La relación entre la alta costura y los cambiantes ideales de belleza, las modelos emblemáticas del siglo XX y su poder de inspiración entre los más renombrados diseñadores y fotógrafos son los temas en los que se centra la exposicion The Model as Muse: Embodying Fashion, que se exhibe en el Metropolitan Museum.
2009-06-13•De portada. LABERINTO.
2009-06-13•De portada. LABERINTO.
¡Oriana! ¿Qué haces, desdichada? ¡Te has dejado los zapatos negros! ¡Con un vestido rojo! —dirigiéndose al criado—: Dígale a la doncella que le traiga a la señora los zapatos rojos”. Así interrumpió el duque de Guermantes a Swann que les hablaba con tristeza de su enfermedad; la duquesa se cambió de zapatos y dejaron a su amigo en la calle para irse a una cena. Éste es el final de “El mundo de Guermantes” de la novela En busca del tiempo perdido de Proust.
Para el infinito Marcel la descripción detallada de un sombrero, un bolso o unos zapatos era una apasionante investigación entre sus musas y amigas que significaban la autoridad de la elegancia o la vulgaridad. La moda es parte sustancial en la creación de sus personajes, el estilo de vestir es tan importante como sus preferencias sexuales o su lenguaje. Ésa es la función de la moda, convertir en placer nuestra necesidad de ser y ha hecho de ese placer una industria. Las modelos en este negocio son inspiración y sin embargo las desechan con la misma frialdad con que tiramos un par de zapatos. El diseñador Marc Jacobs reconoce el valor de las musas en la creación de la moda en la extraordinaria exposición The Model as Muse: Embodying Fashion, en el Metropolitan Museum de Nueva York.
Para el infinito Marcel la descripción detallada de un sombrero, un bolso o unos zapatos era una apasionante investigación entre sus musas y amigas que significaban la autoridad de la elegancia o la vulgaridad. La moda es parte sustancial en la creación de sus personajes, el estilo de vestir es tan importante como sus preferencias sexuales o su lenguaje. Ésa es la función de la moda, convertir en placer nuestra necesidad de ser y ha hecho de ese placer una industria. Las modelos en este negocio son inspiración y sin embargo las desechan con la misma frialdad con que tiramos un par de zapatos. El diseñador Marc Jacobs reconoce el valor de las musas en la creación de la moda en la extraordinaria exposición The Model as Muse: Embodying Fashion, en el Metropolitan Museum de Nueva York.
The golden ageTo win the race? A prettier face! Brand new clothes and a big fat place.George Michael
Donyale Luna. Paco Rabanne. Foto: Guy Bourdin
La fotografía de Richard Avedon en la que la modelo Dovima luce un vestido negro con un largo lazo de Dior, está recreada con un maniquí y dos elefantes de cera. El cuello larguísimo de Dovina rivaliza con las trompas fálicas de estos gigantes que ella toca con la seguridad de una domadora. La gente que viene a esta expo es un termómetro de lo que se lleva en las calles de Nueva York, son modelos, diseñadores o fashion addicts. El recorrido empieza en los cincuenta con las fotografías ultrasofisticadas de Richard Avedon, Irving Penn y Horst P. Host. Las musas son delgadísimas, elegantes y nada infantiles, son mujeres que ya tienen edad de llevar joyas. El blanco y negro hace rostros míticos, imposibles. El triángulo perfecto es modelo, diseñador y fotógrafo, son un ménage à trois que tiene felices frutos; las celestinas de este ménage son las revistas Vogue, Harper’s Bazar y las que han imitado a estas dos catedrales.
La exposición es un montaje de escaparates que recrean las fotos emblemáticas de cada década, son maniquíes con los vestidos originales, a un lado vemos la foto original y la cédula de cada modelo y su fotógrafo. El escaparate de los 50 tiene una proyección de Funny Face con Audrey Hepburn, en donde Fred Astaire imita a Irving Penn y busca a una modelo que además de bella tenga aire de inteligencia. Las modelos de esta época tienen la elegancia citadina que les otorgó la guerra, son mujeres que ya toman decisiones. La siguiente década son los sesenta y los cambios son violentos, aparece Twiggy y la revolución sexual. Esta hiperflaca, andrógina con su pelo cortísimo, es la primera modelo con aire infantil y sus minivestidos de niña Balthus mostrando el culo a todo el mundo. Las mujeres tienen una imagen más agresiva, violenta. Veruschka se pone pestañas postizas para aparecer topless, los vestidos son transparentes y las piernas abiertas. Las primeras modelos negras, Donyale Luna, Naomi Sims, abren la puerta a otras razas y a otra estética.
