viernes, 6 de agosto de 2010

10 PROPUESTAS PARA UNA AGENDA CULTURAL





LEONARDO BENJAMÍN VARELA CABRAL
DIRECTOR DE CULTURA, ACCIÓN CÍVICA Y FESTIVALES
DEL XIII AYUNTAMIENTO DE LA PAZ



Estamos en la víspera de un proceso electoral que desembocará, el próximo año, en la renovación de los gobiernos municipales y estatal, así como el Congreso de Baja California Sur. Ante este escenario, es inquietud de muchos ciudadanos con y sin militancia partidista, que los resultados de la contienda electoral respondan a las necesidades de la gente y no se conviertan en el saldo de una lucha personal o grupal, ni tampoco en una estéril y desgastante confrontación política sin efectos palpables para el desarrollo del estado.

Para quienes creemos en el valor de la palabra y las ideas, la confrontación que realmente vale la pena estimular en estos días es aquella que permite la construcción de consensos a través del diálogo; la que se basa en el contraste de visiones y propuestas, en el debate informado y constructivo, para  convenir mejores modelos de desarrollo para todos los que habitamos esta media península.

Esto resulta especialmente relevante en el momento actual, ante la complejidad económica, social y política de la vida nacional, cuando una crisis generalizada y su manifestación más contundente en el sentimiento de pérdida de valores (identidad, seguridad, solidaridad, respeto por las leyes y las personas) nos muestra diariamente la peor cara de la realidad.

Los actuales no son tiempos para confrontar ni dividir. Son momentos de responsabilidad y de acción, así como de reflexión ponderada, positiva y propositiva acerca del presente y futuro de nuestra nación, estado y municipios.

Ello no significa renunciar a la libre expresión de opiniones y puntos de vista plurales y muchas veces divergentes, ni por ende, menospreciar el importante papel que tiene la discusión razonada como mecanismo para la construcción de políticas públicas que incidan de manera efectiva sobre la calidad de vida de la población.  

Este documento presenta una serie de propuestas a debate; propuestas que a nuestro juicio fundamentan la posibilidad de generación de una política cultural acorde con las circunstancias y necesidades de nuestro estado y municipios para los próximos años.

No se trata, desde luego, de un ejercicio ni exhaustivo ni totalizante. Todas las opiniones son circunstanciales y parciales: se desprenden del contexto, la experiencia y la visión de quien las emite.

En este caso, hemos partido sobre todo de un ejercicio prospectivo y proactivo que pretende imaginar un mejor futuro y crear instrumentos que posibiliten su consecución.

¿Qué proponemos?

  1. Una política cultural como prioridad para el desarrollo social
La cultura es una dimensión del desarrollo humano, indisoluble de los factores económicos, políticos y sociales. Por ello, no se puede concebir una transformación de la sociedad sin instrumentos de política cultural eficientes. Se propone, pues, que la cultura adquiera un carácter prioritario dentro de las política públicas y que ello se refleje mediante mecanismos institucionales que atiendan dos vertientes: a) fortalecimiento presupuestal y b) profesionalización de los servicios y las instituciones culturales.

En el primer apartado, proponemos que se destinen mayores presupuestos a la actividad cultural, por lo menos en una medida proporcional a lo que se otorga a otros renglones importantes del desarrollo, como son la educación, la salud y el deporte.

En el segundo, se propone fortalecer la presencia de cuadros preparados y con experiencia al frente y al interior de las instituciones de cultura, generando un equivalente al servicio profesional de carrera, que permita a los promotores culturales y creadores artísticos con mejores perfiles aspirar a realizar una carrera dentro de la administración pública, así como capacitarse y actualizarse de manera progresiva y permanente, evitando la improvisación, el desconocimiento y la falta de continuidad.

Prioricemos la cultura.

