domingo, 24 de agosto de 2008

AÑO NUEVO EN LA HABANA




Al caer la primera noche del año, el Foro Antiimperialista, vecino de la Oficina de Negocios de Estados Unidos, en pleno malecón habanero, hizo un paréntesis en su frenesí musical, instrumentado desde temprana hora por jóvenes milicianos, y abrió paso a la leyenda viviente del otoñal patriarca.

Era el 47 aniversario de la Revolución Cubana y el cuasioctagenario Fidel Castro llegaba por su propio pie hasta el pedestal de la patria , esta vez ubicado fuera de la Plaza de la Revolución, reservada solamente para las grandes celebraciones en los años pares.
Una medida oficialmente considerada como parte del inveterado plan de austeridad, y no de carácter político, como piensan algunos “malvivientes” de la disidencia.
Como en los buenos tiempos del hombre del magnetismo arrollador, del líder revolucionario convertido en líder de opinión, maestro de la palabra como instrumento estratégico del cambio, Fidel tomó el micrófono para no soltarlo sino cuatro o cinco horas más tarde.
Pero la elocuencia de aquel pasado luminoso, épico, no acompañó el gesto ritual del comandante en este otro, ¿nuevo?, enero; seguramente uno de los últimos en la vida del caudillo del Asalto al Cuartel Moncada, héroe de la Sierra Maestra, y presidente vitalicio de la tierra de Martí y Maceo, de Mantequilla Nápoles y Lezama Lima..
¿Qué decía Fidel? No podía entenderle mas que palabras, frases o nombres aislados, de donde a duras penas lograba entresacar fragmentariamente el tema del discurso: un recuento de la lucha armada, anécdotas de algunas batallas culminantes, evocaciones de Camilo y del Che, el fulgor de la época heroica..
Me atrevo a comentar con quienes me rodean entre la multitud esta imposibilidad de seguir el hilo de las palabras del celebérrimo orador. Encuentro sonrisas, discretas, pero plenas, con toda la carga irónica acumulada por las nuevas generaciones formadas y deformadas por y en la Revolución.
“No se preocupe, señor-dice una voz baja pero firme y con el embriagador acento de las mujeres habaneras-, ya nadie le entiende, pero no impolta, lo sabemos de memoria”.
Al día siguiente, en la TV de la sala de la familia encabezada por Juanita Viera, quien me alquila una habitación de su departamento en un edificio del Vedado (frente al fastuoso Hotel Nacional), asisto azarosamente a la retrasmisión del discurso celebratorio.
Nadie en la casa le presta la menor atención. Ni los hijos de la señora Viera, dos de ellos funcionarios estatales, ni sus nietos, que acaban de llegar puntuales a la hora de la primer merienda del año: pavo, ensalada, y… moros y cristianos.. Soy el único espectador de Castro en esta casa y quizás en varias cuadras as la redonda, y, con todo respeto, tampoco en la pantalla chica se le entiende gran cosa al benemérito de Playa Girón. Así se lo hago saber a Juanita. “Son chocherías”, responde enarcando las cejas mi arrendadora, una de las nuevas pequeñas empresarias admitidas por el Estado a razón de un impuesto de unos 300 dólares mensuales.
No deja de sorprenderme la espontaneidad crítica de esta mujer que, de entrada, le había marcado el alto a la curiosidad de su nuevo inquilino mexicano.

“Mira-me había dicho al llegar esta mujer tan parecida en porte y hábito a una tía abuela muy querida-, de esto (el tema de Fidel y la Revolución) vamos a hablar ahora y nunca más”.
Y mirándome fijamente a los ojos con su mirada parcialmente velada (su ojo derecho cubierto por una nube), me contó en pocas pero impecables palabras su historia y su razón de ser.
Desde sus miserables días infantiles en una aldea llamada Amarillo y su traslado al lado de su madre soltera a La Habana, donde ejerció los más diversos oficios- “menos uno, el más antiguo”- como el de trabajadora doméstica en residencias donde conoció directamente los “horrores” de la oligarquía cubana.: señoras y señores decrépitos y corruptos; jóvenes drogadictos y homosexuales.
Lección de vida que la condujo a la militancia revolucionaria, a la guerrilla urbana que preparó el camino hacia el primero de enero de 1959, a la entrada triunfal de los barbudos de la Sierra Maestra, de los tres grandes, Fidel, Camilo, el Che, a la gran capital.
“Así que mira que yo soy fidelista porque yo le debo todo a Fidel, y a pesar de las desviaciones, ahí están los logros de la Revolución, y aquí estaremos, a mis ochenta y dos años, listos para la defensa de las conquistas revolucionarias, por si el Bush comete la locura de atacarnos… y ahora, venga aquí que le mostraré la casa…,.”

