lunes, 24 de agosto de 2009

LA PASIÓN DE IZTAPALAPA..



Acentos
Juan Ignacio Zavala


2009-08-23•AcentosMILENIO.

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No fuimos pocos los que comentamos que la candidatura de Rafael Acosta, Juanito, a la delegación de Iztapalapa terminaría en una escena propia de La Pasión de Iztapalapa. En efecto, el folclórico personaje que hace las delicias de los medios con su apariencia física, su cintita en la cabeza y sus galimatías verbales está a punto de protagonizar uno más de los zipizapes a los que nos tiene acostumbrada la izquierda mexicana.
Juanito quiere gobernar, para eso ganó, dicen los suyos. Y parece decidido a sacar sus talentos políticos y dotes para la administración pública sin importarle quien quiera detenerlo. Todavía queda en la memoria aquella toma de protesta estaliniana que le hizo rendir López Obrador. AMLO no se sabía el nombre del sujeto, tuvo que preguntarlo, le dijo que no se la creyera, que él tenía que hacer esas cosas por el movimiento, que la delegada sería Clarita Brugada. Contento y feliz por estar junto al prócer, Juanito dijo que sí, que todo por el movimiento y que viva Clarita Brugada.
Ese día, Clarita debió haberse despedido de las posibilidades de dirigir la delegación. La cascada mediática que cayó sobre el inefable Juanito le debió haber dado alguna pista de lo que pasaría si el ungido ganaba las elecciones. Los medios, fascinados por el evento en el cual uno competía, otra gobernaría y que Marcelo tendría que arreglar todo por órdenes de Andrés Manuel, le dieron un espacio enorme al entonces pintoresco candidato. Nada había en Juanito que despertara la duda de su lealtad al movimiento. Se hizo todo un personaje. Salieron sus fotos en diversas manifestaciones en las que participó. En una de ellas aparecía semidesnudo con una foto de Jesús Ortega en los calzones. La fama hizo de las suyas en él y entonces entendió sus posibilidades. El movimiento será el movimiento, pero él ganó y eso sí, ni el movimiento se lo va a quitar.
Clarita ya siente que todos los votos que le consiguió a Juanito se los va a quedar él, y que la delegación está cada día más lejos. Así que armó una manifestación. La cosa acabó mal. La gente de Juanito acusa a Brugada de haber amenazado a su líder. Juanito dice que si “la compañera no coopera, Juanito no dejará la delegación”. Con traje, corbata y su cinta en la cabeza, el próximo delegado le advierte a su compañera que no quiere “gente escandalosa, que no tiene por qué andar haciendo exhibiciones en la calle ni andar gritando en la calle”.
Gritos, reclamos, porras, señalamientos: todo está puesto para la gran zacapela. Todo parece indicar que alguien saldrá crucificado. Con lógica impecable, Juanito sentenció: “Es mejor un buen arreglo, que un mal arreglo”. El delegado saliente hizo un llamado a tener una “actitud más republicana”. Como muestra de que en esa demarcación la realidad se mezcla con la ficción, el alcalde saliente se llama Longino García. Sí, Longino, como el soldado que clavó la lanza en el corazón de Cristo en la cruz. Lo dicho: estamos presenciando La Pasión de Iztapalapa. juanignacio.zavala@milenio.com

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