domingo, 16 de agosto de 2009
HERIBERTO YÉPEZ:" DEL DESASTRE EDUCATIVO SON RESPONSABLES EL CATOLICISMO Y LA TV"
El polémico escritor y terapeuta se lanza aquí contra la situación lamentable de la cultura y la educación en México: “La Maestra (Gordillo) simboliza a la mamá que castra y a la que el mexicano ama”, advierte.
2009-08-16 Milenio semanal Enviar Nota Imprimir
FOTO:OMAR PIMIENTA.
A la publicación del artículo de Heriberto Yépez “La SEP desaparece filosofía” (suplemento Laberinto de MILENIO Diario, 11-IV-09) le siguió una carta privada de Comunicación Social de la Secretaría de Educación Pública, en la que le aseguraban al escritor tijuanense que “La reforma al nivel de educación media superior en ningún aspecto contempla la eliminación de las materias de filosofía”. En su extensa réplica Yépez cita el Acuerdo 442 de la SEP: “Otras disciplinas como Filosofía, Ética y Lógica no se incluyen por ser de carácter más bien transversal, pero no por ello se asume que sean de menor importancia. En el marco del Sistema Nacional de Bachillerato podrán incluirse como asignaturas si así se considera pertinente” (Diario Oficial, 26-IX-08). Esta decisión, revira Yépez, “deja a la filosofía y sus ramas en un categoría de menor importancia o, al menos, en una situación muy vulnerable y abierta a su completa desaparición dentro de la educación media superior, porque pretender que se puede enseñar filosofía ’transversalmente’ es tan irreal como pretender que ’transversalmente’ se podría enseñar matemáticas o inglés. Afirmar que la filosofía sigue realmente presente después de esta reforma o es una triste simulación o una grave ingenuidad”, y añade: “La educación mexicana está en un momento muy grave. No sólo los resultados de los estudiantes mexicanos dejan mucho qué desear, sino también los resultados mismos de los profesores, como una prueba nacional reciente demostró”. El escritor y también terapeuta abunda en su respuesta a la SEP sobre la degradación y corrupción del sindicato de maestros y la importancia de la filosofía en la enseñanza: “La filosofía, tal como se enseña en los planteles, no está dedicada a identificar y desarrollar las técnicas para pasar de la conciencia infeliz, la conciencia descontenta, a la acción radical que revolucione el orden global. De hacerlo, tendría que combatir valores familiares y religiosos fuertemente arraigados y que son algunas de las causas directas de nuestro subdesarrollo psicohistórico. La filosofía está inconclusa y ha sido tímida. Demasiado respetuosa de la índole reaccionaria de una parte de nuestra cultura popular y ’cultura alta’”. Con la próxima aparición de El nuevo mexicano, en la editorial Planeta, Heriberto Yépez continúa estas reflexiones emprendidas por escritores y pensadores como Samuel Ramos, Jorge Portilla, Octavio Paz y Roger Bartra, entre los más destacados.
“Después de Sergio Pitol y José Emilio Pacheco, que ya rindieron lo que debían, no hay duda de que Juan Villoro y Heriberto Yépez son las inteligencias literarias más poderosas con las que cuenta actualmente nuestro país”. Concuerdo sólo en parte con esta afirmación de Evodio Escalante pues Yépez le lleva una ventaja astronómica a la mayoría de los escritores mexicanos, no solamente por el territorio físico y mental desde el cual escribe, sino por la originalidad de sus ideas y la revuelta lingüística que ha acometido en solitario. Autor y coautor de media centena de libros en español e inglés y cientos de ensayos, poemas y artículos desperdigados en revistas y suplementos culturales de México y el extranjero, Heriberto Yépez (1974) irrumpió en el paisaje literario al despuntar el nuevo siglo arrojando, desde el “laboratorio de la posmodernidad”, según Néstor García Canclini, o “la verdadera tierra baldía, el deshuesadero cósmico”, como prefiere Yépez, un puñado de obras en las que se expresaba una voz poderosa y disonante. A.B.U.R.T.O. (2005) fue incluida en la encuesta de la revista Nexos entre las mejores novelas mexicanas de las tres últimas décadas y, de acuerdo con el diario Reforma, Tijuanologías (2006) y El imperio de la neomemoria (2007) figuraron en la lista de los mejores libros de esos años. Al otro lado (2008) es su última novela.
