martes, 27 de julio de 2010

AMLO, las izquierdas y el 2012


Ricardo Monreal Ávila

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  • 2010-07-27•Acentos.MILENIO DIARIO
El acuerdo promovido recientemente por las dirigencias de PRD, PT y Convergencia para ir juntos en la elección presidencial de 2012 con un candidato de unidad, posicionado entre la ciudadanía, y el anuncio de Andrés Manuel López Obrador del pasado domingo de que competirá por la presidencia de la República dentro de dos años, no son eventos incompatibles ni contradictorios. Son dos hechos que van en una misma dirección.
Al anunciar que buscará la candidatura presidencial, lo que AMLO hace es iniciar una carrera de reposicionamiento rumbo al 2012, a fin de cumplir con el requisito sine qua non establecido por los partidos de izquierda para cualquier aspirante que busque la candidatura unitaria: ser el mejor posicionado en dos niveles, entre los militantes de izquierda y entre la población abierta o sin partido (que es la mayoría ciudadana).
AMLO fue apoyado el pasado domingo por un movimiento social, no por un partido político, y esta es una diferencia de forma y fondo que no debe pasarse por alto. El reposicionamiento de López Obrador se hace en condiciones diametralmente opuestas a las de 2006, cuando compitió por primera vez para la Presidencia de la República. Su carta de presentación hoy es como un luchador social, no como el gobernante que fue de la ciudad más grande del país. Compite como el opositor más duro y sistemático del régimen, no como una autoridad política y administrativa corresponsable del desempeño gubernamental. Es el líder de un movimiento social, no el dirigente de un partido político o el personaje notable de un grupo de opinión.
Sin gobierno, sin presupuesto público, sin la exposición mediática que un cargo público conlleva y, sobre todo, con una embestida política para intentar borrarlo o minimizarlo de la vida pública, AMLO da el primer paso para remontar estas condiciones distintas y distantes a las de 2006. Al contrario de lo que se ha interpretado en estos días, este proceso de reposicionamiento no implica un desconocimiento o una ruptura del acuerdo promovido por las izquierdas a favor de una candidatura de unidad; es una validación del mismo, ya que busca potenciar la principal cualidad que debe tener dicho aspirante: concitar el mayor número de simpatías ciudadanas a favor de una opción de izquierda.
AMLO, Marcelo Ebrard, Carlos Navarrete, Cuauhtémoc Cárdenas, Amalia García, Juan Ramón de la Fuente, José Woldenberg y los demás nombres que han sido mencionados como posibles candidatos en 2012 tienen enfrente un mismo doble reto: en primer término, posicionarse como una opción atractiva ante la ciudadanía y, en un segundo momento, reconocer a quien haya cumplido mejor con ese requisito fundamental y fundacional.
Hasta el momento, la ruta corta del posicionamiento de los aspirantes en prácticamente todos los partidos ha sido el ejercicio de un cargo público. No hemos visto aún el ensayo de la ruta larga o de los outsiders, aquellos que buscan legítimamente una candidatura desde fuera del gobierno, del presupuesto y, en un primer momento, de los partidos. Es el camino que ahora ensaya AMLO, no como un personaje con un capital político individual, sino como líder de un movimiento de causas sociales, que busca transformarse en un movimiento ciudadano más amplio.
Por lo pronto, con el evento del pasado domingo en el Zócalo se hicieron evidente varias cosas: una, que AMLO no está muerto; dos, que el movimiento social que encabeza tiene estructura ósea y músculo; tres, que hay proyecto y propuesta para sacar al país de la crisis estructural que padece; cuatro, que existe conciencia de las debilidades intrínsecas de las izquierdas en materia electoral (falta de organización y de una estructura de movilización y defensa del voto), por lo que se debe construir desde ahora esa estructura; por último, pero no lo último, que una división de la izquierda sería letal para este proyecto, pavimentaría el camino del bipartidismo de facto y le pondría el tapete rojo al regreso del PRI o al continuismo del PAN.
La posibilidad de que la izquierda gane la Presidencia de la República en 2012 es real. Existen condiciones objetivas: la agudización de la crisis económica y de la descomposición nacional; el desencanto de la ciudadanía por los gobiernos fallidos del PAN; y la ruptura de la percepción de un inevitable regreso del PRI. Corresponde ahora a las izquierdas hacer su parte, construir las condiciones subjetivas, es decir, armonizar a los sujetos de este proceso, que no es otra cosa que superar la división interna, consensuando una candidatura de unidad política, con bases sociales y aceptación ciudadana.
ricardo_monreal_avila@yahoo.com.mx

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