La revuelta cívica del 87-88 reinstaló el Zócalo capitalino como el epicentro histórico y político mexicano. La ruptura de la corriente democrática con un PRI secuestrado por una nueva clase de tecnócratas neoliberales, ideológicamente enfrentados a la doctrina y derechos sociales herencia de la Revolución Mexicana, y por lo tanto al nacionalismo revolucionario de la izquierda priista, fue un movimiento que empezó en las cúpulas y fue cobrando fuerza popular sobre la marcha.
Había más curiosos en torno al pregonero de hierbas milagrosas frente al Templo Mayor, que en el primer mitin zocalero de Cuauhtémoc Cárdenas , en el que el hijo de Tata Lázaro, asumió la postulación presidencial bajo las desprestigiadas siglas del Partido Auténtico de le Revolución Mexicana, que junto con el PPS y el PST, era considerando como una franquicia controlada por el PRI.
Las izquierdas-sin el PRT- aglutinadas en el Partido Socialista Unido de México, el PSUM, que ya tenía a Heberto Castillo como candidato, no tenían la menor duda sobre el mensaje anticlimático de la afiliación cardenista a un partido satélite como el PARM. Cárdenas eras otra añagaza, decían sus más preclaros voceros, empezando por el ingeniero Castillo.
Pero el anticlímax empezó a dar paso a la apoteosis. Cuauhtémoc emprendió la que sin duda es la más formidable campaña política de la historia moderna de México, contra todo el poder del aparato estatal, todavía intacto en sus mecanismos de control autoritario.
Y el desdibujado candidato del PARM, se convirtió en el candidato del Frente Democrático Nacional, ya con Heberto y el PSUM sumados a la causa cardenista.
Entonces, no solamente el Zócalo, sino todo el Centro Histórico, fue rebasado por aquel sorprendente movimiento de masas. El ombligo del Ombligo de la Luna(MESHICO), escenario de una fiesta política sin efemérides independentistas o revolucionarias, y sin acarreados. Sin redes clientelares. Con más recursos anímicos, políticos, de conciencia, que financieros.
Un fenómeno que era seguido paso a paso en las primeras planas de la prensa extranjera, pero con muy escaso registro en la prensa mexicana; sobre todo en los medios electrónicos, empezando por Televisa, cuyo concesionario, el Tigre Azcárraga, se había declarado un “soldado del PRI”.
Si se hablaba del FDN y sus liderazgos en esos medios controlados por el PRI Gobierno, era para denostarlos. Ya habían sido asesinados Ovando y Gil, y la represión se acentuaba, pero la propaganda oficial adjudicaba la violencia a las víctimas.
Pero la campaña neocardenista seguía repuntando, no solamente en el sur pobre, el del voto verde, sino también en el norte criollo y clasemediero, como Baja California. Luego de la “Caída del Sistema” de Bartlett, el fraude a favor de Salinas- impugnado solidariamente por el candidato panista, Manuel Bartlett, y la candidata del PRT-, Rosario Ibarra-, el Zócalo y el Centro Histórico de la ciudad de México, siguieron siendo desbordados con cada llamado de Cárdenas.
El último de ellos, ahora sí, definitivamente anticlimático. A contrapelo de su etiqueta de “violento”, Cárdenas se negó al baño de sangre que con un simple gesto malentendido suyo se hubiera desatado.
“Usted ordene, presidente”, le gritaba la plaza enardecida.
No, no se tomaría el Palacio Nacional como pedían los campesinos enmachetados. El camino sería, a pesar de todo, el de la legalidad. La construcción de un partido político que abrevara de la energía social concentrada en el FDN, era la alternativa histórica. Este es el origen conceptual, ideológico, moral del PRD, y el principal legado de su dirigente emblemático: CCS, estoica figura que inspiró en sus hagiógrafos el título de líder moral.
Durante el salinato- a la sombra del cual crecían las ambiciones de muchos ahora connotados “perredistas”-, la represión contra todo lo que oliera a neocardenismo se agudizó, y la lista de militantes asesinados siguió creciendo. Pero el problema de fondo estaba en las entrañas de nuevo partido y sus tribus, esa “alianza de imposibles” señalada por el dirigente priista Jorge de la Vega Domínguez, quien no pudo cumplir la promesa de los 20 millones de votos para su gallo Carlos.