  1. Una política cultural que aproveche y estimule el capital humano
La cultura es un derecho social universal, un espacio para la construcción de identidades en la diversidad y la libertad, desde el cual es posible incidir en el desarrollo de las sociedades a fin de que éstas no pierdan su cohesión original. En otras palabras, se trata de un espacio de interacción social que sin embargo parte del fortalecimiento de los individuos en sus facultades creativas y expresivas, así como en la posibilidad de vincular y organizar dichas facultades con su entorno social.

Por tanto, partiendo de los avances que se han alcanzado recientemente en nuestro estado y municipios en el ámbito de la construcción y rehabilitación de infraestructura cultural, el siguiente paso tiene que ver con el fortalecimiento de la relación entre estos espacios y los individuos, entre la cultura y la sociedad.

Proponemos, por ello, una mayor inversión y atención hacia los actores principales del desarrollo cultural: promotores culturales, creadores artísticos y gestores ciudadanos. Es momento de dar vida a los espacios culturales apoyando a los individuos y grupos para la realización de más y mejores talleres, espectáculos, cursos y actividades diversas, tanto temporales como permanentes, que sustenten una oferta cultural diversa y constante para nuestra entidad.

Apoyemos a la gente que trabaja y promueve la cultura.

  1. Una política cultural con enfoque democrático
Recientemente se elevó el derecho de acceso a la cultura a rango constitucional, mediante la adición del párrafo 9 al artículo IV de nuestra Carta Magna, que a la letra dice: “Toda persona tiene derecho al acceso a la cultura y al disfrute de los bienes y servicios que presta el Estado en la materia, así como el ejercicio de sus derechos culturales. El Estado promoverá los medios para la difusión y desarrollo de la cultura, atendiendo a la diversidad cultural en todas sus manifestaciones y expresiones con pleno respeto a la libertad creativa…”

Todas y todos deben tener acceso al disfrute de los bienes culturales, en tanto que éstos son factores para un desarrollo social e individual plenos. Por ello, es necesario mejorar las posibilidades de acceso de los ciudadanos a la cultura y para ello es necesario ejercer un acto de voluntad política en dirección a la descentralización de los servicios y productos culturales.

Es imprescindible que la oferta cultural se concentre cada vez menos en los núcleos urbanos privilegiados y que se active una política cultural capaz de tener presencia permanente en colonias populares, comunidades rurales y zonas marginadas de nuestro estado y municipios.

Proponemos: a) reactivar el papel de las bibliotecas públicas, centros comunitarios y casas de cultura como ejes de la vida cultural en las zonas marginadas, el medio rural y las colonias populares, y b) el empoderamiento de los gobiernos municipales, mediante mecanismos que permitan una mayor transferencia de recursos y atribuciones en materia de gestión cultural, desembocando necesariamente, en el mediano plazo, en la creación de institutos de cultura municipales en cada uno de los ayuntamientos del estado, lo cual dotará a este nivel de gobierno de una mejor perspectiva y un andamiaje legal más adecuado para convertirse en efectivo promotor de la cultura dentro de su ámbito de influencia.

Descentralicemos la cultura.

  1. Una política cultural con perspectiva ciudadana
La cultura procede de la comunidad entera y a ella debe regresar. No puede ser privilegio de elites ni en cuanto a su producción ni en cuanto a sus beneficios. La democracia cultural supone la más amplia participación del individuo y la sociedad en el proceso de creación de bienes culturales, en la toma de decisiones que conciernen a la vida cultural y en la difusión y disfrute de la misma.

En consecuencia, se requiere fortalecer los mecanismos de participación ciudadana en la toma de decisiones dentro del ámbito cultural, dejando atrás visiones paternalistas o estatistas de la cultura, que han reducido su oferta a las opciones o visiones que se tienen desde la burocracia, y al mismo tiempo han impedido la continuidad de esfuerzos y políticas, al depositar solamente en los funcionarios culturales la posibilidad de incidir en las políticas públicas.

