miércoles, 2 de marzo de 2011

ANTES DE QUE SE VAYA, SR. PROCURADOR


Alejandro Alvarez

Los funcionarios públicos tienen la mala costumbre de valerles cacahuate rendir cuentas claras a los ciudadanos. Tratándose de procurar justicia la cosa se pone color de hormiga porque esa función es de alta responsabilidad ya que va de por medio la credibilidad y confianza en el sistema mismo. Los días de esta administración gubernamental están ya contados y, añadiría, que los del grupo político que detentó el poder durante los últimos doce años, también. Entre estos grupos, el que se va y el que se queda, se cobrarán viejas o recientes deudas. Muy probablemente se verán persecuciones para justificar las muchas promesas de campaña. En una palabra, habrá show, espectáculo. No hay nada tan morbosamente entretenido como ver cabezas rodar y antiguos déspotas jurando y perjurando que son víctimas de persecuciones vengativas (ajá). Lo malo es que estas puestas en escena se montan para seguir igual, con un poco de circo nada más. Quienes dejan el puesto, quizás para nunca jamás volver (como dice la canción), podrían hacer un último intento porque se les recordara bien. Es decir informando con veracidad de sus logros y alcances. Mejor defensa no podrían tener. Tal es el caso del procurador. Recordemos que Karim Francisco Martínez Lizárraga, que es ése su nombre, llegó al cargo apenas en marzo del año pasado como resultado directo del descontento social ante las evidencias de que el anterior procurador, Fernando González Rubio, habría protegido a los responsables del asesinato del joven abogado Jonathan Hernández Ascencio. Ya desde entonces el señor Daniel Hernández, padre de la víctima, señaló directamente a Emilio González Rubio Ojeda y Carlos Alejandro Castro Castro, sobrinos del ex procurador Fernando González y del diputado federal Víctor Manuel Castro Cosío, respectivamente, así como al presunto homicida Gary Gaines Hidalgo, como parte del grupo agresor. También indicó que se protegía a Arturo Flores Medina, hijo del diputado local Arturo Flores, a quien señaló como miembro de una banda de juniors. En su toma de protesta el procurador Karim Martínez prometió “…privilegiar el respeto incondicional del principio de legalidad; fomentar y garantizar los derechos de la víctima u ofendido; promover el respeto a los derechos humanos y en su caso sancionar las violaciones que a los mismos se cometan;…fomentar la participación ciudadana en materia de procuración de justicia, coadyuvar con las áreas e instituciones competentes en materia de prevención del delito; fomentar y promover la cultura de la denuncia…”. Sonaba bien, lástima que no cumpliera después de un año de ejercicio de la función. Pero eso es otro cantar. Vayamos al objeto de esta columna. El dieciséis de febrero el director de este diario publicó una carta del señor Hernández al gobernador electo donde entre otras cosas decía: “Cuando yo levanté el cuerpo de mi hijo Jonathan había mucha gente gritando que los que lo habían matado habían sido la banda de los Bebos y el hijo del gobernador…Cheque el video que el ex procurador Fernando González Rubio trató de desaparecer y verá la participación de más de quince Bebos juniors…Al final del video cuando huyen todos los criminales arriba de los dos vehículos se ve la sombra de una persona que estuvo con ellos dejándolo solo en la esquina, no imaginándonos por qué motivos se ve que va rengueando rumbo al malecón, queremos pensar que aparte de mis dos hijos y mi sobrino también hubo otra persona herida por sus mismos cómplices de nombre Emilio González Rubio y que es la que iba rengueando hacia el malecón…”. Ojalá pudiera informar a la ciudadanía hasta dónde pudo avanzar en la investigación de todas estas denuncias, señor Procurador.

ADIOS A FERNANDO AMAYA
No tuve el gusto de conocerlo personalmente, sólo a través de su columna “Derrotero” en esta página donde fuimos vecinos mucho tiempo. Dicen que “por sus frutos los conoceréis” y algunos de los frutos del señor Amaya fueron sin duda sus textos a través de los cuales percibí a una persona disciplinada, empeñosa, constante, convencida. Siempre lo imaginé en la mañana muy temprano con una pila de diarios en una mesa de su casa subrayando notas, tomando apuntes, preparando su colaboración del día y posiblemente concibiendo su próximo libro. Le encantaba su trabajo periodístico, era su vocación, sin duda. Descanse en paz.

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