domingo, 3 de mayo de 2009

Epidemia: glosas y preguntas (1)




Alán Arias Marín

2009-05-03•Política

Los virus siempre han acompañado al hombre (y las mujeres) en su historia. En rigor, se sabe de ellos apenas recién. Siempre han sido globales, seres terribles que enferman, nómadas (gustan decir los posmodernos), estremecen a las comunidades, las dejan en paz, las estabilizan de nueva cuenta, alteran civilizaciones, las derrumban, a veces. Instauran, bajo su influjo, nuevas modalidades y formas de convivencia en la socialidades a las que acometen. Sus oleadas mortíferas han sido proverbiales, la humanidad se acostumbra a sus implacables cuotas de muerte. Su curso es incierto y caprichoso, temible. Avanzan, retroceden, dan rodeos, se estabilizan y rebotan, o habrán de rebotar como parece ser el caso. Están en ese umbral umbroso entre el creer y el saber.

Más preguntas que respuestas, mezcla engañosa de ignorancia y de ciencia; la humanidad cree que sabe de ellos, sólo eso. Se instauran en la vida humana, también, en las vidas nuestras de cada día. Coexistimos con ellos, coexistiremos con este nuevo virus, ya humano, no sólo aviar y porcino —A H1N1 mexicano-californiano—; habrá de ocultarse y enmascararse, resurgirá con las temperaturas frías de noviembre y diciembre, cobrará su cuota de muertos, a saber.

En las condiciones contemporáneas, globalizadas, la naturaleza de los virus, nómada, cambiante, de mutabilidad intrínseca se potencia y exacerba. Su potencialidad patógena y de muerte jamás ha sido más terrible. Las sociedades actuales pueden definirse como sociedades de riesgo, los procesos globalizadores acentúan y multiplican las amenazas. Una de las vertientes de mayor peligro la constituyen las epidemias y las pandemias. Esos riesgos se burlan de las soberanías nacionales y las fronteras; dan risa los demagogos que enfáticamente predican que los virus “no pasarán”, la ignorancia como política de Estado.

Las modalidades dominantes de epidemias, en las últimas décadas, las amenazas más tremendas por venir, en el corto y mediano plazos, son enfermedades respiratorias. Tipos de influenza y gripes que están vinculadas a virus compuestos por cepas aviares y porcinas, con alta capacidad de mutaciones, la posibilidad de contagios de persona a persona (como la que nos afecta), esas son las amenazas mayores, las de hoy y mañana. ¿Por qué? ¿De dónde vienen? (¿De dónde son los mutantes, ay mamá?). Se trata de fenómenos complejos que reclaman miradas multidisciplinares, investigación científica, políticas de salud pública, rol del Estado y los gobiernos, comunicación política, hasta la transversal filosofía (lógica y ética que han de existir pero que no se muestran…). Veamos, pues, el origen, la matriz generadora de la enfermedad.

La producción industrializada de animales en las décadas recientes, sobre todo, de aves y cerdos, instaura condiciones de cría y confinamiento que resultan en un ambiente perfecto para la recombinación de virus de distintas cepas; el riesgo de la recombinación de virus de gripe aviar y porcina ya se ha convertido en una ruta usual de las enfermedades respiratorias en el mundo, el umbral para la transmisión entre humanos ya ha sido transgredido (Pew Comission on Industrial Farm Animal Production, 2008). Ha habido una transformación en las formas de producción, los estándares productivos son las causales de la proliferación vertiginosa de combinaciones y mutaciones virales. Se trata de incrementos exhaustivos de la productividad que alteran las condiciones orgánicas de la cría de los animales. En 1995, había 55 millones de cerdos en más de un millón de granjas en USA; en 2008, 65 millones concentrados tan sólo en 65 mil instalaciones. La higiene física de los chiqueros se suple con la administración masiva de antibióticos (amén de las hormonas para acelerar la engorda), los sistemas inmunológicos se debilitan, las bacterias y los virus se hacen cada vez más resistentes, el intercambio patógeno se realiza a altas velocidades. En 1998, en una granja porcina de Carolina del Norte, en USA, se desató una mortandad de animales vinculada a una cepa híbrida (ya presente en humanos —H3N2— uno de los componentes genéticos de la ya famosa H1N1); a partir de ahí, cada año se han generado variantes con alto potencial patógeno, incluida la que hoy nos desvela.

Es también el caso mexicano. Uno de los focos de la epidemia es el poblado de La Gloria -Perote, Veracruz (finales de marzo y abril), enfermaron 400 personas, “infecciones bacterianas” determinaron las autoridades; se confirmaría —después— la presencia del nuevo virus. Ahí está Granjas Carroll (Smithfield Foods, empresa global de cría de cerdos y productos porcinos), que ha señalado que cumple con los requerimientos sanitarios establecidos; exacto, son esos parámetros los que propician las epidemias y las pandemias. En ciernes, pues, un riesgo catastrófico global para la salud pública mundial propiciado, en última instancia, por la cría industrializada, ecológicamente disruptiva de cerdos y aves. De ahí son los mutantes.
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FCPyS-UNAM. Cenadeh.

alan.arias@usa.net

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