domingo, 10 de enero de 2010

Gabriel Bernal Granados... El libro ha sobrevivido de espaldas a una sociedad funcionalmente analfabeta”


Independiente y mexicana, Libros Magenta es una editorial joven cuyo catálogo atiende autores nacionales y extranjeros, y que apuesta, entre otros temas, por literatura que dé cuenta del día a día en la Ciudad de México.


2010-01-09•Varia

Gabriel Bernal Granados y Ana Rosa González Matute, directores de Magenta. Foto: Archivo Gabriel Bernal

Narrador, ensayista y poeta, Gabriel Bernal Granados (Ciudad de México, 1973) es uno de los escritores más reconocidos de su generación, quien también se ha destacado por su labor como editor. Libros Magenta, editorial que dirige junto con Ana Rosa González Matute, ha publicado autores “de culto”, como él los llama, y una colección de autores mexicanos, pretextos para la siguiente conversación.
¿Cómo y cuándo surge la colección Narradores de la Ciudad?
Compuesta hasta ahora de cinco títulos, Narradores de la Ciudad es producto de una coedición entre Libros Magenta y la Secretaría de Cultura del Gobierno del DF. La iniciativa surgió hace poco más de un año, luego de una reunión con la secretaria de cultura Elena Cepeda quien, después de conocer nuestro proyecto editorial, nos sugirió editar una colección con ellos. En un principio, nosotros queríamos hacer sólo cuatro títulos, y ellos nos pidieron algo que tuviera continuidad, un proyecto de largo plazo que tuviera que ver con la ciudad.
¿Cómo funciona, orgánicamente hablando, esta colección?
La idea original era incluir autores nacidos en la Ciudad de México. Esto, al poco tiempo, se convirtió en una utopía, porque no son muchos los autores nacidos en la ciudad que tengan libros terminados. De inmediato abrimos la colección a los nacidos en toda la República, con la condición de que en sus libros hubiera cierto tinte urbano. Cierto tinte no comporta desde luego una restricción sino más bien una escenografía y una preocupación por las metamorfosis de un continente narrativo, que bien podría ser la Ciudad de México o cualquier otra.
¿Cuáles son los libros que han publicado hasta ahora?
El primer libro de la colección se titula Peach Melba. Se trata de una serie de cuentos de una narradora hasta entonces inédita, Carol Kauffman. Los cuentos de Peach Melba, de hecho, sí transcurren en la Ciudad de México y siguen una especie de ordenamiento autobiográfico: narran la vida de un personaje virtual desde su infancia hasta su vejez. Digo virtual porque el nombre de este personaje no es el mismo a lo largo de todo el libro, pero tarde o temprano el lector descubre una identidad reiterativa que hace pensar en él como si se trataran de las fases fragmentadas de una novela episódica.
Hemos publicado libros más o menos variados en cuanto a temáticas y estrategias formales: La guerra fue breve, de mi autoría; La ciudad imaginada, de Alberto Chimal; Los restos del banquete, de Gabriel Wolfson y Cerdos, ópera prima del joven escritor y editor Abel Ibáñez Galván. A primera vista podría parecer una colección demasiado variada en cuanto a sus intereses y contenidos; sin embargo, creo advertir una tendencia homogénea que apunta hacia una temprana consolidación. No tengo dudas en cuanto a que esta tendencia se irá haciendo, con el tiempo, cada vez más evidente.
¿Cómo se inserta la colección en el planteamiento original de una editorial como Libros Magenta?
Narradores de la Ciudad, pese a ser el fruto de una coedición con una entidad gubernamental, no está alejada de la órbita de los intereses generales y genuinos de Libros Magenta. Más bien lo contrario: si hemos editado libros de autores de culto como Jorge Eduardo Eielson, y en particular su novela de los años sesenta El cuerpo de Giulia-no, o a los norteamericanos Guy Davenport, Paul Metcalf y próximamente Susan Howe, Narradores de la Ciudad obedece a una de las principales líneas editoriales de nuestro proyecto: publicar literatura mexicana, y sobre todo literatura mexicana en estado de emergencia. La coyuntura que hizo posible estos cinco títulos fue la coedición con el Gobierno del Distrito Federal. Evidentemente, los autores que han integrado la colección son autores que no tienen —ni siquiera creo que aspiren a tenerlo, salvo Alberto Chimal— un nicho de mercado definido. Todos son escritores que no representan, para las editoriales “grandes”, un gancho comercial que anime a la publicación inmediata de sus obras. El dinero invertido en la publicación de sus libros no representa para la editorial una recuperación en el corto ni el mediano plazo. Esto, sin embargo, no significa que no se trate de libros necesarios, libros que tienen que estar ahí: estos libros serán reclamados en su momento, cuando se haga el inventario de lo que ocurría en nuestra literatura en la época que estamos viviendo.
