Alejandro Alvarez
La noticia es estremecedora, encabronante y paralizante, todo al mismo tiempo o casi al mismo tiempo, según el lector. Unos se encabronan primero, otros se paralizan de inmediato, o sienten que se les paraliza el cuerpo (no empiecen con sus cosas), en fin cada quien con sus reflejos. Declarado a través de su propio Centro de Documentación los diputados informan que durante la década pasada los partidos políticos se chuparon, quemaron o chingaron –como se quiera ver es igual– treinta y siete mil millones de pesos. En billetes de alta denominación –digamos de a mil varos– seguramente se atascarían varios cuartuchos de esos residenciales pomposamente llamados pie de casa ya que serían algo así como 37 millones de billetes de a milagro. Aquel narco empresario chino de nombre Zhenli Ye Gon (o algo así) nos sorprendió en el 2007 cuando aparecieron en la tele una montaña de billetes verdes y nacionales que le confiscaron pero que apenas eran 205 millones de dólares y 18 millones de pesos. O sea que el Zhenli es un vil limosnero comparado con nuestros partidos políticos con la diferencia que el tal Zhenli (hasta me está cayendo bien) se arriesgaba (“copelas o cuello” dice que le dijo el secretario Lozano), en cambio a los partidos (tan campantes) el IFE hasta les hace transferencias bancarias para que no se arriesguen a un asalto o a que algún camarada vivillo de su partido, de esos que ni hay, les meta el diente antes de llegar a las arcas de AlíBabá. ¿Y cómo se repartieron el botín, digo las prerrogativas, nuestros sacrificados y nada onerosos partidos políticos? Ahí les va, despacito para que no duela mucho (si siguen así con sus majaderías mejor aquí lo dejo). Redondeando para no hacernos muchas bolas, el PRI y el PAN diez mil millones cada uno o sea, en promedio, mil millones por año o si lo quieren ver más de cerca (mjum!), dos y medio millones diarios (de harina y huevo, dice un amigo). Si ese dinero fuera excremento se atascaría el excusado en tres segundos. El PRD como es un partido de los pobres sólo recibió cinco mil millones, es decir sólo tuvo oportunidad de darle callo a 1.25 millones de pesos diarios, ¡pobres defensores de los pobres! Después viene una larga cadena de partidos menesterosos, que no por piojos son menos garrapatas (¿qué les parece esa cruza de arácnido –la garrapata– e insecto –el piojo– ? Única en el mundo). Los verdes (llamados así por su debilidad ante los dólares) se soplaron 3 mil millones, los que dizque del Trabajo (llamados así por su fobia a trabajar) se metieron 2.5 miles de millones, los de Conveniencia o Sinvergüenza (o algo así) nada más se quemaron 2 mil milloncicos y los que de plano están bien jodidos son los de la precaria maestra Elba Esther que apenitas alcanzaron mil ciento setenta y tres millones. Ni pa los chicles de la maistra. Dicen que la culpa no la tiene el indio (y espero que los campeones de la equidad y justicia social que son los partidos no vayan a acusarme de usar un refrán discriminador) y es que los ciudadanos hemos procreado ese monstruo cada vez que permitimos que nos jueguen el dedo con campañitas como esas de que “quien no vota no cuenta”, o con candidatos que brincan de un partido a otro como trapecistas y jaladas por el estilo. No olvidemos que esa danza de los millones son bailados con dinero público, ese que viene de los impuestos pagados por todos los mexicanos para mantener a una bola de vividores ineptos y engañabobos. No están lejos (ya se escuchan las primeras porras y matracas) las campañas electorales federales donde se irán por las cañerías otros miles de millones de pesos con cargo a los ciudadanos de segunda (los de primera son los que se los gastan). ¿Será por eso que los partidos se hacen güeyes cuando desde la ciudadanía se exige que se reduzca el número de los diputados y senadores y que se reduzcan las dietas de los congresistas y que se reduzcan las prerrogativas anuales y que se aumenten los requisitos para oficializar a un partido y que se permitan las candidaturas ciudadanas? No, si tontos no son. Al contrario, se pasan de rosca y de vivos. Que no se acabe el negocio de los partidos que son negocios bastante prósperos. Por donde las crisis económicas no pasan ni de lejos. A ver hasta cuándo los soportamos. Lo bueno es que no hay mal que dure cien años, ni ciudadano que los aguante.
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