Si el hombre puso el pie en la Luna, las mujeres lo pusieron sobre la verga del hombre con la píldora en el 62. El escaparate reproduce la moda espacial, Star Trek en su primera versión, con Paco Rabanne, Yves Saint Laurent y Oscar de la Renta. Lo importante era ser moderna, no estar cómoda. La contribución que hicieron a la libertad sexual y racial los fotógrafos, los diseñadores y las modelos fue fundamental, porque crearon la imagen de los personajes que encarnaron esa nueva era.The body politicI’ll hold on to my freedom. May not be,what you want from me.George Michael
Es la foto de Jerry Hall con un bistec sangriento y crudo en el ojo por Helmut Newton. En los setenta la revista Cosmopolitan hace su aparición en la moda y trasforma la conciencia colectiva de las mujeres hablando de sexo abiertamente y con portadas de Francesco Scavullo. Surgen las modelos de escote en V hasta la cintura, Lauren Hutton, Margaux Hemingway. Filman American Gigolo y nace una campaña feroz, “No-bra”. Los desnudos se vuelven fotos de moda, desde Charlot Rampling con Helmut Newton para Vogue hasta las descaradas portadas de Cosmopolitan la imagen de la mujer deja de ser pasiva en el deseo sexual, ahora elige y manda. Lisa Taylor es fotografiada por Newton con las piernas abiertas, mirando codiciosa a un hombre del que sólo vemos las nalgas. El sida todavía no existe y Jerry Hall posa desnuda y en una limosina convence a Jagger de dejar a su nicaragüense esposa. Cheryl Tiggs y Rene Russo bailan un tango, las imágenes de las mujeres que aman a mujeres llenan las revistas, la fantasía de ellas es la fantasía de ellos, dos bellezas entregándose a un placer inalcanzable para los hombres. Para ver este escaparate pasamos por la cadena de un antro y oímos música disco, el Studio 54 is alive.Super modelWe were living in a fantasy, we won the race. Freedom.George Michael
La sala es una pantalla gigante con el video de George Michael de “Freedom”, la canción que representa el fenómeno no esperado en los noventa: las modelos son el producto, las dueñas de la portada, su nombre es más importante que el del diseñador, ellas son la firma. La gente sabía sus nombres, Naomi, Cindy, Claudia, Linda, Christy. Los contratos superaron todas las expectativas del mercado, se convirtieron en supermillonarias y por fin reivindicaron una profesión en donde la explotación era la única forma de negociar. Y entonces surgieron los sociólogos, los psicólogos y las feministas. El odio por el éxito las hizo culpables de la enfermedad del siglo, la anorexia es el castigo divino para quien las admire y la muerte su pena final. Lo contradictorio es que haya más obesos que anoréxicas y que de eso no culpen a nadie en particular. Las supermodelos trasformaron la industria, las pasarelas se planeaban según sus agendas y era impensable que alguien lanzara su colección sin por lo menos Carla Bruni en el escenario. Estas mujeres pusieron orden en un emporio de miles de millones de dólares y le hicieron justicia a decenios de años de trabajo de cientos de chicas que vieron cómo las revistas y los diseñadores se enriquecían sin que ellas recibieran un porcentaje de lo que generaban. Si el feminismo reconociera lo que esta raza de hermosas ha hecho por las condiciones laborales y sociales de las mujeres ganarían en inteligencia y estilo. El escaparate pone a barrocos contra minimalistas: Chanel y Versace, el mítico Gianni, contra Armani y Karan, en una pelea callejera de alta costura con motocicletas y cadenas —de Chanel por supuesto—, y la música de fondo de George Michael a todo volumen: “You’ve gotta give for what you take, Freedom”.The branded bodyI think it’s time I stopped the show. There´s something deepinside of me.George Michael
Para irnos desaparece la belleza total; es más importante ser rara que bella. Kate Moss se fotografía metiéndose severas líneas de cocaína en The Sun y Nadja Auermann tiene las piernas más largas de la historia. Las fachas andróginas se ponen de moda porque no tenemos que amar como si sólo existiera el instructivo de la Biblia, existe la realidad de los que cambian el camino del cielo por el de la calle y son felices. Con la creación de la Unión Europea se realiza el cónclave de las marcas y los diseñadores, no más tiranía de las modelos y comienza el tráfico de niñas rusas, croatas y serbias al mundo de la moda, rostros perfectos y piernas eternas por poco dinero: el gran negocio. Las supermodelos ahora son primeras damas, empresarias y pierden sus maletas en Heathrow. Los rostros multiculturales, orientales, negras, latinas y sobre todo del este de Europa hacen de la moda un sitio planetario. La belleza es experiencia, carácter, las modelos confiesan lo que han vivido, no más inocencia. Hoy esa década dorada de los noventa se disuelve en el siglo XXI, tal vez por eso Marc Jacobs hizo este homenaje, para recordarnos lo que esta industria y sus bellos soldados han hecho por el mundo, por su cultura, su identidad y por el placer de vivir.
