lunes, 6 de junio de 2011

ANONIMATO EN LA PRENSA MODERNA

Alejandro Alvarez



Dentro de las grandes transformaciones contemporáneas de la prensa está su modalidad de presentación en línea (“on line”) y dentro de ella la posibilidad que tienen los lectores de insertar comentarios a las notas, comentarios que se pueden realizar ya sea suscritos con seudónimos –como ocurre en la mayoría de las veces– o con su nombre real –las menos de las veces–. Esta peculiaridad dio al periodismo un perfil inédito al identificar a amplios círculos de lectores-opinadores con ciertas firmas periodísticas digitales. Por ello, este rasgo ha sido tomado prácticamente por la inmensa mayoría de los periódicos y revistas en línea.

En ciertos círculos periodísticos se debate la pertinencia de mantener esta opción de los opinadores anónimos dada su evolución hacia manifestaciones majaderas, insultantes y muchas de las veces difamatorias contra los autores de los artículos o textos de opinión que son sujetos de crítica por esos juzgadores encapuchados. Uno de los escritores que con más vehemencia ha solicitado eliminar tal posibilidad de intervención anónima es Fernando Escalante (periódico La Razón) quien dirigió a su director editorial las siguientes líneas en torno al tema : “se manifiestan los peores rasgos de la comunicación por internet: el anonimato, la facilidad, la precipitación, la irresponsabilidad, rasgos que en conjunto favorecen además una radicalización tanto más irreflexiva y furiosa cuanto más apresurada, una radicalización que en algunos aspectos recuerda los movimientos de la chusma en un linchamiento”.

La inquietud no está sólo en nuestro país, de hecho nos estamos incorporando un poco tarde a esta discusión. La periodista Milagros Pérez Oliva (periódico El País, España) explica: “la impunidad que concede el anonimato es una de las causas de que la conversación digital adquiera en ocasiones un nivel lamentable, lo cual tiene otro efecto indeseable: ahuyenta a quienes están interesados en mantener un debate respetuoso y constructivo”.

El que un medio de comunicación de voz a los lectores o radioescuchas o televidentes le otorga en automático cierta credibilidad o confianza, eso va en beneficio del medio que tiene como uno de sus propósitos centrales incrementar su auditorio y por tanto el precio de sus espacios a sus anunciantes. La comunicación es un negocio legítimo y legal, estos empresarios están en pleno derecho de explotar los recursos que conlleven a obtener mayores ingresos, que están en proporción directa al número de ese auditorio. Quien es más leído tiene tarifas de anuncio de mayor costo, lógico. Lo cuestionable no es eso sino las implicaciones éticas, sociales y posiblemente hasta económicas que tiene para la empresa sostener las dizque contribuciones de un grupúsculo de irresponsables que lo que menos les importa es el periodismo.

En lo ético y social hay poco que añadir a lo que ya se transcribió antes, sólo sumaría que una sociedad democrática no está hecha sólo de derechos de expresión sino también de responsabilidades y obligaciones por lo que se dice. Ciudadanos que se sienten protegidos porque el medio no dará su nombre porque ni siquiera se le exige éste al hacer su “denuncia”, están a un milímetro de convertirse en personas que exploten la impunidad que les ofrece la cueva donde habitan. Se incuba un ciudadano no sólo irresponsable sino uno chantajista y cobarde. También varios medios radiofónicos se ha convertido, queriéndolo o no, en caldo de cultivo de esta escoria social. No es raro escuchar en algunos radionoticieros que hasta en la denuncia de una irregularidad en un servicio público elemental (por ejemplo que no tienen agua) los valientes denunciantes pidan “no dar su nombre” y el responsable del noticiero les concede el caprichito irresponsable. ¿Qué clase de ciudadanos estamos forjando así?

Lo menos que debieran hacer los medios que han decidido mantener el anonimato de sus comentaristas es introducir un recurso ya conocido y que la periodista Milagros Pérez sintetiza así: “para poder hacer comentarios…. es preciso inscribirse previamente en …la red social del diario, e identificarse mediante un correo electrónico y otros datos. Los lectores pueden elegir si quieren aparecer públicamente con su nombre o con un alias. En el nuevo sistema, no hay moderación previa, pero el diario podrá eliminar comentarios y vetar, previa advertencia, a quienes incurran en abusos…”. Tan sencillo como eso. Quienes hoy gozan y se divierten con las afrentas y vilezas que se mal escriben (o se dicen) en esas secciones mañana seguramente serán víctimas de los mismo tratos y si no, para allá vamos

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