“Entre los pocos críticos literarios que ejercen en este país”, apuntó Christopher Domínguez Michael, “Heriberto Yépez merece ser destacado por la independencia de sus juicios, el valor con que los emite y su conocimiento de otras literaturas. Ensayos para un desconcierto y alguna crítica ficción reúne algunos textos plenos en aciertos e interrogaciones. Son minucias que da gusto conversar con un escritor que sabe qué es la crítica literaria”. En Letras Libres Christopher Domínguez se ha ocupado otra vez de la proteica obra de Yépez, con quien se bate y al que celebra: “Yo, que comparto algunas de las supersticiones que Heriberto Yépez condena, no puedo sino descubrirme ante su pasión erudita y ante el estado de exaltación que sufre, volviéndolo único en una literatura mexicana ajena a la discusión de ideas”. Por su parte, este hombre que vive en el filo de la frontera norte dice que “la literatura es una guerra pequeña, un combate de lánguidos”.
“Toda mi adolescencia la pasé escuchando música en un radio de baterías”, recuerda Yépez, “en el patio de mi casa, rodeado de olor a basura quemada en el cerro de enfrente, leyendo libros —a veces robados, a veces segundones— de ovnis y Borges, Neruda y los secretos del Grial, Mi lucha de Hitler y La Sagrada Familia de Marx, fumando, esperando el fin de la luz vespertina para luego ver los helicópteros gringos que se pueden ver desde esta parte alta de la ciudad y maldecirlos, ya pedo, en medio de una completa oscuridad”.
RV: La cultura y la educación en México están en crisis. La mayoría de sus habitantes reprobaría un examen de primaria. ¿En qué momento se jodió México?
HY: México se jodió en 1968. En los años sesenta Estados Unidos, con todo y su racismo, reformó su sociedad. Los mexicanos no. Al cerrar la puerta al cambio de mentalidad en 1968 México comenzó a colapsarse. Díaz Ordaz es el mexicano típico. Sin ese cambio no puede haber capitalismo ni socialismo; no puede haber ningún tipo de avance. El gran problema de México es que no sabe actualizarse y, en cambio, condena a los que piden el cambio, los ironiza y aplasta. A México no le quedan muchas décadas. Tomó las decisiones equivocadas, es un Estado terminal.
RV: También eres autor de un breve libro: Contra la tele-visión. ¿Crees que la televisión es la verdadera Secretaría de Educación Pública?
HY: Educar significa reiterar nociones hasta que queden aprendidas. Del desastre educativo hay dos grandes responsables hoy: el catolicismo y la televisión. La forma en que ambas educan diariamente al mexicano lo vuelven impotente, alguien que se burla de sí mismo, un medio-ser incapaz de tener sexo placentero o de pensar por sí mismo, un idiota emocional, orientado al pasado, es decir, atemorizado. El mexicano tiene miedo de su fuerza; la condena. En el pasado fue castigado por intentar usarla; hoy se castiga él mismo. Y cuando alguien o algo llama a hacer un cambio drástico todos lo sofocamos para evitar el “castigo”, el cambio es visto como una amenaza. Queremos “seguridad”, es decir, que todo nos resulte “familiar”. Eso es lo que el PRI nos da: lo ya conocido. Si algo cambia, el mexicano siente que su mundo se va a acabar. Por eso es conservador.
RV: ¿Cómo podrías describir a Elba Esther Gordillo?
HY: Hay dos ciencias que avanzaron extraordinariamente en el siglo XX: la física subatómica y la psicología profunda. La ciencia psicológica actual nos permite entender que La Maestra permanece en el poder porque encarna el inconsciente femenino de sus aliados; la dependencia de Calderón respecto de ella se debe a que la parte femenina de la psique del presidente queda autorretratada por Gordillo, es su “ánima”, diría Jung; ella representa la figura femenina formada por madres manipuladoras, mermadas de su femineidad, tremendamente inseguras y que castran al varón. Cualquier hombre cuyo ser femenino interno posea este perfil caerá bajo el poder de Elba Esther. Creerá que la necesita, que sin ella no puede “ser”. La Maestra simboliza a la mamá que castra y a la que el mexicano ama.