Al abrir la puerta de la habitación que me había alquilado en 30 pesos convertibles (CUC, un dólar por ochenta centavos) al día, o noche, según se vea, me aclaró:” Aquí no es como en los hoteles que no dejan pasar visitas. Aquí usted es libre de traer a quien quiera. Hombre o mujer, la que sea su preferencia sexual…”

.- Per/ombre, Juanita, acuérdese que soy mexicano, paisano de Negrete y de Infante(“Pero también de Juanga”, acota el Otro)- le digo un tanto desconcertado por la manera en que esta anciana ex combatiente cubana se atreve a poner en duda una virilidad emanada de la nacionalidad.

- Ya, ya- derrocha picardía la señora Viera-. Pero si necesita algo de eso, allá afuera sobran… Es contra nuestro principios, pero bueno…Los impuestos son altos, la necesidá....”

LA REVUELTA CIVICA

Y mientras Fidel sigue metido en su autismo patriarcal, en su monólogo maratónico e ininteligible, que ya muy pocos verdaderamente escuchan, y que convertido en Razón de Estado ha copado todos los espacios mediáticos y perseguido a los librepensadores,
una revuelta cívica – en la que participan muchos fidelistas como Juanita Viera-que no tardará en desbordar el cerco de una dictadura corroída por la “corrupción”: tema en boga del discurso oficial, y que incluye desde altos funcionarios venales u honestos pero “infieles”, hasta jefes policíacos aprendices de la mordida a la mexicana, hasta empleados de los hoteles de lujo que se roban las pacas de langosta, las carteras de huevo y el café, para llevarlos a las precarias despensas familiares y el resto venderlo en el mercado negro. .

La información que niega o manipula la prensa, escrita y electrónica, al servicio del poder totalitario, se multiplica en las calles capitalinas, rico muestrario de la cubanidad, de la sociedad de la última colonia española casi medio siglo después del triunfo de la Revolución.


-¿De quién es este prodigio?-le pregunto al altivo mulato de coletilla y aretito que custodia un deslumbrante Chevy 49, un taxi, en los alrededores del Hotel Riviera.

- De mi abuelito-responde en un acto reflejo.
- ¿Tu abuelito?
- Sí, nuestro abuelito Fidel…
- ¿El tuyo también?- me dirijo a una voluptuosa negrita de ojos azules que se acerca con la mirada clavada en los tenis del forastero, del yura.
- Mi abuelito, no,!mi bisabuelo!- grita llamando la atención de sus compañeros generacionales que portan el uniforme de la policía revolucionaria.
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BOLEREANDO EL LLANTO

Si anda usted urgido de apapacho, de que le endulcen el oído sin que se le alborote la glucosa, o simplemente para darle rienda suelta a la luriez, no deje de darse una vueltecita por la isla de los hombres sinceros donde se mece la palma: “Primer Territorio Libre de América”..
Aquí las mujeres- desde las más respetables matronas revolucionarias hasta las más desideologizadas jineteras- parecen hablar a ritmo de bolero: mi cielo, mi vida, tesoro, cariño, papito... ¡Uyy! ¿Cuál Viagra?
Es la amorosa raíz, la vena humorística, satírica, metafórica, erótica de la idiosincrasia cubana que el materialismo histórico y dialéctico- diría el Caregallo- no ha logrado extirpar.
Querendonas, ensalivadas frases a veces rematadas con un imperativo irresistible “¡Ven aquí!”.
Como el que me lanza desde la acera de enfrente y su estratégica posición de hostess de un restaurante con nombre francés del Vedado, la deslumbrante Zoraida, una habanera rubia de unos 25 años: piernón bruto, pechos turgentes, ojos color miel y mirada tan desafiante como su clara inteligencia(valga la redundancia, si de cubanos se trata) que se ha convertido en una de mis más socorridas interlocutoras en estos días de invierno tropical, es decir, primaverales..

Cuando de buenas a primeras le dije a Zoraida que se preparara porque la iba a raptar ante las mismísimas barbas de Fidel y toda su policía política para llevármela a México- tocando madera para que no me resultara otra Niurka:”¡¿la ex bailarina del Tropicana?”-, me dijo siguiéndome la puntada que con mucho gusto se iría a conocer México, o cualquier otro país pues nunca había salido del suyo, y tenía muy pocas esperanzas de hacerlo, pero que no podía por una poderosa razón: era madre de una niña de dos años y su ex marido jamás le firmaría la autorización para llevarse a la niña con ella.

En este punto, los ojos color miel de esta joven trabajadora cubana, divorciada y madre soltera- tan lejos de Marx y sus versiones tropicales, como de Og Mandino-, concentraron un rabia y una ternura infinitas.

