sábado, 14 de agosto de 2010

Lyndon B. Johnson en huaraches


Ramón Cota Meza

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  • 2010-08-14•Acentos
El presidente Lyndon B. Johnson, horas antes de la cena del President’s Day, pregunta:
—¿Y Cantinflas?
—No está incluido, señor…
—¡Cómo que no está incluido, tráiganlo desde donde esté!
Lo llevaron desde Houston. Johnson le pide a su hija que duerma esa noche en la habitación de su madre para que Cantinflas ocupe la suya.
Amigo más dilecto de los Johnson fue Antonio Carrillo Flores, prominente funcionario mexicano de la época. A Johnson le gustaba platicar con él porque lo hacía sentir cómodo, no como los arrogantes intelectuales del East Establishment, que se mofaban de su rusticidad. Su mujer, Lady Bird, hispanista del sur de Texas, escribió los mejores elogios a Tony Carrillo Flores, cuyo roce mejoraba a Lyndon.
Un día de 1959 el senador Johnson llama a Tony para que organice una reunión informal con los colaboradores más cercanos del presidente López Mateos. Cuando arribó a Washington de regreso, una multitud de periodistas lo acribilló con preguntas. Johnson declaró: “Lo único que puedo decir es que no había conocido políticos cuya trayectoria fuera tan parecida a la mía.” Luego se retractó ante el cotilleo de que se había “destapado” para la elección presidencial.
Maestro rural de Cotulla, Texas, Johnson sólo tuvo alumnos de origen mexicano. Mucho después, acaso sin sinceridad, declaró: “Fue entonces cuando empecé a acariciar el sueño de una América igualitaria…”. Militante demócrata, también empezó a acariciar entonces la importancia del voto mexicano. Johnson es el representante más depurado de “The Ring”, la maquinaria demócrata que controló la política electoral de Texas desde el fin de la guerra civil hasta hace muy pocos años.
El voto mexicano fue descubierto cuando decidió la secesión de Texas en 1861. El primer caso documentado de acarreo y compra de votos ocurrió en 1866 (de uno a cinco dólares por voto, comida incluida). Hay testimonios de acarreos en diligencia desde las ciudades fronterizas mexicanas. En 1893 hubo un escándalo por “votos de muertos” en el distrito Chihuahuita de El Paso. Alarmado, el Partido Republicano puso un impuesto al voto en 1902, sólo para descubrir que el Partido Demócrata lo pagaba.
Refugiados de la Revolución mexicana fueron operadores de “The Ring”. Un ex general villista declaró en juicio: “La política americana es más sucia que la mexicana”. Está documentado que los magonistas Manuel Flores y Lauro Aguirre trabajaron para “The Ring”. Ellos y otros magonistas fueron operadores de la elección de Ma Ferguson, primera mujer gobernadora de Texas (1922), defensora de los Flores Magón. El primer gobernador de Nuevo México nacido en México, O. A. Larrazolo (1918), fue llevado a la gubernatura por “The Ring”.
El predominio demócrata en Texas y otros estados del suroeste ha sido calificado como “sistema de partido casi único”. Arkansas tuvo alternancia después que México. A las burlas veras, Bill Clinton, gobernador de Arkansas cuatro periodos, le dijo a Carlos Salinas que deseaba para Estados Unidos un sistema como el del PRI. El éxito demócrata es el manejo de los inmigrantes: votos a cambio de obras y oportunidades.
Tal es el ambiente en que Johnson ascendió desde modestos puestos locales hasta su liderato en el senado por treinta años y luego la presidencia de Estados Unidos. Decisivo en las sucesivas elecciones del presidente Franklin D. Roosevelt, fue administrador del New Deal en Texas, con un récord impresionante de obras sociales y trapacerías electorales. Los enormes huaraches de Johnson fueron famosos en la época. El financiamiento de Johnson por industriales de Monterrey es tema a investigar.
Testimonios judiciales documentan su relación con la vedette Emma Tenayuca, influyente en la comunidad mexicana de San Antonio en los treinta. En relación con una elección inminente de la época se le oyó decir: “Los quiero bien comprados”. El ascenso del movimiento chicano en los sesenta sería inconcebible sin el apoyo de Johnson. En la película de su biografía Johnson come chilli beans mientras habla con directivos de la CIA.
Las relaciones de Estados Unidos y México son más pletóricas e interesantes que la historia contada por los registros diplomáticos. La diplomacia registra más el conflicto que la simpatía. La historiografía mexicana, dependiente de los archivos diplomáticos, magnifica el conflicto. La comparación de México con Estados Unidos es desproporcionada. Es como comparar a Cuba con Estados Unidos, no con Miami.
Si la historia del PRI fuera cotejada con la del Partido Demócrata en el suroeste americano, obtendríamos lecciones interesantes. Por ejemplo, el origen del artículo 27 constitucional (facultad del Estado de imponer modalidades de interés público a la propiedad privada) viene del fallo Munn vs Illinois en relación con el acaparamiento de bienes y servicios por el ferrocarril (1876). O los clubes liberales de la primera década del siglo 20, calcados de la experiencia democrática americana. Hay mucho de qué hablar en relación con Estados Unidos en esta celebración centenaria.
blascota@prodigy.net.mx

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