sábado, 7 de agosto de 2010

EL DIVÁN: LEGALIZAR LA DROGA



Miguel Ángel Avilés   avilesdivan@hotmail.com

                                                                  
                                                             Para el Chuy Manríquez y esos grandes
                                                            amigos de La Paz, como una apuesta a 
                                                            la vida…

A estas alturas de mi vida no he consumido más drogas que no sean de las consideradas legales o que no hayan sido ordenadas por un médico.
Soy adicto, eso sí, al café, a un par sólo un par, cuando mucho otro par mas otro par de cervezas Light bien frías, a un caballito de un buen tequila validado por el CRT, a los tacos al pastor que venden cerca de mi casa y a una infinita variedad gastronómica; también a las siestas, al fútbol, mucho al futbol, a cualquier tipo de música, a un buen libro,a practicar el arte gastronómico, a los viajes cuando se puede, a escribir tonterías, a la lucha libre, a la charla con los amigos que son innumerables y párale de contar.
Soy, además, un irremediable admirador de la belleza femenina. 
De ahí en fuera, que yo recuerde, no tengo otros vicios.
Con estas confesiones que no volveré a repetir, trato de dejar constancia desde ahorita que lo que voy a decir enseguida no tiene ningún interés o beneficio personal:
Estoy a favor de la legalización de la droga.
Las razones para estarlo son infinitas y no voy a inventar ninguna. Mejor me remito a estas que en la revista Forum puntualizó Juan Carlos Hidalgo y que si no quieren leerlas, tienen la opción de saltarse hasta donde mas adelante retomo el tema:
La legalización pondría fin a la parte exageradamente lucrativa del negocio del narcotráfico, al traer a la superficie el mercado negro existente.
La legalización reduciría dramáticamente el precio de las drogas, al acabar con los altísimos costos de producción e intermediación que implica la prohibición.
Legalizar las drogas haría que la fabricación de dichas sustancias se encuentre dentro del alcance de las regulaciones propias de un mercado legal. Bajo la prohibición, no existen controles de calidad ni venta de dosis estandarizadas.
El narcotráfico ha extendido sus tentáculos en la vida política de los países. Importantes figuras políticas a lo largo de Latinoamérica han sido ligadas con personalidades y dineros relacionados con el tráfico de drogas.
Legalizar las drogas acabaría con un foco importante de corrupción.Los gobiernos dejarían de malgastar miles de millones de dólares en el combate de las drogas, recursos que serían destinados a combatir a los verdaderos criminales: los que le violan los derechos a los demás (asesinos, estafadores, violadores, ladrones, grupos terroristas).
Con la legalización se acaba el pretexto del Estado de socavar nuestras libertades con el fin de llevar a cabo esta guerra contra las drogas.
Legalizar las drogas desactivará la bomba de tiempo en la que se ha convertido Latinoamérica, especialmente países como Ecuador, México, Bolivia y Colombia.
En una sociedad en donde las drogas son legales, el número de víctimas inocentes producto del consumo y la venta de estupefacientes se vería reducido substancialmente.
La legalización conducirá a que la sociedad aprenda a convivir con las drogas, tal y como lo ha hecho con otras sustancias como el alcohol y el tabaco.
 Agréguesele a lo anterior la propuesta que en su momento hizo la Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia, presidida por Fernando Henrique Cardoso, Ernesto Zedillo y César Gaviria, tres ex presidentes que han tenido que lidiar con el problema, a revisar las políticas de prohibición del consumo individual y a considerar otros enfoques "que traten el problema de las drogas más como un asunto de salud pública que como una guerra".
Lo que esta diciendo esta gente es que la estrategia que se ha seguido hasta ahora ha sido un fracaso.  A pesar de la lucha frontal que según se ha dado en contra del narcontráfico tenemos que en Estados Unidos, por ejemplo, el número de personas mayores de 12 años que consumieron alguna droga ronda los 20 millones, una cifra que ha permanecido estable por lo menos desde el 2002, según los datos del Departamento de Salud y Servicios Humanos federal. Peor aún, según las autoridades estadounidenses, hoy los cárteles mexicanos controlan el tráfico de drogas en por lo menos 230 ciudades norteamericanas y el año pasado hubo más de 370 secuestros, en su mayoría ligados al narcotráfico, en la ciudad fronteriza de Phoenix, Arizona.
En México, hasta 2010 se reportan cerca de 30,000 asesinatos ocasionadas por la guerra contra el narco, de los cuales un número importante corresponde a los asesinatos cometidos en Ciudad Juárez . La estadística no es exagerada pues incluye —además de las bajas de los cuerpos armados federales y de las bandas de narcotraficantes— a civiles sin nexos con el narcotráfico, jóvenes, niños y periodistas.