The Model As Muse: Embodying Fashion, The Metropolitan Museum Of Art, New York, 2009"
Donyale Luna. Paco Rabanne. Foto: Guy Bourdin
La fotografía de Richard Avedon en la que la modelo Dovima luce un vestido negro con un largo lazo de Dior, está recreada con un maniquí y dos elefantes de cera. El cuello larguísimo de Dovina rivaliza con las trompas fálicas de estos gigantes que ella toca con la seguridad de una domadora. La gente que viene a esta expo es un termómetro de lo que se lleva en las calles de Nueva York, son modelos, diseñadores o fashion addicts. El recorrido empieza en los cincuenta con las fotografías ultrasofisticadas de Richard Avedon, Irving Penn y Horst P. Host. Las musas son delgadísimas, elegantes y nada infantiles, son mujeres que ya tienen edad de llevar joyas. El blanco y negro hace rostros míticos, imposibles. El triángulo perfecto es modelo, diseñador y fotógrafo, son un ménage à trois que tiene felices frutos; las celestinas de este ménage son las revistas Vogue, Harper’s Bazar y las que han imitado a estas dos catedrales.
La exposición es un montaje de escaparates que recrean las fotos emblemáticas de cada década, son maniquíes con los vestidos originales, a un lado vemos la foto original y la cédula de cada modelo y su fotógrafo. El escaparate de los 50 tiene una proyección de Funny Face con Audrey Hepburn, en donde Fred Astaire imita a Irving Penn y busca a una modelo que además de bella tenga aire de inteligencia. Las modelos de esta época tienen la elegancia citadina que les otorgó la guerra, son mujeres que ya toman decisiones. La siguiente década son los sesenta y los cambios son violentos, aparece Twiggy y la revolución sexual. Esta hiperflaca, andrógina con su pelo cortísimo, es la primera modelo con aire infantil y sus minivestidos de niña Balthus mostrando el culo a todo el mundo. Las mujeres tienen una imagen más agresiva, violenta. Veruschka se pone pestañas postizas para aparecer topless, los vestidos son transparentes y las piernas abiertas. Las primeras modelos negras, Donyale Luna, Naomi Sims, abren la puerta a otras razas y a otra estética.
