martes, 14 de junio de 2011

EX GOBERNADORES MUESTRAN DE QUE ESTAN HECHOS


Alejandro Alvarez



Los últimos gobernadores sudcalifornianos, Leonel Cota y Narciso Agúndez, muestran sin rubor el material del cual están hechos, y por cierto no huele a rosas ese material. El primero, ya se sabe, inició su carrera política en el PRI que le dio cargos hasta que le negó la candidatura a gobernador para las elecciones de 1999. Motivo que lo llevó a la ruptura con el PRI de sus amores y se entregó en brazos del PRD quien a su vez le entregó gustoso la candidatura que tanto deseaba y, ya encarrerado, también se entregó totalmente como hetaira para que el güerito hiciera lo que quisiera y gustara con el partido. Leonel hizo y deshizo con todas las candidaturas en disputa y conformó gobiernos municipales y legislatura a su imagen y semejanza. El PRD se metamorfizó en una mala copia del PRI, con todo y su dictadorcito recién importado. Su sed de poder combinado con la necesidad del “rayito de esperanza” de tener un títere a modo, lo llevó a alturas que nunca imaginó al concluir su reinado sexenal. Lo hicieron presidente nacional del PRD con el poder de la firma del mesías en turno, el intragable López Obrador. Así como el “rayito” ya se sentía despachando en Palacio Nacional, Leonel se veía despachando por lo menos en una secretaría federal como su titular. Locos al fin. El azotón a la realidad fue fulminante después de la derrota en la elección presidencial y Leonel dejó la dirigencia perredista en medio de la más grande crisis interna. Con el rabo entre las patas quiso retomar el timón de la nave que había dejado en las manos “seguras” de su primo Narciso, pero ya era tarde, éste ya se había comido el pastel y se presentaba como el verdadero dueño del estado y del partido.

Cota Montaño inició así una penosa peregrinación en busca de cobijo, le dio respiración de boca a boca al espantajo de un tal Frente Democrático Sudcaliforniano para hacer candidatos a su hermana Rosa Delia y a su amigo René Núñez. Fracasó. Quiso comprar la candidatura de presidente municipal cabeño al Partido Convergencia y también falló. La maestra Elba Esther a falta de otra cosa aceptó como candidatos de Nueva Alianza (Panal) a él y a sus amiguitos, sólo para que unas horas antes del cierre de campañas el buen Leonel llamara a votar por Ricardo Barroso, candidato del PRI al gobierno estatal. Mayor congruencia y honestidad política es difícil encontrar. Leonel Cota representa un buen ejemplo de cómo iniciando como político de segunda se puede transformar en político de quinta categoría.

Su primo Narciso no pudo seguir exactamente el mismo camino, pero puede hacer todavía un esfuerzo. Por lo pronto ya logró llevar a una derrota apabullante al PRD y ya se quedó más sólo que la mula de seises (nadie la quiere tener cerca en el dominó). Como también es un político de ideas y de convicciones (proviene del PRI y en su conversión a perredista tuvo un breve pero heroico paso por el PT) ya está buscando las tablas –como burel con una estocada mortal en todo lo alto–. En el último tercio de su carrera, deseoso por lo menos de un arrastre lento, corrió a los brazos de un partido, que ni es partido, ni es verde, ni es ecologista, con el buen cálculo de que de ahí al PRI no hay más que un suspiro. Aunque su amigo que preside a los verdes en el estado ya había dado su visto bueno, el delegado verde del Comité Ejecutivo Nacional Misael Sánchez sabiendo de los malos olores que despide don Narciso, dijo que el exgobernador y su grupo de amigos no forman parte ni son militantes del Partido Verde y que la plática que sostuvo con Maximino Fernández Ávila, dirigente estatal en Baja California Sur, con ellos, fue “a título personal”, por lo que aseguró que "no hay nada para NAM y su grupo", según la nota de Miguel Rubio de El Sudcaliforniano. Todo apunta hacia que los primos Leonel y Narciso volverán a estar juntos, nada más que ahora en el basurero de la historia.

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