 Además, el negocio de las organizaciones criminales en varias partes de la república se ha ampliado y ahora incluye la extorsión de “impuestos” a negocios legítimos. Así mismo el armamento de los carteles mexicanos es mayor y mejor que el del gobierno mejor armado de la república.Aparte de eso, México no sólo es un país por el que transita la droga hacia Estados Unidos, sino que se ha convertido también en un país de consumidores de ilícitos.
Con esos momios en contra, las cuentas triunfalistas que pueda sacar Felipe Calderón  en  esta lucha,  o es mera demagogia o no es más que la dañina consecuencia de haberse zampado todo el material bibliográfico de Miguel Ángel Cornejo y Leonardo Stemberg.
Puede ser también que el señor ande tan enredado y sin saber que hacer que un día le de por implementar una estrategia y al día siguiente otra.
Precisamente el martes pasado admitió que no ha sabido explicar qué está haciendo su gobierno en el combate al crimen organizado:"No hemos sabido explicar qué estamos haciendo; por qué lo estamos haciendo; qué es lo que estamos viendo a nuestro alrededor", dijo.
En todo este galimatías, le daremos un voto de confianza y le creeremos que en realidad quieren combatir el narcotráfico y no solamente a determinados cárteles para fortalecer a otros.
Por eso, de entrada, debemos darle la bienvenida al tema que el presidente abrió sobre la legalización de las drogas.
Un asunto nada sencillo y si muy espinoso que enfrente tendrá una pared de altas dimensiones, sobre todo de quienes siendo los beneficiados por este multimillonario juego, saben muy bien que con la legalización el gran negocio se acabaría
 Su resistencia es entendible. Ya lo dijo el año pasado el hombre de Georgia, Estados Unidos David T. Johnson, director de la oficina de narcotráfico internacional del Departamento de Estado: En el negocio de las drogas en México participan directamente unas 150.000 personas que mueven capitales hasta por 25.000 millones de dólares. Adicionalmente, unas 300,000 personas participan en el cultivo de marihuana y opio, declaró David T. Johnson en una audiencia ante el subcomité de operaciones extranjeras de la Cámara de Representantes. Esa cantidad de protagonistas produjo unas 18 toneladas de heroína en 2008 y casi 16.000 toneladas de marihuana, orientados directamente al mercado estadounidense.
Estas son algunas de las cifras del mercado negro a las que se refiere Juan Carlos Hidalgo y es precisamente con su legalización como se pondría fin a la parte exageradamente lucrativa del negocio del narcotráfico.
Aquí es cuando uno entiende por que hay toda una avalancha publicitaría para vendernos la idea de que traer el manejo de las drogas al terreno de la licitud, sería un caos.
Lo otra, no menos importante, es la desinformación y la valida ignorancia de mucha gente que cree que la legalización de la droga será un cheque al portador para que esta circule sin restricciones de salud y jurídicas alguna por el libre mercado.
Pero una cosa es la desinformación de la gente común y corriente y otra es la cascada de sandeces que pueden llegar a decir algunos líderes de opinión con clara influencia en la población. Este último rol  parecen estar jugando algunos personajes locales, quienes, con sus declaraciones, nos hacen pensar que viven en una realidad aparte.
El titular de la SEC, Óscar Ochoa Patrón, con ese toque de humor involuntario que lo caracteriza,  mencionó que afectaría a la juventud tal como sucediera cuando se permitió comercializar en los medios de comunicación el tabaco y se incrementó su uso.
“Yo veo muy peligroso el aprobarse el hecho del uso y comercialización de estupefacientes porque lógicamente aumentaría en los jóvenes y quizás hasta en los niños”, expresó.
El diputado y Presidente del PRI en Sonora, Roberto Ruibal Astiazarán, consideró que los sonorenses no están preparados para debatir el tema de la legalización de las drogas, ya que Sonora es aún un Estado conservador.
De entrada, Ruibal Astiazarán rechazó la aprobación al consumo de drogas en México, aunque dijo que debe realizarse un análisis para conocer más del tema (en su caso si que le hace falta)
El comisionado de Fomento al Turismo, Javier Tapia Camou, opinó ayer que la legalización de las drogas lejos de beneficiar perjudicaría al sector, ya que se vendría un turismo más violento a los lugares de diversión.
“Ahorita tenemos un turismo sano de esparcimiento (sic) y en caso de una legalización de las drogas se vendría un turismo más agresivo”.
Como no saben que esto tendrían un riguroso control en su consumo tanto en el ámbito legal como en el de salud pública, algunos, como estos funcionarios, han llegado a pensar que será tanta la libertad en su uso, que la Cocaína, la Marihuana, las Anfetaminas, las Meta-anfetaminas, el Éxtasis, el Ritalin, el Herbal Ecstasy/Efredina, el Crack, la Heroína, Designer Drugs el  PCP, LSD, los Hongos, los Inhalantes, los Esteroides y , en fin , todo lo que pueda meterse un adicto, estarán formando parte de la canasta básica al siguiente día de su legalización.
Pues figúrese que no es así. Para quien estaba con el alma en un hilo o, en todo caso, para quienes ya se les estaba haciendo agua la boca, mi obligación es decirle que esto no es cierto.
