El asalto a la razón
Carlos Marín
2009-08-03•Al Frente MILENIO.
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A mediados de julio, una carta pública de Cuauhtémoc Cárdenas fue ignorada por los gobernadores, ex líderes y algunos jefes tribales perredistas que se reunieron en Morelia para lamerse las heridas del colapso electoral.
Varios de los mismos volvieron a sesionar en esa ciudad a finales del mismo mes… y repitieron la pendejada: no tomaron en cuenta al fundador del partido que les ha dado, además de una coartada existencial, casa, coche, vestido, sustento, celular, achichincles y un titipuchal de otras prebendas costeadas por el erario.
“Coincido con su diagnóstico”, dijo categórico el 16 de julio el coordinador de la diputación federal perredista, Javier González Garza: “Desde hace largo rato se han perdido las reglas mínimas”.
—Esas reglas que no se han respetado, ¿incluirían aplicar a López Obrador lo que dice el reglamento del PRD? ¿Tiene que ser expulsado porque apoyó de manera abierta a otro partido?
—Absolutamente. Andrés Manuel anunció que en la campaña iba a apoyar a los tres partidos (PT, Convergencia y PRD) de manera discrecional (…), y en aquel momento el partido no hizo nada. El partido tiene tiempo de no hacer nada respecto a esas cosas (…). Debemos definir si vamos a seguir sin reglas, o no, y ver no sólo las reglas, sino el cumplimiento de las mismas. Lo que no estoy dispuesto es a decir “aquí no ha pasado nada”. Se tienen que discutir en todos los órganos correspondientes las renuncias de las personas que no han respetado las reglas internas.
—¿Incluyendo a Andrés Manuel López Obrador?
—Incluyendo a todo mundo…
Aquella carta de Cárdenas, titulada Un último señalamiento, hace pensar en el verso de Jaime Sabines: Es la última vez que te quiero, de veras te lo digo…
En el texto, el ingeniero dio por “lógico” el colapso del 5 de julio porque, como está, el PRD “es incapaz de dar viabilidad a su proyecto democrático y progresista de nación, y sobre todo no le es de ninguna utilidad al pueblo mexicano…”.
Dos días después lo visitaron algunos líderes (incluido Jesús Ortega), y en el encuentro “se planteó convocar a una reunión incluyente”, pero antes debían tomarse “decisiones que permitirían iniciar el proceso de recuperación de la legalidad interna, en particular (…) la pérdida de derechos partidarios de quienes hubieran contendido contra el PRD”.
Para ello debían tomarse, advirtió, “decisiones valientes” (tan simples como respetar la legalidad interna) y ejercer una política “con la que se identifiquen los miembros del partido leales a sus principios fundacionales…”.
En aras de una embustera “unidad”, Cárdenas y González Garza fueron desdeñados por las tribus.
A los dos, sin embargo, les queda el saco de los profetas en su tierra, ya que el verdugo de lo mejor que ha construido la izquierda mexicana se destapó a sí mismo sin partido (ya verá qué membrete le conviene) para una segunda postulación que lo lleve, sin asomo de duda, a su primera reelección como presidente legítimo.
Carlos Marín
2009-08-03•Al Frente MILENIO.
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A mediados de julio, una carta pública de Cuauhtémoc Cárdenas fue ignorada por los gobernadores, ex líderes y algunos jefes tribales perredistas que se reunieron en Morelia para lamerse las heridas del colapso electoral.
Varios de los mismos volvieron a sesionar en esa ciudad a finales del mismo mes… y repitieron la pendejada: no tomaron en cuenta al fundador del partido que les ha dado, además de una coartada existencial, casa, coche, vestido, sustento, celular, achichincles y un titipuchal de otras prebendas costeadas por el erario.
“Coincido con su diagnóstico”, dijo categórico el 16 de julio el coordinador de la diputación federal perredista, Javier González Garza: “Desde hace largo rato se han perdido las reglas mínimas”.
—Esas reglas que no se han respetado, ¿incluirían aplicar a López Obrador lo que dice el reglamento del PRD? ¿Tiene que ser expulsado porque apoyó de manera abierta a otro partido?
—Absolutamente. Andrés Manuel anunció que en la campaña iba a apoyar a los tres partidos (PT, Convergencia y PRD) de manera discrecional (…), y en aquel momento el partido no hizo nada. El partido tiene tiempo de no hacer nada respecto a esas cosas (…). Debemos definir si vamos a seguir sin reglas, o no, y ver no sólo las reglas, sino el cumplimiento de las mismas. Lo que no estoy dispuesto es a decir “aquí no ha pasado nada”. Se tienen que discutir en todos los órganos correspondientes las renuncias de las personas que no han respetado las reglas internas.
—¿Incluyendo a Andrés Manuel López Obrador?
—Incluyendo a todo mundo…
Aquella carta de Cárdenas, titulada Un último señalamiento, hace pensar en el verso de Jaime Sabines: Es la última vez que te quiero, de veras te lo digo…
En el texto, el ingeniero dio por “lógico” el colapso del 5 de julio porque, como está, el PRD “es incapaz de dar viabilidad a su proyecto democrático y progresista de nación, y sobre todo no le es de ninguna utilidad al pueblo mexicano…”.
Dos días después lo visitaron algunos líderes (incluido Jesús Ortega), y en el encuentro “se planteó convocar a una reunión incluyente”, pero antes debían tomarse “decisiones que permitirían iniciar el proceso de recuperación de la legalidad interna, en particular (…) la pérdida de derechos partidarios de quienes hubieran contendido contra el PRD”.
Para ello debían tomarse, advirtió, “decisiones valientes” (tan simples como respetar la legalidad interna) y ejercer una política “con la que se identifiquen los miembros del partido leales a sus principios fundacionales…”.
En aras de una embustera “unidad”, Cárdenas y González Garza fueron desdeñados por las tribus.
A los dos, sin embargo, les queda el saco de los profetas en su tierra, ya que el verdugo de lo mejor que ha construido la izquierda mexicana se destapó a sí mismo sin partido (ya verá qué membrete le conviene) para una segunda postulación que lo lleve, sin asomo de duda, a su primera reelección como presidente legítimo.
cmarin@milenio.com
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