Día con día
Héctor Aguilar Camín
Las elecciones del 4 de julio pasado abrieron un respiradero para el gobierno y estrecharon un tanto la avenida de regreso del PRI a la Presidencia en las elecciones de 2012.
El presidente Calderón parece moverse desde entonces hacia dos objetivos: atraer a las fuerzas políticas hacia su estrategia de seguridad y preparar el camino de su partido a las elecciones de 2012.
A lo primero me he referido ampliamente en los últimos días. Respecto de lo segundo hay que decir que el gobierno parece mejor armado que nunca.
Encontró un mecanismo, el de la alianza con el PRD, para contrarrestar al adversario mayor: la gran ventaja que tiene en la contienda presidencial el gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto.
Si la alianza PAN-PRD funciona el año entrante en el Estado de México y el candidato del PRI pierde esas elecciones, la figura de Peña Nieto disminuirá considerable si no definitivamente. Y disminuido Peña Nieto, los demás candidatos del PRI no parecen invencibles.
El presidente Calderón, además, tiene hoy en la mano a su propio partido, el PAN al que podrá con facilidad relativa inducir hacia el candidato de sus preferencias. El nombramiento de Maximiliano Cortázar como estratega de comunicación de ese partido, hecho antier, no hace sino probar el hecho: una PAN fortalecido y calderonista.
El presidente Calderón tiene también ahora un secretario de Hacienda disciplinado políticamente, quizá su precandidato, para negociar con los gobiernos priistas, mayoritarios en los estados.
El ir y venir de los dineros de Hacienda a los gobiernos locales es una pieza clave de la eficacia electoral de estos. He aquí una historia no contada de las elecciones recientes de julio: la historia del comportamiento de la hacienda federal frente a gobiernos locales que son autónomos en todo menos en el dinero que reciben del centro para cubrir un porcentaje abrumador de su gasto público.
De modo que el Presidente tiene mecanismo, partido y hacienda para enfrentar las elecciones que vienen.
Tendrá también una cadena de televisión nacional, el Canal 11, que algún contrapeso hará como televisión pública a las televisoras privadas.
Y ha adquirido el control de la Comisión Federal de Telecomunicaciones, desde la cual mucho habrá que negociar con las propias televisoras y con los empresarios de la telefonía, entre los cuales está el más poderoso de los empresarios de México.
No sé si todo esto alcanza para ganar el 2012. Lo que sé es que era impensable antes del 4 de julio pasado.
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