Se que esta aclaración no será suficiente. Se también que en cuanto el crimen organizado mundial lea esta columneja, lanzarán una cruzada para restarle toda credibilidad a lo que digo y contrarrestarán estos irrebatibles argumentos con un reforzamiento mediático para que la gente siga creyendo que la legalización la droga sería la perdición total sobre todo de nuestros jóvenes.
Mientras eso sucede y antes que un comando de sicarios me descabeche, o un francotirador me ejecute desde lo alto de un mezquite cuando yo vaya a comprar mi dotación de tacos al pastor que venden cerca de mi casa, me mantendré estoico en este teclado para insistir en que el asunto de la legalización de la droga no traería consigo el resultado catastrófico que han logrado venderle a la creencia ciudadana.
Debido a esta equivocada idea  muchos piensan que, liberada la droga, usted la podrá encontrar en cualquier punto, incluyendo en el changarro de la esquina.   
Entonces surge una paranoia colectiva y agarra vuelo al grado tal que todo mundo está a la expectativa de lo que pasará una vez que se logre su despenalización.
Se cree así, erradamente, que un adicto contumaz podrá ir al OXXO, o a Ley o a Soriana y que, con toda displicencia, podrá adquirir en el departamento instalado para ello, su bolsa de coca, su paquete de marihuana o su cajita de cristal como si adquiriera maizoro, o canela o un quintal de harina.
Ya veo seguramente a los adictos de mi barrio esperando a que yo pase a su lado con gran indiferencia rumbo al Wal-Mart, para tirarme con un billete a fin de que les traiga, por favor, medio kilo de cristal, una cajetilla de cigarros de marihuana y, lo que sobre, de mocochango.
Desgraciadamente hacia allá va  la creencia.
Otros suponen que se establecerán cadenas o franquicias de todos estos productos y se anunciarán en la tele y se promocionará cada fin de semana como gancho, el día de la Coca y la verdura.
Tampoco, no es por ahí.
Se cree incluso que estas novedosas empresas darán facilidades de pago y venderán la droga a crédito como lo hacen con sus productos la tienda Coppel  o cualquier mueblería de su preferencia.
No. Para nada. Pero no falta el que se deje sorprender y crea que de pronto llegará una motocicleta a la casa del vecino y, desde la puerta, el conductor le gritará:
-Señor: ¡el abono de la mota!
Se que esto es difícil de entender. El narco esta haciendo su parte y el gobierno, por mas que nos digan otra cosa, no esta haciendo totalmente la suya.
Por eso, recalco,  el pueblo se cree el cuento de que no tardará una semana a partir de su legalización para que encontremos muchachos por aquí, adolescentes por allá, todos muertos y con una jeringa en el brazo, mientras que en la tienda departamental de enfrente se anuncia, con edecanes y toda la cosa, gran remate de heroína, LSD, peyote y colitas de borrego de finísima calidad.  
Es cierto que la impunidad en el país va en ascenso pero, bendito seas dios,  todavía no llegamos a tanto. Eso no más falta: que El Mayo Zambada apadrinara una generación del Tec. de Monterrey, por ejemplo, y que al Chapo Guzmán, ya ranqueado en la lista de Forbes, le fuera entregada por el Congreso de la Unión la medalla Belisario Domínguez.
Entonces sí: este columnista se tendría que ir, como Jaime López y El Piporro, por cigarros a Hong Kong.
O a lo mejor no. Quizá aquí también vale explorar y quien quite que, con la legalización, logremos meter al terreno de lo legal hasta a los propios narcotraficantes.
Se vale soñar. Con el fin de abatir este flagelo de las drogas, se le puede proponer al gobierno mexicano que convenga con estos malosos y a cambio de reducirles sus condenas, ellos pudieran colgar los guantes y, así como lo hicieron en su momento los grupos guerrilleros que andaban en la clandestinidad y  que ahora hasta son representantes populares, aquellos logren meterse también al redil de lo público y competir como cualquier otro honorable, distinguidísimo empresario de esos que tantos hay en nuestro país.
De este modo, en un tiempo no muy lejano, el Congreso de la Unión, en  mancuerna con la Secretaria de Gobernación, pudieran organizar por  primera vez, digamos en el Estadio Azteca o en el Auditorio Nacional, el Primer Congreso Nacional de Narcotraficantes radicados en México.
A fuerza de proponer, se me ocurre que lo pudiera patrocinar Televisa, TV Azteca y, claro, la  para que no falten los chescos.
De igual manera, así como lo hace la FIL, se pudiera tener cada año a un país invitado para que nos hablara de su experiencia en esta  lucha. A mi me parece bien que el primero sea Colombia, el cual, desde luego, quedaría registrado en la historia como el padrino de este gran proyecto.
También se pudiera tener mesas de trabajo o conferencias magistrales que estuvieran encabezas por un sicario, un tirador, un burrero o un narcomenudista.
A mí, la verdad, todos estos gananciales que nos arrojaría  la legalización de las drogas se me hacen maravillosos.  No se a ustedes…. 

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