El PRD no había podido capitalizar la energía liberada por el FDN, y se estaba quedando en sus puros huesos burocráticos. No obstante, en la “coyuntura” electoral del 94, CC volvió a llenar el Zócalo. Sin los tintes epopéyicos del 88, pero lleno. El Ingeniero iba por la revancha y ahí estaba la “gente”, la que había salido inmune a la campaña del miedo luego de la irrupción del EZLN y la ejecución de Colosio.
Aquí la novedad fue que también los contendientes presidenciales Fernandez de Cevallos y hasta Zedillo se animaron a medir fuerzas con Cárdenas en sus propios terrenos, y tanto el panista como el priista…llenaron el Zócalo.
La estrategia se inscribe dentro de la política simbólica: quitarle a Cárdenas y a la izquierda por él representada, el “cacicazgo” sobre el centro neurálgico del país. Y aunque Cárdenas volvió por sus fueros el 97 y el 2000, ya no fue lo mismo. Los otros, sin sus antecedentes de luchador social, también podían hacerlo.
Luego de su tercera derrota oficial (la primera se la esquilmaron)en la carrera presidencial, hacia Los Pinos de la infancia, el Ingeniero se replegó , dejando como heredero directo a Andrés Manuel López Obrador, el discípulo fraticida que alcanzara su propia apoteosis el 2006, recuperando de nueva cuenta el Zócalo para la Izquierda .
Pero luego de su impugnada derrota electoral ante el “espurio”, la “mafia” y la “derecha”, también tomó Reforma en un largo plantón, se autoproclamó “presidente legítimo”, dividió a su partido y al país con un maniqueísmo mántrico para especial consumo de las mayorías analfabetas, y se lanzó a una campaña permanente que hace dos semanas tuvo eco en el Zócalo…otro Zócalo lleno.
Sí, pero muy lejos de las épicas jornadas del 88. Contra todo el aparato del poder priista, los medios, Televisa, por delante. Sin redes clientelares bejaranistas, y claro, sin los antiguos enemigos salinistas, ahora aliados y dirigentes del nuevo frente izquierdista coordinado por el ex regente de la ciudad de México, y ex comisionado del gobierno de Salinas ante el EZLN, Manuel Camacho Solís.
En el México bicentenario, cualesquiera de los precandidatos podrían llenar el Zócalo. Nada le costaría al Ebrard- sí al DF-, enseñar ese músculo político con algo más que las pistas de patinaje sobre hielo. Si se lo propusiera Peña Nieto podría hacer un plantón, una larga marcha, en la autopista México-Toluca. En nuestra incipiente democracia, la escenografía depende del dinero.
El auténtico nervio popular del movimiento pejista se ha visto empañado por los tenebrosos personajes que lo rodean en el presídium. La mayoría ex priistas que todavía administran cotos de poder, clientelas políticas, en sus respectivas regiones, inagotables surtidoras de reclutas para las peregrinaciones al centro ceremonial de la Plaza de la Constitución..
No hay en este panorama, liderazgos políticos con perfil de estadistas. Mucho menos líderes morales.
CASA DE CITAS.
“Como si no fuera suficientemente shockeante saber que Hugo Sánchez busca regresar a terminar lo que ni Aguirre pudo hacer con el Tri, Calderón hizo un llamado para darle una corregidita a su heroica lucha contra el crimen organizado, cuyos logros en materia de paranoia, sospechosismo e histeria colectiva son memorables. En general, un aburrimiento sin gracia que parecía construido para el lucimiento de Jelipillo estaba empeñado en organizarse mejores espectáculos autocomplacientes que García Luna. Sin embargo, lo que parecía iba a ser desechado por elemento gacho, persistió.Con la misma actitud medrosa, displicente y estancada en el siglo XX con la que descubrió que el narco no tiene escrúpulos ni límites 28 mil muertos después, Calderón entró al menos a un debate al que le ha venido rehuyendo: la legalización de las drogas.Que haya escuchado otras ideas sobre el tema es un avance, pero no basta. Son tales sus complejidades, conexiones y alcances, que a las drogas no se les puede abordar con actitudes de beata, espantos de buenas conciencias ni prejuicios medievales. “
…” JAIRO CALIXTO ALBARRÁN. POLÍTICA CERO. MILENIO DIARIO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario