lunes, 11 de mayo de 2009

INFLUENZA: NÚMEROS Y ESCEPTICISMO...

El asalto a la razón
Carlos Marín

2009-05-11•Al Frente

La reanudación de actividades habituales ocurre, precisamente, cuando están aumentando los indicios de que, lejos de alejarse la amenaza de la influenza ex porcina, la pandemia cunde.

El sábado ya eran 48 los fallecidos en México por esta causa, dos cuando se suponía que todo mundo (a partir de la alerta sanitaria del 23 de abril) estaba enterado de las previsiones que debían tomarse y de la suficiencia y eficacia de los medicamentos. Una tuvo lugar en San Luis Potosí el 3 de mayo, y la otra en el Distrito Federal (donde se da la mayor cantidad de víctimas: 35), tres días después.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, el virus continúa expandiéndose: ayer tenía confirmados cuatro mil 379 casos en 29 países, con Estados Unidos a la cabeza (dos mil 532, más de 900 arriba de México).

No sorprende, por lo mismo, que en ocho de las 32 entidades nacionales (Chiapas, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Nayarit, San Luis Potosí y Zacatecas) las autoridades estatales hayan pospuesto hasta el 18 de mayo el retorno a clases.

Lo que sí llama la atención es que el secretario federal de Educación, Alonso Lujambio, aborde así el regreso a clases:

“Un puñado de estados, muy pocos, son los que están decidiendo a la hora de la situación local específica, es decir, ampliar unos cuantos días más la suspensión de clases, pero no creo que haya mayor problema; es una ampliación muy breve, que no va a significar un retraso sistemático ni significativo”.

El “problema” de calendario y aprovechamiento escolar, sin embargo, es lo que menos importa frente al riesgo de contagio en una población aproximada de 33 millones 848 mil 301 millones de niños y jóvenes, muchos de éstos educándose en planteles que suelen carecer de instalaciones elementales confiables de salubridad colectiva.

Con agobiante precisión, lo de que éramos muchos y parió la abuela se ajusta a lo que están viviendo amplias capas de la sociedad mexicana: a la recesión derivada de la crisis financiera mundial se sumó la nueva epidemia, en un país árido, o semidesértico, en más de 70 por ciento del territorio.

Los estados del centro parecen ideal foco de expansión, mientras las presas y pozos que surten a los valles de México y Toluca agotan sus reservas porque no llueve, y la Comisión Nacional del Agua, que tenía previstos cortes para ahorrar, tuvo que postergarlos para que mucha gente pueda, al menos, lavarse las manos.

En la capital, por citar un ejemplo, a unas 200 escuelas de Iztapalapa no llega el agua.

Pero, si la Secretaría de Educación Pública reconoce que en todo el país hay unas 26 mil escuelas que carecen del servicio de agua y en 23 mil no hay sanitarios, es de temerse que los casos aumenten de manera, ahora sí, desorbitada.

Ante este panorama, qué patéticos resultan quienes, alienados a una dudosa “izquierda”, vienen promoviendo la criminal idea de que la epidemia es una vacilada y de que no deben atenderse los llamados al aseo personal y tapadura de boca.

cmarin@milenio.com

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