viernes, 24 de junio de 2011

SICILIA Y LEBARON: lección de dignidad ante el poder presidencial....La Caravana del Consuelo llega al castillo de Chapultepec.

   EL POETA Y EL MENONITA: UN LIDERAZGO FORJADO EN EL DOLOR DE LAS VÍCTIMAS INOCENTES DE UNA GUERRA ATROZ  Y SIN SENTIDO.

JULIÁN LE BARON:Es tiempo de que mandemos un mensaje al mundo de que la violencia no termina nunca con la violencia, y así  no sea usted recordado como el presidente de los 40 mil muertos, y nosotros como una nación de salvajes, cobardes y sinverguenzas

Qué fascinante liderazgo el del dueto Sicilia-Lebaron. Entre el suave acento metropolitano del poeta y las claridades norteñas del menonita chihuahense, el arcoiris de las voces del México doliente que  alentaron la Caravana del Consuelo(de Cuernavaca a Juárez), y estremecieron  el histórico recinto del Castillo de Chapultepec, en el memorable encuentro y desencuentro que  los deudos de la víctimas, víctimas en sí mismos, tuvieron con el presidente Calderon y parte de su gabinete, la tarde de ayer jueves 23 de junio del 2011.

En la historia reciente de México, del México de la  transición democrática, nunca nadie le había hablado al presidente como lo hicieron estos mexicanos en representación de los inocentes  caídos en esta "guerra absurda".

Ni  los más conspicuos miembros de la clase política habían logrado tal contundencia y claridad discursivas.

Mientras las notas y la letra del Himno Nacional irrumpían en el preludio de las comparecencias, el poeta Sicilia, de estirpe católica,  escuchaba con los ojos cerrados, en acto de oración, con la imagen de su hijo y de los hijos, hermanos, padres de los otros que ya son un nosotros,  la resonancia bélica de los vesos iniciales :"Mexicanos al grito de Guerra/ el acero aprestad y el bridón/ y retiemble en su centro la tierra/ al sonoro rugir del cañón.." 

A su lado, Lebarón levantaba  desafiante la mirada con su sombrero en la mano, mientras el resto de los ciudadanos agraviados se recogían en su dolor como intentando encontrarle algún sentido a palabras como  guerra, cañón, y a frases alusivas al estremecimiento telúrico del suelo patrio.

Si habían llegado hasta Chapultepec para confrontar al comandante en jefe de una guerra desastrosa, era porque habían vivido en carne propia el terrible verso de Francisco  González Bocanegra, el desgarramiento de su tierra nativa y de su carne, los ríos de sangre fraterna, entre el fuego cruzado del ejército y el crimen organizado. 

Luego de un minuto de silencio en memoria de las 40 mil víctimas de "esta guerra atroz y sin sentido", Javer Sicilia abrió fuego, el otro fuego, el de la palabra purificada por el dolor y la solidaridad humana, por la dignidad de la rebelión ciudadana, de las voces liberadas:

"El habernos trasladado hasta aquí para reclamarle su deber, habla muy mal de las instituciones y del dinero que gastamos en ellas. Ustedes son corresponsables junto con los gobiernos de los estados de 30 mil muertos, miles de desaparcidos y miles de huérfanos. Vean bien nuestros rostros, busquen bien nuestros nombres, escuchen bien nuestras palabras, somos una representación de víctimas inocentes...¿Les parecemos daños colaterales, números estadísticos? Usted como representante del Estado, señor presidente, está obligado a pedir perdón a toda la nación, en particular a las víctimas..."Y vino la réplica presidencial:





"Coincido que debo pedir perdón por no proteger la vida d las víctimas, pero no por haber actuado en contra de los criminales. Prefiero que me juzgun injustamente por haber actuado, y no por haberme quedado quieto. Estaré siempre dispuesto a corregir errores y a aceptar alternativas, siempre y cuando me digan dónde fallé".


No solamente Calderón pensaba en el inminente jucio de la Historia, también Lebaron, aunque en otro sentido, desde la otra ensangrentada orilla:
"Es tiempo de que mandemos un mensaje al mundo de que la violencia no termina nunca con la violencia y asi  no sea usted recordado como el presidente de los 40 mil muertow, y nosotros como una nación de salvajes, cobardes y sinverguenzas."


Una madre puso el dedo en la llaga de una justicia bajo sospecha, reivindicando el valor de la vida más allá de las alcurnias sociales: "Nuestras víctimas no se apellidan ni Martí, ni Wallace, ni Fernandez de Cevallos, pero los amamos igual.."

Retomando la palabra, el poeta aludió el caso Hank Rohn:"Operativos fallidos como el de Jorge Hank Rohn, nos manda señales de proteccion criminal..., Hank Rohn es un emblema de la conviviencia del crimen, el enriquecimiento político y la impunidad."

Al concluir, le obsequia a Calderón un rosario. El presidente lo acepta y se lo cuelga sobre el cuello.
"Esto no es un look, señor presidente-dice Sicilia-, traigo lo que me dieron durante esta caravana los deudos de las víctimas...".

El poeta y el presidente se dan un medio abrazo.

En su  respuesta a lo del caso Hank, Calderón le endilga la responsabilidad a los jueces corruptos, comprados por los criminales, a los que sin embargo no puede probarles nada, por lo que los dictámenes de la juez que liberó a Hank, son ley, y él tiene la obligación de respetar la ley.

Al cuestionamiento de haberse lanzado a una guerra de esta envergadura con instituciones putrefactas, el "espurio", como nunca legitimado por su prestancia al diálogo público, cara a cara  con sus impugnadores y  la presencia  de medios independientes, simplemente reiteró la obviedad que tenía que cumplir con lo que consideraba su deber con lo que tenía.

"Usted, Javier, hubiera hecho lo mismo. si estuviera en sus manos evitar un crimen y solamente tuviera piedras a su alcance, con piedras lo hubiera intentado, esperando el aliento de David para hacerlo. Yo no podría decirle a la gente, espérenme tantito, primero voy a hacer la reforma política y luego me ocupo de esto, no...Aquí usted se equivoca, Javier."


Visiblemete irritado, el presidente se adentró en un confuso pasaje con algunas referencias bíblicas sobre  "sepulcros blaqueados y raza de víbóras..".De obsipos que consagran demonios.

En el momento más sublime de la histórica jornada, el poeta convocó a uno de los chamanes de la tribu, Jame Sabines:

Queremos decirles
que no somos enfermeros
padrotes de la muerte
oradores de panteones
 alcachuetes
 pinches de dios
ni sacerdotes de penas

Queremos decirles
 que a ustedes les sobra el aire..

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