martes, 26 de enero de 2010

CHULETISMO COLUMNAR...



Los teóricos de la comunicación de masas, tendrán que asimilar este “nuevo concepto periodístico” surgido hace unos dillitas en estas mismas páginas.

A confesión de parte, relevo de prueba:

“ Y es que convivir con la intelectualidad- dice el chuletero autor curándose en salud- nunca ha sido tarea fácil, mucho menos en un escenario tenso en el que hay que luchar agresivamente por la chuleta.”.
De antología, ¿verdad arrogantes, soberbios, culteranos lectores de Collitas y Malekón que se cagaron de la risa con esa contundente exhibición pública de extrema pobreza conceptual?
A partir de estas líneas de humor involuntario, Mr. Chuleta no tenía necesidad de llover sobre mojado afirmando la obviedad de que “el debate no se ve”.
Claro que no lo ve, no porque no quiera, sino porque no puede. Es un debate de ideas cada vez más vivo en los sectores medianamente informados e lustrados de la sociedad, nítida e intensamente reflejado en la mejor prensa mexicana, de la cual tenemos ejemplos no solamente en el DF sino también en nuestra hermosa provincia, sobre todo en las capitales estatales y ciudades medias.
En ninguna de esa latitudes se da el fenómeno del “chuletismo” de manera tan lacerante como aquí entre Nos. Somos la vergonzosa excepción. Se trata de una expresión radical de un fenómeno más amplio, el cáncer social del analfabetismo funcional enquistado en los medios.
Por eso decimos- no se necesita arrogancia para denunciar tan escandalosa flagrancia- que el chuletismo columnar es la otra cara de la moneda de la lumpenización de la clase política. De aquí que quienes pretenden reducir esta argumentación crítica, a un “pleito personal”, no hacen más que exhibir su chuletismo mental, pues los nombres pierden su significado cuando se diluyen en el estereotipo.
Héctor Taponar, uno de los intelectuales mexicanos que suelen frecuentar el tema de nuestra catástrofe educativa, nos ilustra al respecto:
.“ De acuerdo con los parámetros de evaluación de la prueba ENLACE, en habilidad lectora, 50.1 por ciento no es capaz de relacionar los elementos del texto, ni comprenderlo de forma completa para poder sintetizarlo(…). Tampoco pueden establecer relaciones entre la postura del autor y la información que apoya su punto de vista, sean hechos, datos o contexto. Menos aún realizar inferencias complejas que le permitan tener una interpretación global del texto(…) o establecer nexos entre argumentos y contraargumentos.(…) Se produce así un fracaso educativo en cascada, que se traduce en mediocridad académica y profesional.(…)Un sistema educativo que produce un alto porcentaje de analfabetos funcionales no sólo es un fracaso evidente sino un atentado contra la nación. La situación es a todas luces insostenible..”
Este es el contexto insostenible en el que se da el síndrome chuletista. Para muestra, otro botón y lugar común: las pretensiosas citas culteranas de Penélope(¡!La célebre reportera!!) y, sobre todo, de Voltaire.
Dice el columnista: “lo grave, es que ante la ausencia de debate (el ausente es otro) aparezcan actitudes xenofóbicas(sic.¿dónde está el odiado extranjero?) contrarias al pensamiento volteriano(recontra sic). Voltaire , que funda su razón natural en la tolerancia y la razón(sic ad infinitum), escribió: no estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a expresarlo”.

Si el aludido se viera obligado a precisar en qué libro de Voltaire está la susodicha frase, ni aun leyendo toda la obra poética y ensayística del autor del Cándido( o el optimismo), podría dar una respuesta correcta, por una razón muy sencilla: Voltaire nunca escribió ni dijo esa frase.

Es apócrifa. Aparece por vez primera en 1906 en The Friends of Voltaire
de Evelyn Beatrice Hall, o S. G. Tallentyre su pseudónimo: «I disapprove of what you say, but I will defend to the death your right to say it», es la expresión inglesa original...

Pero bueno, no cabe duda que es una frase voltaireana, lo que no implica que si bien tú tienes el derecho de decir lo que quieras, yo renuncio a criticar tu dicho. Sobre todo cuando ese dicho no está dictado por una convicción racional propia, sino por el estómago. Desde entonces, la pluralidad expresiva pasaba por un control de calidad.

Lo que defendían los hombres del Siglo de la Luces, de la Ilustración los Enciclopedistas, era la libertad de expresión de raíz, de la palabra liberada del yugo de la ignorancia y del oscurantismo prohijado por el dogma religioso y el deísmo fundamentado en la Teodicea de Leibnitz. O en palabras de Immanuel Kant: “La Ilustración significa el movimiento del hombre al salir de una puerilidad mental de la que él mismo es culpable. Sapere aude es, por consiguiente, el lema de la Ilustración.»
Sapere aude: Atrévete a saber…O mejor dicho: todo hombre o mujer tiene el ontológico deber de ser un intelectual, de ejercer los atributos que lo distinguen de la bestia. De ser un Homo Sapiens.

Siguiendo la lógica chuletera, “los hampones que nos gobiernan” son todos aquellos que se niegan a proveernos la chuleta. Luego entonces, si el hampón mayor decidiera no solamente darnos la chuleta, sino la vaca entera, e incluso el rancho ganadero, dejaría de serlo. Por eso, hasta ahora, Leonel y Narciso son “hampones”, pero no Rosa Delia ni el chinito Yuan.

Por otra parte, el pasarse toda una vida escribiendo en el mismo periódico del pueblo nativo-sin atreverse a probarse en otras latitudes donde seguramente no le publicarían-, no significa necesariamente la consagración del periodista. Por el contrario puede ser la prueba contundente de un estancamiento, verdaderamente patético. Tan de pena ajena como la comparación de los “lectores” con la “clientela” del paletero. El verdadero reto periodístico del Peninsular es llegar a esos sectores sociales medianamente informados e lustrados, que no se sienten representados por el chuleterismo columnar en boga. Este capítulo es el que quisiéramos cerrar, no el periódico.
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