Si el hombre puso el pie en la Luna, las mujeres lo pusieron sobre la verga del hombre con la píldora en el 62. El escaparate reproduce la moda espacial, Star Trek en su primera versión, con Paco Rabanne, Yves Saint Laurent y Oscar de la Renta. Lo importante era ser moderna, no estar cómoda. La contribución que hicieron a la libertad sexual y racial los fotógrafos, los diseñadores y las modelos fue fundamental, porque crearon la imagen de los personajes que encarnaron esa nueva era.The body politicI’ll hold on to my freedom. May not be,what you want from me.George Michael
Es la foto de Jerry Hall con un bistec sangriento y crudo en el ojo por Helmut Newton. En los setenta la revista Cosmopolitan hace su aparición en la moda y trasforma la conciencia colectiva de las mujeres hablando de sexo abiertamente y con portadas de Francesco Scavullo. Surgen las modelos de escote en V hasta la cintura, Lauren Hutton, Margaux Hemingway. Filman American Gigolo y nace una campaña feroz, “No-bra”. Los desnudos se vuelven fotos de moda, desde Charlot Rampling con Helmut Newton para Vogue hasta las descaradas portadas de Cosmopolitan la imagen de la mujer deja de ser pasiva en el deseo sexual, ahora elige y manda. Lisa Taylor es fotografiada por Newton con las piernas abiertas, mirando codiciosa a un hombre del que sólo vemos las nalgas. El sida todavía no existe y Jerry Hall posa desnuda y en una limosina convence a Jagger de dejar a su nicaragüense esposa. Cheryl Tiggs y Rene Russo bailan un tango, las imágenes de las mujeres que aman a mujeres llenan las revistas, la fantasía de ellas es la fantasía de ellos, dos bellezas entregándose a un placer inalcanzable para los hombres. Para ver este escaparate pasamos por la cadena de un antro y oímos música disco, el Studio 54 is alive.Super modelWe were living in a fantasy, we won the race. Freedom.George Michael
La sala es una pantalla gigante con el video de George Michael de “Freedom”, la canción que representa el fenómeno no esperado en los noventa: las modelos son el producto, las dueñas de la portada, su nombre es más importante que el del diseñador, ellas son la firma. La gente sabía sus nombres, Naomi, Cindy, Claudia, Linda, Christy. Los contratos superaron todas las expectativas del mercado, se convirtieron en supermillonarias y por fin reivindicaron una profesión en donde la explotación era la única forma de negociar. Y entonces surgieron los sociólogos, los psicólogos y las feministas. El odio por el éxito las hizo culpables de la enfermedad del siglo, la anorexia es el castigo divino para quien las admire y la muerte su pena final. Lo contradictorio es que haya más obesos que anoréxicas y que de eso no culpen a nadie en particular. Las supermodelos trasformaron la industria, las pasarelas se planeaban según sus agendas y era impensable que alguien lanzara su colección sin por lo menos Carla Bruni en el escenario. Estas mujeres pusieron orden en un emporio de miles de millones de dólares y le hicieron justicia a decenios de años de trabajo de cientos de chicas que vieron cómo las revistas y los diseñadores se enriquecían sin que ellas recibieran un porcentaje de lo que generaban. Si el feminismo reconociera lo que esta raza de hermosas ha hecho por las condiciones laborales y sociales de las mujeres ganarían en inteligencia y estilo. El escaparate pone a barrocos contra minimalistas: Chanel y Versace, el mítico Gianni, contra Armani y Karan, en una pelea callejera de alta costura con motocicletas y cadenas —de Chanel por supuesto—, y la música de fondo de George Michael a todo volumen: “You’ve gotta give for what you take, Freedom”.The branded bodyI think it’s time I stopped the show. There´s something deepinside of me.George Michael
Para irnos desaparece la belleza total; es más importante ser rara que bella. Kate Moss se fotografía metiéndose severas líneas de cocaína en The Sun y Nadja Auermann tiene las piernas más largas de la historia. Las fachas andróginas se ponen de moda porque no tenemos que amar como si sólo existiera el instructivo de la Biblia, existe la realidad de los que cambian el camino del cielo por el de la calle y son felices. Con la creación de la Unión Europea se realiza el cónclave de las marcas y los diseñadores, no más tiranía de las modelos y comienza el tráfico de niñas rusas, croatas y serbias al mundo de la moda, rostros perfectos y piernas eternas por poco dinero: el gran negocio. Las supermodelos ahora son primeras damas, empresarias y pierden sus maletas en Heathrow. Los rostros multiculturales, orientales, negras, latinas y sobre todo del este de Europa hacen de la moda un sitio planetario. La belleza es experiencia, carácter, las modelos confiesan lo que han vivido, no más inocencia. Hoy esa década dorada de los noventa se disuelve en el siglo XXI, tal vez por eso Marc Jacobs hizo este homenaje, para recordarnos lo que esta industria y sus bellos soldados han hecho por el mundo, por su cultura, su identidad y por el placer de vivir.
The Model As Muse: Embodying Fashion, The Metropolitan Museum Of Art, New York, 2009"
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