martes, 26 de agosto de 2008

RECUERDOS DE ITACA









Admiro a la gente que se quedó en su tierra para realizarse en lo personal y ser felizmente productiva.

Tengo amigos cercanos y conocidos que así lo hicieron y no se perdieron un solo crepúsculo ni un solo verano en las playas nativas, mientras otros andábamos buscando y apostando la vida en el fragor de la urbe, a veces a contracorriente de una civilización y una lengua extrañas.

Admiro y respeto profundamente a esa gente que supo ser profeta en su tierra y florecer junto con su familia, en contraste brutal con aquellos que también se se quedaron pero para sepultarse en vida, para escenificar el cotidiano drama de su aniquilamiento.

Miserias humanas que dejaron de luchar desde los años mozos. Que ni siquiera pueden decir que al menos lo intentaron y en ese intento lo dejaron todo.
Y por ahí deambulan, arrastrando su derrota sin pudor alguno, alimentándose de las desgracias y los errores ajenos. Husmeando en las vidas privadas y ajustando el mundo, la vida, a la medida de su patético encierro.


Cuando te los encuentras, no te preguntan dónde estuviste, qué viste, aprendiste, dejaste de aprender o escribiste. Te salpican con los chismes de su arrabal, de su rancho mental:”Dicen que dijeron que tú...” Buscan crucificarte con sus dardos envenenados.

Para ellos nunca te fuiste. Te ven y te juzgan desde su fosa común, a través de su inmovilidad, de la inercia de su caída, y te quieren arrastrar al charco de su amargura. Encerrarte en el corral de sus espantos, donde todo lo que hubieras podido realizar fuera de casa, algún pequeño triunfo, la simple hazaña de la sobrevivencia, haber sorteado un mayor riesgo que el cruzar todos los días la Isabel La Católica(Del Tucán al Palacio de Gobierno y al Congreso), pierde significado.

En el fondo son tu mejor estímulo: cualquier acierto tuyo los enferma, los destroza.

Cada vez que me topo con uno de estas esperpénticas criaturas, me asaltan los versos del célebre poema de Cavafis: Itaca, la provincia nativa de Ulises-Odiseo.


“Cuando emprendas el retorno a Itaca/ ruega que la jornada sea larga/llena de aventuras, plena de sabiduría/(...)No pierdas a Itaca de vista/ pues llegar allá es tu destino/ pero no apresures tus pasos/Es mejor que el viaje dure muchos años/ y tu nave atraque en la Isla cuando estés enriquecido /con todo lo aprendido en el camino/ No esperes que Itaca te ofrezca más riquezas/Itaca ya te dio un hermoso viaje/Sin Itaca jamás habrías partido/(...)Mas si al final de cuentas la encuentras pobre /Itaca nunca te engañó/ Ahora más sabio/con tantas experiencias adquiridas/ comprenderás lo que las ítacas sifnifican.”


CASA DE CITAS.” Esto es un mar abierto, Palinuro, a punto de robarte la mirada…” Bitácora de Malekón.




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