El asalto a la razón
Carlos Marín
2009-08-24•Al Frente.MILENIO.
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En su Ojo por ojo de ayer, Álvaro Cueva dice que el caso Iztapalapa es “el retrato de nuestro patetismo” y “una vergüenza que afecta a todos los mexicanos”.
Quizá no a todos, vale acotar, pero en ella caben al menos los habitantes (como dos millones) de la demarcación más poblada del Distrito Federal y la de mayor presupuesto (poco más de tres mil millones de pesos).
En la misma página de MILENIO, Juan Ignacio Zavala prevé un giro aún más extraordinario en esta tragicomedifarsa política: Juanito no cederá el cargo porque “quiere gobernar, para eso ganó, dicen los suyos”, y la fama “hizo de las suyas en él” pues ya “entendió sus posibilidades…”.
Lo cierto es que sobre y contra el sui géneris personaje han estado manifestándose rijosos seguidores de Clara Brugada, la ex candidata por quien se comprometió a contender y ganar para entregarle después el poder, y que Juanito, efectivamente, está en aptitud de recobrarse a sí mismo y, aun sin proponérselo, darle una lección de congruencia elemental al más atrevido, intuitivo y sagaz líder de masas.
El enfrentamiento viene subiendo de tono:
“Si la compañera (Brugada) no coopera, Juanito no dejará la delegación”, advirtió, luego de sufrir el hostigamiento de “gente escandalosa, que no tiene por qué andar haciendo exhibiciones ni andar gritando en la calle”.
El sábado, una turba de recelosos de su palabra “me gritó, me insultó; casi me quería pegar…”.
Más: “No permitiré que Clara Brugada se cuelgue de mi fama, y denunciaré penalmente cuando me llegue otra amenaza. Juanito no tiene miedo. No me amedrentarán (…).Yo le digo a Clara que calme a sus perros rabiosos”.
Anoche se reunió con ella para buscar un arreglo, aunque en la víspera refrendaba: “Juanito va a cumplir; sólo que aún no es tiempo de renunciar. Después del 1 de octubre, cuando asuma la jefatura, podemos empezar a hablar de mi licencia… siempre y cuando se llegue a un buen acuerdo”.
Le declaró a Flor Canseco: “El nerviosismo de la ex candidata y sus simpatizantes” aumentó, porque dijo en MILENIO que le exige a la señora comprometerse, ante notario público, a que la mitad de las direcciones generales y otros puestos en la delegación serán para cuadros del PT.
El delegado electo sabe que tiene la ley a su favor para correr el riesgo de gobernar y, de paso, darse el lujo de impartir una cátedra de pragmatismo a quien terquea con ser Presidente de la República y pretende, mientras tanto, titiritear la codiciada Iztapalapa.
Puede renunciar, desde luego, pero no al cargo delegacional, sino a seguir haciéndola de pelele desechable.
Juanito se graduaría entonces de Rafael Acosta Ángeles (que así se llama), con la dignidad que Andrés Manuel López Obrador le hizo añicos el día en que lo usó de manera tan degradante que ni siquiera conocía su nombre, cuando le dio su primera y temeraria orden: “¡No te la vayas a creer…!”.cmarin@milenio.com
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