¿Cuáles son la dificultades materiales y económicas que enfrenta Libros Magenta para poder llevar a cabo un proyecto de esta índole?
Esta colección de literatura y escritores mexicanos aparece en uno de los peores momentos por los que ha atravesado la industria editorial en este país. Hemos sido testigos, en los meses y en los años recientes, de la desaparición de editoriales, suplementos culturales y, en general, de los foros que tradicionalmente asociamos con la expresión literaria. Lo menos aconsejable hace unos años (nuestra editorial nació en agosto del 2006) era invertir en una editorial y mucho menos en una editorial con una apuesta similar a la nuestra. Sin importarnos, a Ana Rosa González Matute y a mí, esta circunstancia en lo más mínimo, o, mejor dicho, absolutamente preocupados por esta circunstancia, fue que decidimos fundar nuestra editorial y darle continuidad a nuestro proyecto. Hasta ahora las cosas nos han resultado bastante bien —hemos publicado en tres años de existencia quince títulos, seis de ellos en los últimos cinco meses. Hace poco me preguntaron ¿cómo va la editorial?, y, para zanjar la cuestión, respondí que la editorial iba muy bien, pero que el país estaba fatal. El libro ha sobrevivido, sobre todo en los últimos tiempos, de espaldas a una sociedad funcionalmente analfabeta, cada vez menos apta para lidiar con sus propios productos culturales.
¿Qué ocurre con los libros de escritores para escritores?
Un libro de escritores para escritores puede tener una connotación peyorativa. Estaríamos hablando en ese caso de una forma de escritura decadente o solipsista que no encuentra solución de continuidad más allá de sí misma. Sin embargo, si lo pensamos bien, en estos momentos no hay libros, salvo los de superación personal o los libros de coyuntura política o social, que no se compongan para un limitadísimo número de lectores. En una clase de nivel licenciatura o de posgrado es cada vez más difícil hacer que tus alumnos comprendan la importancia de una novela como Los Buddenbrook de Thomas Mann en la confección de un imaginario moderno, que tiene en la figura del escritor —o del artista— su centro de gravedad. Las nociones de tradición y de cultura han caído en un desuso muy parecido al hundimiento, sobre todo en un país como el nuestro. Recurro al ejemplo de Thomas Mann, un tanto tomándolo al azar, para tratar de aclarar mi punto: en estos momentos no hay libro que no esté condenado a ser objeto de un consumo autofágico. Paul Valéry lo dijo hace mucho, y de manera más elegante: los libros se escriben para ser leídos únicamente por sus autores.
Por otro lado, me parece una circunstancia muy significativa que en estos tiempos de miseria sean los escritores mismos quienes, preocupados por la situación o simplemente acuciados por ella, estén haciendo editoriales para publicar todo aquello que las editoriales “grandes”, consagradas o establecidas no quieren publicar, ya sea por falta de ganas o por “falta de presupuesto”. Son varias las empresas editoriales independientes que han surgido en los últimos tiempos, no obstante la condena de fracaso que pesa sobre este tipo de iniciativa.
¿Qué proyectos tiene Libros Magenta para el 2010?
En 2010, con apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, vamos a publicar cuatro libros: un ensayo largo y complejo, mas no por ello menos hermoso, de la poeta norteamericana Susan Howe; un libro de poemas inédito de Alfonso D’Aquino; un ensayo sobre Theodor W. Adorno del filósofo y crítico de arte Jorge Juanes, y un libro de cuentos de Ricardo Pohlenz. Asimismo, existe el deseo expreso de los funcionarios de la Secretaría de Cultura del DF de darle continuidad a Narradores de la Ciudad, al menos durante los próximos dos años, publicando incluso más títulos al año de los cinco publicados originalmente.Ernesto Herrera

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