“Ven acá”, volvió a ordenarme, alejándose unos cuantos pasos de la puerta de entrada. No quería que algún esbirro del “abuelo” escuchara el resto de la historia. Una historia común en Cuba. Su entorno doméstico era un infierno. Tenía cinco años de divorciada, pero seguía viviendo en el mismo departamento con su ex marido y una tía esquizofrénica del infame.
El Estado castrista no le permitía mudarse mientras toleraba los abusos del macho que impedía cualquier posibilidad de vida privada de su bella ex esposa. Además, mudarse a dónde y con qué: los salarios en la desprestigiada “moneda nacional” son simbólicos. De ocho a veinte dólares al mes, lo que cuesta una comida en los restaurantes como en el que trabaja Zoraida, ya no se diga en esos sitios semiclandestinos llamados Paladares, baluartes de la microempresa nacional de la que Fidel no parece estar muy convencido.

-Qué historias-, le digo a mi confidente, con ganas de abrazarla en un gesto solidario, ya con la libido diluida en el fulgor de la tragedia.
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-Histolias tlistes- subraya con un profundo dejo melancólico mi nueva amiga.

Ya me tocaría contarle mis propios vía crucis en el “mundo libre”.

2005 AÑO DE REPRESION Y REVUELTA CIVICA

“Historias tristes”. Sí, muy tristes, acólitos de la “izquierda” estaliniguadalupana, neoperredistas de Rolex y Hugo Boss, priistas del turismo revolucionario, moralistas de la corrección política. Tan deprimentes como la noticia de que el 2005 fue un año en el que se recrudeció la represión a la disidencia, al tiempo que el acoso estatal generaba sus propios antídotos.

Fue el año de la fundación de la Asamblea para la Formación de la Sociedad Civil, y de la consolidación de las Redes de Bibliotecas Privadas. Una respuesta al encarcelamiento de varias decenas de ciudadanos, 75 ellos lectores cuyo único delito había sido desafiar la censura estatal en materia bibliográfica. De querer ejercer el elemental don del libre albedrío, uno de los derechos humanos fundamentales(Erasmo de Rotterdam, el Marx del siglo XV, lo consideraba, frente al poder teológico, el motor de la historia).
El delito de querer escapar de una realidad tapiada a base de consignas sobre consignas, 17 años después de la caída del Muro de Berlín y del derrumbe de la Unión Soviética.

Fueron las mujeres de estos presos de conciencia quienes iniciaron una forma de resistencia “que jamás habían sospechado”, como informa la prensa libre on line, auspiciada por esta nueva vanguardia (Asamblea y Bibliotecarios)de la transición cubana hacia la democracia(“El peor de todos los sistemas políticos, con excepción de todos los demàs”, decía Winston Churchill; en el que uno conserva hasta la libertad de morirse de hambre, digo yo)

Rompiendo el cerco mediático, los asambleístas cubanos, envían mediante líneas piratas de Internet , mensajes urbi et orbi, denunciando paso a paso la infamia.
Como el siguiente, fechado el pasado 27 de octubre, que denuncia la arremetida estatal contra “dos bibliotecas independientes” en La Habana:” El día 26 de octubre, a las 7:05 AM, se presentaron en su casa, sita en Ave. 64 No.7504 entre 75 y 77, Cienfuegos, tres efectivos de la policía política.... Durante el registro incautaron 130 libros, que constituían la Biblioteca Independiente José Antonio García Tablada, por
ser subversivos....”

O esta otra: “El verdugo como víctima”, también de fecha muy reciente. “ Un niño que lanzaba consignas esta semana frente a la casa del abogado invidente Juan Carlos González Leiva, gritó en la alta meseta de histeria colectiva: "si lo cojo, lo mato." Insatisfecho con traumatizar a tres generaciones de cubanos, el régimen se adelanta a enfermar el alma de la próxima...”.

Juan Carlos es, desde luego, otro bibliotecario considerado “peligroso” por la “Revolución”, y candidato a sumarse a la lista de encierros. En abril, los asambleístas publicaron el testimonio de uno de estos cautivos: “El Teniente Vásquez nos mandó a sacar de la celda para una entrevista diciéndonos que el juicio era por índice de Peligrosidad, que íbamos a ser sancionados y que en el juicio podíamos hablar lo que quisiéramos que el Jurado no iba hacer caso a nada de lo dicho por nosotros...."

CASA DE CITAS.- “¿Sabes o no sabes que a esos “revolucionarios” cubanos no les es dado tener una biblioteca abierta al público, montar un programa de radio, celebrar reuniones sin solicitar permiso, tener un periódico propio o defender libremente sus orientaciones en movimientos sindicales, juveniles, vecinales, de género, ambientales, etc.? Canek Sánchez Guevara. Nieto de Che Guevara quien rompió con Castro, apoya a la red de bibliotecas libres.

1 comentario:

Jesus Lopez Gorosave dijo...

Interesantisima narracion de la "otra cara" de Cuba. Felicidades

La prueba del poder

  Que Milei es un "facho", dice nuestro pròcer. ESO estaría por verse una vez sometido a la prueba del poder. Hasta donde sabemo...