento a las políticas adoptadas. Pero establecer 74 acciones es perder el sentido de prioridad, de orden en la discusión. Por supuesto que el problema es complejo, pero también es cierto que el análisis muestra como responsable del origen de la podredumbre al mismo actor institucional. De nuevo: lo que nos ahoga es la impunidad. Sólo siete de cada mil delitos tiene alguna consecuencia jurídica.Capacitar policías es importante, pero lo que propicia la altísima rentabilidad del crimen es que las instancias de investigación, los ministerios públicos y las mal llamadas policías judiciales son parte de la delincuencia. Por eso los ciudadanos no denuncian, por eso las poquísimas denuncias que se presentan rara vez tienen consecuencias. El diseño institucional es perverso. Se necesita revisar el artículo 21 constitucional y dar a los ministerios públicos un estatuto diferente. La CNDH se ha manifestado en el mismo sentido. Se necesita ampliar y facilitar la impugnación por el no ejercicio o desistimiento de la acción penal. Se necesita investigar a los investigadores.Quedan 95 días. No perdamos concentración, ni tiempo. Encaremos lo evidente. Controles a los ministerios públicos y las policías judiciales. Es el primer paso.— México, D.F.

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