domingo, 22 de agosto de 2010

Sandoval contra Marcelo


Acentos

Jorge Medina Viedas

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  • 2010-08-22•Acentos
El cardenal católico jalisciense Juan Sandoval Íñiguez es de armas tomar. En la vida mundana busca causas y micrófonos que le permitan montar sainetes. No funda su vocación protagónica en verdades empíricas. Recurre a afirmaciones calumniosas. Miente. Vive en las fronteras del pecado.
Por puro gusto e interés es compinche del gobernador de su estado, Emilio González Márquez, a quien no se le puede tildar de manso. De esos es también el ex gobernador de Aguascalientes Felipe González González, que suele traer pistola al cinto. De González Márquez, el jerarca católico recibió 90 millones de pesos para obras eclesiásticas. Además de bravucones y deslenguados, aprovechados.
El gallinero de México, como le decía Calles a Guadalajara y parte de sus alrededores del Bajío, es tierra de conservadores ultramontanos de este talante. Queda mucho resabio histórico. De esa región, como se sabe, es el ex presidente Vicente Fox. Cuando éste en su campaña por la Presidencia de la República tomó de manos de su hija el estandarte de la Virgen de Guadalupe y gritó “muera el mal gobierno”, y dijo que “la Virgen me acompañará en mi campaña”, en clara violación de la Constitución y la Ley de Asociaciones Religiosas, el cardenal Sandoval Íñiguez salió en su defensa: “Es muy su gusto [el uso del estandarte] […]. Ya sé que está prohibido por las leyes, pero habrá que cuestionar si esas leyes son justas, están correctas o son una imposición que no va con el sentir del pueblo, pregúntele al pueblo a ver qué siente”.
Los políticos mencionados se congregan en el PAN y coinciden con el cardenal en su rechazo al condón y a la píldora del día siguiente; por supuesto que no están de acuerdo con la despenalización del aborto y condenan las sociedades de convivencia entre personas del mismo sexo y la adopción de las parejas de homosexuales.
Pero pertenecen a una corriente más amplia que a nivel de todo el país tiene al laicismo en estado de sitio. Seguirán insistiendo cuanto puedan en su exigencia de la enseñanza religiosa en las escuelas públicas. Durante los gobiernos panistas, el sesgo católico religioso pasa por modos y estilos en la vida pública. Fox inició su andadura burlándose de Juárez y de las “tonterías del Estado laico”. A nadie le sorprende que los funcionarios del gobierno panista actual recurran a Dios para explicar los fenómenos de la naturaleza o de la sociedad y que en la difusión de la historia en los medios se recojan verdades históricas de las fuerzas conservadoras.
Coinciden además en la idea de que mucho de lo que está pasando tiene su origen en los medios de comunicación. Ventilándose con razón y críticamente en éstos los numerosos y conocidos ejemplos de la homosexualidad y la pederastia de algunos sacerdotes católicos, Sandoval Íñiguez no se contuvo: “Un tema puerco que traen los medios de comunicación a este Congreso Eucarístico, y que no debería ser tratado dentro del mismo”.
Deben haber sido de ese rasgo personal de intolerancia las expresiones —de baja estofa, impropias de su condición cardenalicia— contra la Suprema Corte de Justicia y el jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard.
Una actitud de Sandoval Íñiguez, que, políticamente, corresponde al comportamiento de cisma y de conflicto que no pocas veces han tenido los patriarcas católicos en la vida pública del país.
La Iglesia católica mexicana no se caracteriza por ser una institución conciliadora, constructiva ni confiable en términos de sus relaciones con el poder civil, cuyas leyes e instituciones han pasado por alto ad líbitum. Lo confirma el desafío a la legalidad del cardenal quien, por cierto, debería explicar también a qué obedece su actitud polarizante. ¿Qué se propone generando un conflicto que tiene mucho de banal, en un clima de tensión social como el que vive el país?
A los conflictos históricos, esta corporación poderosa ha ido sumando actitudes desafiantes y soberbias; pero de igual manera de conveniencia con los gobiernos priistas y con la misma izquierda en el Distrito Federal, cuando de parte de Andrés Manuel López Obrador recibió donaciones cuantiosas; de hipocresía en el conflicto en Chiapas; de oportunismo y de colaboración con los gobiernos panistas, pero del que sabrán desmarcarse si este pierde el poder en 2012.
Una corporación caprichosa que desde hace años se queja de todo, se pasa por alto la ley para que ésta se reforme a su antojo, que tiene muchos derechos y pocas responsabilidades sociales, que vive del próximo, que se atreve a desafiar a las instituciones, que tiene sus propios tontos útiles y que Marcelo Ebrard está aprovechando a la perfección.
(Los antecedentes declarativos de los involucrados intolerantes fueron recogidos del libro El Estado laico y sus malquerientes de Carlos Monsiváis.)
jorge.medina@milenio.com

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