miércoles, 11 de agosto de 2010

¿Legalización? Sí



Reforma                 7 Agosto 2010

JAIME SÁNCHEZ SUSARREY

1.- Más vale tarde que nunca. Felipe Calderón no se pronunció por la despenalización de las drogas, pero aceptó y dio por buena la apertura de un debate al respecto. Anteriormente su postura había sido tajante: no a la despenalización, no al debate.
Su cambio coincide con la Declaración de Viena (firmada por tres ex presidentes latinoamericanos: Zedillo, Gaviria y Cardoso) que llama a revisar la política de “la guerra contra las drogas” porque ha fallado en todo el mundo y convoca al Secretario de la ONU a pronunciarse por la despenalización de los consumidores de drogas (www.viennadeclaration.com).
2.- En México la estrategia ha fallado en todos los órdenes. No ha logrado disminuir el consumo. No ha conseguido contener la violencia. No ha reducido el poder económico de los cárteles. No ha recobrado territorios y espacios que estaban bajo el control del crimen organizado.
Para utilizar la metáfora del propio Calderón: la intervención inicial del paciente mostró que padecía un cáncer avanzado, pero el tratamiento aplicado ha provocado una metástasis. El empeoramiento de la situación no es garantía ni confirma que vamos por el buen camino. De ahí la urgencia de revisar la estrategia.
3.- La situación en México y Estados Unidos es radicalmente distinta. En ambos países hay consumo y tráfico de drogas, pero allá los cárteles no constituyen un desafío para el Estado ni son un problema para la seguridad nacional.
Voy a lo fundamental. En más de 10 estados de la Unión Americana la marihuana está legalizada con fines medicinales. En California, por ejemplo, se puede adquirir en máquinas despachadoras mediante una receta que la prescribe para combatir el insomnio, la ansiedad u otros padecimientos. Imposible tapar el sol con un dedo. El uso medicinal de la cannabis es un primer paso en la dirección de la completa despenalización.
4.- En Oakland, cerca de San Francisco, California, se acaba de aprobar la edificación de cuatro empresas que producirán en forma industrial la marihuana para abastecer el mercado que genera el uso medicinal.
Además, en la elección para Gobernador de California en noviembre se realizará un referéndum para aprobar el consumo de droga con fines recreativos. Las encuestas muestran, por lo pronto, que el índice de aprobación ronda el 50%.
Los argumentos de los despenalizadores son, por un lado, que se abatirá la violencia y, por el otro, que el Gobierno percibirá una cantidad importante de ingresos por los impuestos al consumo y la producción de marihuana.
5.- La despenalización de la marihuana con fines medicinales y la legalización de la producción en Oakland cambian el panorama radicalmente.
¿Con qué autoridad moral y argumento racional se puede justificar que en México, a lo largo del Gobierno de Felipe Calderón, la guerra contra el narcotráfico haya cobrado más de 28 mil víctimas cuando del otro lado de la frontera la compra y venta de la marihuana es un negocio legal?
Y si en el plebiscito de noviembre se impone el sí sobre el no, la situación será aún más insostenible. ¿Por qué perseguir a sangre y fuego lo que del otro lado se tolera y se consume legalmente? Sería como reeditar, pero al revés y con un gravísimo riesgo, la historia de la prohibición del alcohol en los años 30, cuando los jóvenes estadounidenses cruzaban a Tijuana para embriagarse. ¿Eso es lo que queremos y, sobre todo, a cualquier costo?
6.- Hay varios datos, además de los citados arriba, que confirman el impacto positivo que tendría la legalización de la marihuana. Voy punto por punto.
Según el departamento de Estado de Estados Unidos, en México se lava un promedio anual de 25 mil millones de dólares. Esto significa que al cumplirse el cuarto año de Gobierno de Felipe Calderón estaríamos hablando de 100 mil millones de dólares que, a un tipo de cambio de 12.50, equivalen a un billón 250 mil millones de dólares.
Según John Walters, entonces titular de la Oficina de la Casa Blanca para el combate a las drogas, en 2007 el 58% de los ingresos de los cárteles mexicanos en los Estados Unidos provenían de la venta de marihuana.
La conclusión cae entonces por su propio peso. Si de verdad se quiere golpear el enorme poder económico de los cárteles de la droga la opción más simple y directa pasa por legalización de la producción y el consumo de la marihuana. Porque, dígase lo que se diga, ninguna estrategia hacendaria de decomiso podría tener una efectividad tan rápida y tan dramática.
A lo que hay que agregar dos elementos adicionales. Se socavaría la base social de los cárteles en el campo mexicano, toda vez que el departamento de Estado estima que 300 mil personas se dedican al cultivo y procesamiento del opio y la marihuana. Y el Estado podría gravar la producción y el consumo, tal como lo hace con el alcohol, y obtener ingresos considerables.
7.- Por último, la legalización de las drogas se funda en un principio elemental que John Stuart Mill sintetizó con claridad y concisión hace un siglo y medio:
“La única finalidad por la cual el poder puede, con pleno derecho, ser ejercido sobre un miembro de una comunidad civilizada contra su voluntad, es evitar que perjudique a los demás. Su propio bien, físico o moral, no es justificación suficiente (…) Sobre sí mismo, sobre su propio cuerpo y espíritu el individuo es soberano (...) Cada uno es el guardián natural de su propia salud, sea física, mental o espiritual. La humanidad sale más gananciosa consintiendo a cada cual vivir a su manera que obligándole a vivir a la manera de los demás”. (On Liberty, 1869).


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