jueves, 3 de noviembre de 2011

LA SUERTE ESTÁ ECHADA: variantes sobre la muerte.



                                                                                                                       Bobby García.

&.- Ayer platiqué con la muerte y no es tan fría como dicen…
&.- Como un homenaje a la dama del éter que no quiere rompan su misterio.

A continuación apuntaré algunos versos y estrofas que dedico –insistentemente- a la muerte. Fueron tomados de 
algunos libros que he publicado:

Ayer platiqué con la muerte / y no es tan fría como dicen/ ni es tan seria como la pintan/ ni es tan vacía como se piensa/ ni es tan mortal como la temen./ la presiento muy cerca, no tan fría,/ ya entume mis cansancios/ y hace que tiemble mi equilibrio;/ tranquila, muy segura/ me mira, sonríe, me mide y me numera./ La presiento tan cerca, la respiro, tan cerca,/ que en mil fosas a la redonda/ la que ayer numeraron fue la mía. (Tomado del libro “Ayer platiqué con la muerte”.) Muerte: Es tan corta la existencia/ que el hombre jamás termina/ de crucificarse en su madero./ Es tan corta la existencia/ que siempre por los caminos/ vamos afinando notas/ en la pauta de la muerte./ Es el nacer el camino/ para empezar a morir/ es remontar escaleras/ para subir a la muerte/ es desandar escalones/ para morir a la vida./ Es la muerte la batalla/ de aquel guerrero sin voz/ que lucha contra la muerte/ con ropaje de ataúd./ -¿El que muere al nacer/ muere o nace?./ ¿El que nace y crece/ surge a la vida/ o crece a la muerte?./  Del libro “Tres voces una cruz y el agua”) Entrando a la muerte. Me detuve en la esquina de la calle/ ya que miré mucha gente caminando,/ barriendo, sentados, platicando,/ casi todos eran viejos/ y al acercarme a ellos/ miré caras de papel, ojos secos,/ surcos infinitos de tristeza/ en piel marcada, amarillenta,/ por incansables náufragos del tiempo,/ temblor de cuerpos y de huesos,/ jirones de trajes calcinados,/ viajeros de soledades olvidadas./ Traspasé árboles rojos,/ jardines transparentes/ y enredaderas de gusanos,/ banquetas con escamas de tristeza/ y faroles de luz/ chorreando la negrura del infierno./ Tropecé con una sombra vieja/ de olor penetrante/ a humedad olvidada en un rincón./ ¡Qué pasa, le grité!/ Dejó la escoba de la nada/ y en voz polvosa y rechinante/ saltaron mil ecos destripados./ “Estamos arreglando la calle/ de los recién salidos de la vida/ y los recién llegados a la muerte”./ Desperté entonces/ con la lengua de perico salitroso/ recordando mis dolencias siderales:/ el seco frío que recorre/ los cuatro rumbos de mi soledad/ -la más dolorosa de todas-/ la fría gangrena que me quema/ las neuronas de mis cuatro soles,/ mis dolores de riñones/ que filtraron el acero derretido/ de mi corteza de granito y de montaña,/ los pinchazos de la bomba de mi sangre/ desbordada en el rojo atardecer…/ mis tinieblas en el día/ y mis días de tinieblas,/ mis alegrías de silencios,/ mis huellas desteñidas/ y mis pasos como de borracho,/ temblorosos, que se alejan/ de la calle de la vida/ Estoy más lejos. Y se fueron corriendo los años/ y mis años se fueron con ellos/ y mi vida se fue caminando/ y mi muerte los fue alcanzando/ y mi tiempo se fue terminando/ y mis pasos se fueron cansando/ y las huellas de todos mis tiempos/ se borraron con pasos del viento./ Hoy muy triste en el tiempo sin tiempo/ mis harapos retratan mi nada,/ los jirones de trajes terrestres/ me calcinan la triste mirada./ Y por fin en el teatro del tiempo/ con los trajes de todos los necios/ un adiós con sabor desolado/ les entrego con alas de viento./ Permítanme escribir mi epitafio: Hoy estoy en condiciones/ de ponerme a escribir mi epitafio./ Digo, estoy, porque tal vez mañana/ mi epitafio renazca/ en fragancia suavemente etérea./ Es inmensa en verdad mi agonía;/ tengo agonía y sed en mi presente/ y pido por piedad gotas de muerte./ No quiero los consuelos de la gente,/ no quiero Dios, ni cruz, ni rezos,/ dejen vagar mi alma en los silencios/ ya que pienso que con Dioses, llanto y rezos/ podría detenerme en el espacio/ y caminar despacio, despacio, muy despacio./ Este mi epitafio está en presente/ para que lo cumplan a la hora de mi muerte./ Hoy detengo mi vida en el presente/ y como presagio espero ya la muerte/ deseo que tomen mi mensaje/ para cuando al fin arregle mi equipaje./ Tan sólo llevaré como ropaje/ la noche y soledad como equipaje./ (Del libro “Mi caminar soledoso”./ Mi correo: raudel_tartaro@hotmail.com   
PASEMOS EL RUBICÓN: Mi otra casa: Aquí se acostaron los recuerdos y los sueños/ me gritó una vieja cama en su cuarto viejo,/ aquí se acostó las vida, y la muerte,/ y la muerte se acostó con ella,/ se levantó la vida y no regresa.,/ ¿Acaso no vienes a quedarte,/ no vienes a levantar la muerte?/ ¿No vienes a revivir la vida?/ me gritaron con espantosa desesperación./ (Mi caminar soledoso) Alea Jacta Est.


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