¡Al carajo, terroristas de mierda!
Miércoles, 17 Septiembre, 2008
Cuando estallaron las granadas de fragmentación en medio de la multitud que se apelotonaba en las festividades independentistas en el centro de Morelia, hasta Jesús Malverde, santo patrón del narco, y la Virgen de los Sicarios, se pusieron de luto. Dicen que al momento de arrojar por los aires los artefactos asesinos se escuchó un grito que quiso ser plegaria: “¡Que Dios nos perdone!”, algo muy parecido a lo que dijo el piloto del Enola Gay segundos antes de soltar la bomba atómica sobre Hiroshima. Por supuesto, Dios, que tiene cosas más importantes que perdonar a los terroristas (aunque no hace mucho por detenerlos), no los va a perdonar tan fácilmente como lo hará el aparato de seguridad nacional. Jamás capturarán a los culpables, pastorearán chivos expiatorios, para pasar a archivar el tema en los oxidados archivos del Aquí no pasa nada.
Pero más allá de este acto encabronante, está la respuesta de las autoridades que están decididas a dejar al país como una mala versión de las películas de los hermanos Almada. Godoy, el guango góber michoacano, en vez de ponerse como Hugo Chávez y vociferar ¡Váyanse al carajo, narcoterroristas de mierda!, aparece ahí compungido, sin aliento, tibio y pasivo. Y peor, en entrevista con López-Dóriga se le oía hablar en tono melifluo cuando tendría que estar profundamente embravecido, aunque fuera por puro efecto mediático.
Si los altos funcionarios no pueden ser eficientes, que tengan aunque sea algo de actitud.
Así, ante tan sombrío panorama, invito de la manera más atenta a los viciosos, atascados, drogos, usuarios recreativos de los estupefacientes, clientela frecuente de las narcotienditas en general, a que en represalia por los actos asesinos cometidos en la capital michoacana, se declaren en huelga de churros, chatas, chemos, monas, pastas, coca, heroína y hongos alucinógenos. Al menos mientras no presenten bañada en sangre a la mente diabólica de estos atentados. Que boicoteen a sus dealers y ejerzan su derecho a una abstinencia consciente que se una al contingente.
Ellos, la gran clientela del narco, son los únicos que, renunciando al disfrute de sus productos, pueden poner a temblar a este poder como nunca podrá el gobierno calderónico por más billete que invierta en tanquetas.
Eso sí, se pide la ayuda solidaria de familiares y amigos de estos nuevos héroes que nos darán patria, pues la eriza es más dolorosa y ambiciosa que las medidas económicas de Carstens.
El lema será: Las drogas no destruyen, lo que destruye es el narco.jairo.calixto@milenio.com
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