domingo, 17 de enero de 2010

BAJO EL SIGNO DE OPHIUCHUS...


Sacando a pasear al demonio que todos, mortales e inmortales, llevamos dentro, un Dios iracundo quiso saludar este 2010 con otro ensayito del “Apocalipsis”, ensañándose con uno de los pueblos más miserables de este Valle de Lágrimas: el insular Haití.
Premonitoria señal del inminente Fin de los Tiempos anunciado por los Mayas, los Celtas(Odín), y Nostradamus, entre otros oráculos, fijado para el 21 de diciembre del 2012( “20 días después de la tema de posesión de Peña Nieto”, hacen ya sus cálculos los priístas). Justo cuando nuestro sol se ubique en el vértice –punto de encuentro de la lanza de Sagitario y la cola de Escorpión- del Ecuador cósmico, de donde Ophiuchus(El portador de la serpiente), el treceavo signo zodiacal, emergerá en un estallido final…o de un nuevo renacimiento o revelación.

Cuales Sísifos irredentos, empezábamos a tratar de remontar la bicentenaria cuesta de Enero, asimilando el nuevo ajuste de cuentas calderonianas fraguado en coloquios palaciegos-Ruta Pinos –San Lázaro- en el impasse decembrino; bolereando el llanto de las legionarias y cincuentonas gruppies de Sandro por la muerte de su ídolo, y el de los fanáticos chivas por la salida del “rebaño sagrado” de Ramoncito… Cuando PUM! , que nos cambian de canal y se nos viene encima la avalancha de cadáveres pudriéndose sobre las infernales calles de Puerto Príncipe, convertida en la gran morgue planetaria a la intemperie(más los que yacen bajo los escombros), con el permiso de escenarios de guerra como Irak y Afganistán, y desde luego nuestras Ciudad Juárez , Tijuana y Caminos de Michoacán. con todo y sus pueblos que van pasando, pal otro lado y/o al narco..

Haití, dicen los que siempre ven el vaso medio lleno, gente positiva, nos demuestra que no hay porqué andar de quejumbrosos, de negativos, si no estamos tan mal. Hay dimensiones peores que la nuestra. El terremoto del pasado martes 12, no solamente derrumbó físicamente al pequeño país de 9 millones de habitantes arrejuntado en media isla de la Española. También barrió con el gobierno y un Estado más que fallido. Que nos sirva como lección divina para valorar lo que tenemos, pregonan los evangelistas de la superación personal. Del voluntarismo revolucionario:! Sí se puede!. Tan caro para el “espurio” que no dejó de regalarnos esa conmovedora imagen de una sonriente pareja presidencial supervisando el envío de víveres y medicinas a los hermanos haitianos, de parte de sus hermanos mexicanos, que como dice la canción, somos puro corazón, sobre todo de parte de los 40 millones de compatriotas que también saben lo que es el hambre y la discriminación.

Si la irrupción del EZLN el año nuevo del 94, desnudó ante el mundo la lacerante realidad del México Profundo, la telúrica Apocalipsis haitiana volvió a poner el dedo en la llaga de los inframundos que en pleno siglo XXI permanecen en el área de influencia del capitalismo estadunidense: la Norteamérica que en la era de papa Bush y su Tormenta del Desierto, se autoproclamó “líder moral de Occidente”..
Si Cuba, el anatema de los adoradores del mercado y la democracia industrial(decía Salinas), representa el fracaso del socialismo real en este hemisferio, con sus aberrantes secuelas dictatoriales que aniquilaron la libertad de expresión y de tránsito-entre otros derechos humanos fundamentales-, Haití simboliza la tragedia del capitalismo salvaje en toda su demoniaca expresión de injusticia social.

De 9 millones, 6 son- o eran- desempleados y analfabetas. Y no faltará quienes citen a Malthus y su teoría catastrofista, que veía en la guerra y los desastres naturales, una forma de depuración natural o divina de los tumores malignos de la civilización; un control demográfico cortesía del voluntarismo histórico.
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Si usted fue de los despistados que se dieron una asomadita por la Ubre Legislativa el día de la “sesión solemne” conmemorativa del XXXV aniversario de la promulgación de la Constitución Política del Estado de BCS, no me dejará mentir: aquello parecía una “toma”, una secuencia de la película La Ley de Herodes, basada en un cuento de Jorge Ibarguegoitia que tiene lugar en un pueblo llamado significativamente Cuévano.

Sin los grupos estudiantiles que ocuparon los asientos posteriores del recinto legislativo, la desolación hubiera sido aun más deprimente, dejando en sus puros huesos a la “clase política” de las primeras filas, siempre pendiente del aplausómetro.!Mercado Romero más clapeado que Rosa Delia!. Entre ellos y los jóvenes estudiantes, había un amplio espacio de butacas tan vacías como la mayoría de las curules y de las mentes y espíritus que las usurpan gracias a la baja calidad de nuestra democracia..
Una señora rechonchita de apellido Gorosave, fue quien en “representación de la sociedad civil”, hizo uso de la palabra sin el menor sentido del ridículo(¿Quién se fija en tales suplantaciones?), leyendo penosamente un “discurso” que más que un documento político debe ser considerado como un expediente clínico por la minusvalía mental reflejada en cada balbuceo con pretensiones de frase. Pero faltaba todavía le intervención de un tal diputado Ceseña, quien no pudo, por más que le hizo la lucha en tres ocasiones, pronunciar correctamente el término “hegemónico”, provocando la risa burlona de los normalistas.
Todo ante su Alteza Serenísima, su Majestad, el secretario de educación del analfabeta de Narciso, el profe Omarín, quien en representación del gober, ejidatario e ingeniero cachirul, abrazó y beso (a la dama) a los “brillantes” oradores, calificándolos con un rotundo DIEZ…

Mientras tanto Narciso andaba asistiendo al primer acto cultural en lo que va del sexenio: la entrega de la becas del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes(uno de los programas de Conaculta que los estados están obligados a complementar), a la que no invitaron a uno de los becarios: el autor de esta columna
Pero eso sí: me pagaron por adelantado.

-¡!Y vieras cómo se entretuvo el ingeniero platicando con los artistas y escritores!- se despidió inflando sus sonrosados cachetitos Elsa de la Paz en las desérticas inmediaciones del Teatro del Ciudad. ¿En serio? Wooow.
Qué ingeniero tan culto.

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