Carlos Montemayor tenía ya un buen rato ofreciendo la lectura final del Primer Encuentro de Escritores Mar y Montaña, cuando el ir y venir de hombres de traje oscuro, celulares nerviosos, radios y toda la parefernalia del guarurismo a la mexicana, lo obligaron a preguntar qué pasaba y pedir que cerraran la puerta del auditorio del Instituto Veracruzano de Cultura del puerto jarocho.
Lo que pasaba es que el gobernador del estado, el priista Fidel Herrera Beltrán, había retrasado su llegada ya inminente, y su cuerpo de seguridad se había adelantado para despejarle la entrada y ocupar sus puestos estratégicos en el recinto cultural.
Montemayor, poeta, novelista, ensayista y uno de los más agudos críticos mexicanos del poder político desde los tiempos del carro completo del PRI y su guerra sucia contra las guerillas de los 60 y 70, retomó su lectura que volvió a ser interrumpida cuando el gobernador Herrera Beltrán apareció acompañado por la coordinadora general del evento, la poeta Silvia Tomasa Rivera, y otros colaboradores, y ocupó su lugar en la primera fila.
El político saludo con una discreta reverencia y el poeta correspondió de igual forma:
-Buenas noches señor gobernador- dijo acercándose al micrófono.
Y continúo leyendo sus poemas. Dos tres textos breves y .. “Muchas gracias..Buenas noches”.
Entonces sucedió lo insólito: un político mexicano, del PRI, en estos tiempos de envilecimiento de nuestra vida pública y descomposición social, le pidió que leyera un poco más…”Se había quedado picado” .
Montemayor, tan sorprendió como el público, compuesto mayoritariamente por escritores, concedió, entre aplausos, el encore.
Sentado a mi lado, un joven guarura, saco negro y camisa blanca, como su jefe, audífono en la oreja derecha, disimulaba su nerviosismo o su tedio jugueteando con sus cels de última generación, sus IPods de pantallas reverberantes de flujos de imágenes, números y texto.
La poesía y la policía: siempre en beligerante vigilia, acechándose una a la otra, devorándose.
Cuando la lectura final se consumó y el poeta Montemayor cerró su libro, tomó la palabra la poeta y coordinadora, Silvia Tomasa, para hacer un recuento de los pormenores del evento, y agradecer a “Fidel” por “hacerlo posible y hacer lo posible”.
No sin antes recordar la figura de Rubén Bonifaz Nuño:” Si pudiéramos desde la luz del entendimiento darle nombre y voz a la poesía de Rubén Bonifaz Nuño, habría que llamarle vida, serenidad y muerte; y sobre la muerte la alegría más grande de vivir. El triunfo sobre la estática del que ha sido condenado al sentimiento infractor que transgrede toda voluntad.
“Nadie como Rubén, el poeta mayor, para poner en boca de los otros la palabra indicada, aun en la ausencia de una dedicatoria, Aquí debería estar tu nombre, porque en la ausencia, la presencia es más fuerte y el enamorado saca la casta ante lo que parece inevitable: la caída de un sueño.
“Porque soy hombre aguanto sin quejarme/ que la vida me pese;/ porque soy hombre, puedo. He conseguido/ que ni tú misma sepas/ que estoy quebrado en dos.
“Todo lector va a encontrar en la poesía de Bonifaz un verso a su medida. ¿Quién no ha abrevado en su obra? Hay un sinnúmero de poetas que tienen un epígrafe suyo en alguno de sus libros, y en los jóvenes creadores su influencia es definitiva. Con este Encuentro-Homenaje que le brinda su estado natal, el término “nadie es poeta en su tierra”, en Veracruz lo dejamos de lado. El reconocimiento llega otra vez en el momento preciso, como el rocío qaue impregna la madurez de la flor. Gracias señor gobernador por hacerlo posible. Por hacer lo posible.”
Los clap clap clap asislados y arrítimicos fueron cobrando cuerpo de ovación y no se apagaron hasta que el mecenas Fidel subió a la tribuna para declarar clausurado el encuentro.
Empezó disculpándose por su retraso, las inundaciones en el sur del Estado habían reclamado su presencia en aquella zona. Pero ya estaba a aquí, entre poetas y narradores de todo el país y algunos extranjeros, para decirnos que no teníamos nada qué agradecer: “Solamente he cumplido con mi deber”.