RV: En el México machista la ley dice proteger a las mujeres pero muchísimas de ellas siguen siendo golpeadas, violadas, asesinadas...
HY: México es un país secretamente matriarcal. Los valores que predominan son los de madres no autorrealizadas, de ahí proviene buena parte del machismo. La reforma más importante que debe hacerse en México es una sanación de heridas heredadas. Si las mujeres disfrutaran su vida erótica, si fueran independientes económicamente y procrearan una vez que hubieran logrado esto el país avanzaría. De otra forma sólo transmitirán a sus hijos la dependencia y la falta de integridad. La mexicana desea la situación de dependencia que vive. La incultura le enseña a desear su autodestrucción. Lo mismo ocurre con el varón. El mexicano ya hizo suyo el odio que ha sufrido en el pasado. Se autodesprecia. Administra ese odio, por ejemplo, mediante la ironía, que es una ruptura incompleta con los valores dominantes. Sobre esto escribió Karen Horney: el cinismo y la ironía nacen de la frustración. Lo irónico niega algo, afirma lo que niega y reitera lo que critica; es una obediencia a regañadientes. “Uy, qué gobierno tan eficiente” significa “qué gobierno tan corrupto”, pero no se dice abiertamente, sino entre líneas, con amargura.
RV: ¿Así que la educación tiene la batalla perdida contra la “cultura popular”?
HY: No. No ha dado ninguna batalla. En México idealizamos la cultura popular. Si en el pasado era marginada, hoy la cultura popular controla los medios, es la élite total. Sustenta a todos los valores dominantes y reaccionarios. La cultura popular mexicana nos tiraniza y reduce. Está basada en culpar al otro, reírse de la madurez, aplaudir el subdesarrollo y creer que el estado de conciencia en que se encuentra es el mejor, lo más chingón, la neta de las netas. No cree en la superación. Sabe que si se supera se despediría de la forma de vida de su familia y eso es lo que no se quiere. La cultura popular es una mentalidad compartida por masas, empresarios y partidos.
RV: El socialismo fracasó. El capitalismo en México está infestado por la corrupción y los monopolios. ¿Hacia dónde ir?
HY: Para que el capitalismo avance se requieren periódicos, cambios de mentalidad que fomenten nuevas formas de vida, nuevos consumos. En este siglo México se convertirá en un obstáculo para el avance capitalista estadunidense; la integración con México sería un desastre para ellos. Llegará un momento en que Estados Unidos entrará en una crisis económica de la que sólo saldrán combatiendo a México, tomando control de sus recursos y, sobre todo, limitando el influjo de sus valores anticapitalistas, como lo supo el odioso Samuel Huntington. La norteamericanización de México es imposible. El catolicismo impide que los valores capitalistas se propaguen, porque el catolicismo mexicano idealiza el victimismo, el populismo, el miedo al cambio, la falta de iniciativa, el tradicionalismo. Llegará el momento en que ese país sólo podrá tomar provecho de México con la intervención.
RV: Es una perspectiva sombría...
HY: Este país ya no tiene cultura. México tiene costumbres que repite; una cultura existe si hay producción de bienestar. Guillermo Bonfil Batalla decía que la cultura es lo que permite transformar un legado, así que si no hay transformación no hay “cultura”. Para que volvamos a tener una cultura el sistema escolar mexicano, desde la primaria hasta la universidad, tendría que incluir programas terapéuticos, de diversa índole, que desprogramen a los jóvenes del legado reaccionario que les entregan costumbres, medios, religión y familia. El problema central de México es que no sabe construir una masculinidad ni una femineidad sanas. El varón se mantiene en un nivel infantil que oculta mediante la sobreactuación de clichés, el “machito”, y la mujer renuncia a su fuerza para volverse su “vieja”. Si deseamos una nación líder, o al menos con empleados eficientes, tiene que haber un severo cambio en la mexicanidad. Si queremos capitalismo, debemos desmantelar Televisa. Si deseamos algo superior al capitalismo, entonces habrá que desmantelar totalmente la llamada “mexicanidad”.
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