Y de nuevo la ovación del más escéptico e irritable de los gremios: el del poetariado, al político priista que había tenido la genial puntada de convertirse en Mecenas en tiempos mexicanos tan convulsos y mezquinos, y que en el uso de la palabra purificada por tres días de derroche poético, y alimentada por el cheque girado por el gobierno del estado en nombre del PUEBLO VERACRUZANO, hacia gala de su cultura literaria:
“El Estado de Veracruz – dijo el gobernador veracruzano-ha visto nacer a grandes artistas de la pluma, prueba de ellos son Salvador Díaz Mirón, Jorge Cuesta y Maria Enriqueta Jaramillo, entre otros creadores que nos han legado su obra para beneplácito de los lectores de México. ¿Quién no recuerda la apasionante novela Otilia Rauda del gran Sergio Galindo o la Obediencia nocturna de nuestro querido Juan Vicente Melo? Tenemos entre nosotros a Sergio Pitol, a quien en 2005 se le otrogó el Premio Cervantes, que tanto nos ha llenado de orgullo. Lamentamos profundamente la muerte de Emilio Carballido, acaecido en febrero de este año, y permanece vivo en nuestra memoria el recuerdo del excepcional dramaturgo Hugo Arguelles. Veracruz es un estado que se caracteriza por respetar a sus autores. Convivimos con ellos y los apoyamos en su esfuerzo. Sabemos que las letras veracruzanas han llegado al plano internacional y eso no lo perdemos de vista. Para nosotros la cultura es de primer orden y la literatura una de las expresiones más altas en materia de creación. Porque no puede ser de otra manera y porque Veracruz no es insensible al papel que representan los escritores en el desarrollo intelectual de nuestro país, hemos instituido el Primer Encuentro Nacional de Escritores de Mar y Montaña, Rubén Bonifaz Nuño, Veracruz 2008; en honor a nuestro poeta cordobés, autor de los ya clásicos libros El Manto y la Corona, Fuego de Pobres y Siete de Espadas, y a quien en mi segundo año de gobierno el Congreso del Estado le otorgó la Medalla Adolfo Ruiz Cortines, acierto del cual me siento muy orgulloso y deseo compartirlo con ustedes. Sean bienvenidos a su casa. Esto es Veracruz, y en Veracruz todo se edifica a través de la palabra”
ENCUENTRO Y REENCUENTRO ENTRE LA NIEBLA DE XALAPA
La Atenas veracruzana nos recibió envuelta en su emblemática niebla, una tenue llovizna y sus deliciosos 22 grados centígrados que al corsario sudcaliforniano, agobiado por los sofocones sud peninsulares, le supieron a gloria, luego de cinco horas de viaje en autobús desde la ciudad de México por una ruta de un verdor, una belleza natural, alucinante.
Ya en el apocalíptico DF había comenzado el reencuentro con antiguos amigos, conocidos y amores perros, desde las 5 y media de la madrugada en que fui al aeropuerto a recoger a la escritora bajacaliforniana, Karina V. Balderrábano, quien había volado desde Tijuana.
En la sede de la representación del gobierno de Veracruz en la capital de la República, nos esperaban al filo de las 10 de la mañana, el gran poeta chiapaneco Efrain Bartolomé y su inseparable musa, Pilla; mi queridísmo brother saltillense, Armando Alanís; el poeta Vicente Quirarte ; el narrador Roberto Bravo, viudo reciente de la poeta Isabel Quiñonez; el novelista de estirpe yucateca, Hernán Lara Zavala, autor de Penínula, Península, su más reciente obra publicada; el poeta Víctor Manuel Mendiola, director editorial de Nexos y su esposa, la novelista neoyorquina, Jeniffer Clemens; el maestro Raúl Renán, ahora con sus 83 años muy bien llevados; el bardo tapatío Jorge Souza; Jorge Fernández Granados, de Letras Libres; la poeta regiomontana, María Belmonte, sobreviviente del Primer encuentro de Poetas de la Frontera Norte, La Paz 1984; y… mi hijo menor, Juan Pablo, poeta, actor y cantautor, que acudió puntual a desearle suerte a su papi antes de la partida.
Aquí también tuve la oportunidad de conocer a quien se convertiría en una de las revelaciones del elenco poético, con sus lecturas en zapoteco y castellano: la poeta Natalia Toledo, hija del célebre pintor juchiteco, la del mágico ombligo a la intemperie que dejaría prendado al villano favorito de la fiesta: el novelista colombiano, Marco Tulio Aguilera Garramuño(www.mistercolombias.blogspot.com), mi ex vecino de página del ya legendario suplemento literario de Unomasuno, Sábado, dirigido por nuestro bienamado ogro filantrópico, Huberto Batis, a quien quedamos de rendirle un homenaje por parte de sus excolaboradores.. .
En el céntrico hotel Xalapa se completaría el cuadro de este emotivo reencuentro, en muchos casos luego de 30 años. Ahí estaba, encabezando el comité de recepción al lado de la diva consentida, Silvia Tomasa, la luminosa figura del poeta y ensayista tabasqueño, Ciprián Cabrera Jasso, con su alba cabellera crecida bajo un sombrero de paja y sus brazos abiertos como su sonrisa y su enorme corazón de monje de la secta ishaya.
Capoteando los embates de la prensa, el cuasipaisano sinaloense, Elmer ”Balas de Plata” Mendoza, Premio Tusquets de Novela 2007, se daba tiempo para saludar a los recién llegados, sobrio, discreto, sin perder el piso a pesar de su fulgurante, legítimo, triunfo literario. A su lado, otro ex compañero de Unomasuno: el sonorense Luis Gastélum, ahora residente en Xalapa.
Más tarde, ya en el Agora de la bellísima ciudad, con su boina gris y saco oscuro, descubrí a otro viejo capitán y gran poeta veracruzano, el bardo de Tuxpan, José Luis Rivas, quien compartía mesa de lectura nada menos que con Efraín Bartolomé, la otra cumbre de la poesía mexicana de la generación de los 50. Todo un acontecimiento, como dijera Silvia Tomasa, quien había logrado reunir al dueto Bartolomé-Rivas en un solo concierto a pesar de sus distancias personales, que fueron disueltas en un histórico abrazo en los portales del Puerto al final de la última ronda de cerveza y música de marimba y de mariachi.
Al día siguiente, el de la retirada, a Elmer Mendoza- quien atrapó con sucadenciosa lectura al auditorio que le pidió el pilón:"nunca me había pasado esto", musitó el culichi ruborizado- no le alcanzarían sus laureadas "balas de plata" para cazar a tanto draculazo en desbandada.
CASA DE CITAS: “Y en tus ojeras/ se ven las palmeras/ borrachas de soooooooooool”.Agustín Lara.
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