Proponemos la creación de consejos ciudadanos de cultura estatales y municipales, de un patronato que apoye al comité organizador del carnaval, de las fiestas de fundación y de las fiestas tradicionales de los municipios, en el cual se haga presente la representación ciudadana y de la iniciativa privada, y donde los ciudadanos, organizados y capacitados, no sólo tengan derechos sino también responsabilidades, contribuyendo en diversos aspectos y por diversas vías al logro exitoso de una política cultural.

Estos consejos ciudadanos no pueden excluir ni sustituir la opinión de los expertos ni de los especialistas en la promoción cultural y la creación artística, ni por supuesto relevar al Estado de sus responsabilidades y atribuciones; por el contrario, deben constituirse en espacios de diálogo y corresponsabilidad.

Ciudadanicemos la cultura.

  1. Una política cultural centrada en la diversidad
La cultura es un ejercicio abierto de participación desde los individuos hacia la colectividad, incidiendo en la construcción de nuevos modelos sociales basados en la integración comunitaria. A través de ella es posible lograr el fortalecimiento de los procesos de reconocimiento que se generan colectivamente, contribuyendo a gestar un sentimiento de pertenencia, el respeto y conocimiento de nuestra identidad, así como el respeto a la diversidad.

No existe una identidad sudcaliforniana como tal, sino una suma de identidades que en su conjunto nos enriquecen y al mismo tiempo que nos singularizan frente al resto de la República, nos permiten establecer lazos estrechos con individuos y sociedades de ésta y otras naciones.

Por ello, proponemos redefinir la gestión cultural bajo premisas que equilibren la necesaria defensa y rescate de nuestro patrimonio cultural e histórico, incluyendo folclore y tradiciones, con el impulso a manifestaciones culturales distintas, novedosas, vanguardistas, que nos vinculen con el quehacer cultural que se realiza en otras latitudes y nos permitan romper el secular aislamiento, el chauvinismo, la autocomplacencia, el desdén o la ignorancia de importantes expresiones y manifestaciones culturales del pasado y la actualidad.

Esta política cultural debe incorporar perspectivas de género, equidad, promoción y respeto a la diversidad y sobre todo, de impulso a una labor cultural profesional y de alta calidad, sin discriminar ni prejuzgar ningún tipo de manifestación cultural o artística.

Diversifiquemos la oferta cultural.


  1. Una política cultural integral para sectores vulnerables
La cultura reconoce como una de sus mayores fortalezas la capacidad integradora de lo diverso en la búsqueda de la equidad, entendiendo a ésta como otorgar a cada quien lo que le corresponde de acuerdo con sus circunstancias y potencialidades.

Así, es imprescindible ejercer una política cultural que deje a un lado visiones asistencialistas y paternalistas, y que, por el contrario, involucre a niños, jóvenes, adultos mayores y discapacitados como actores, y no sólo como espectadores o beneficiarios de la actividad cultural.
Proponemos la creación de programas específicos y permanentes no para la atención de estos sectores como públicos pasivos, sino para su involucramiento en la construcción de nuevas expresiones y manifestaciones culturales y artísticas, mediante la vinculación con instituciones especializadas y alianzas sectoriales, así como el contacto directo con instancias y agrupaciones de la sociedad civil.

Es importante generar acercamientos con organismos y ciudadanos que promueven el trabajo conjunto con los sectores vulnerables, para dar luz a nuevas estrategias de trabajo conjunto.

Pasemos del asistencialismo a la integración cultural.

  1. Una política cultural con enfoque de transversalidad
La cultura se vincula de manera intrínseca con otros ámbitos del desarrollo social, convirtiéndose en vehículo portador de mensajes y valores, así como en depósito del imaginario colectivo que incide sobre las prácticas y costumbres de los individuos y la colectividad en ámbitos tan diversos como la salud, la educación y el desarrollo económico.

Aunque tradicionalmente se reduce la definición de cultura al espectro de la creación artística y específicamente a las bellas artes, en la actualidad es necesario generar mecanismos de coordinación intersectorial que aprovechen el potencial transformador de la cultura en beneficio del desarrollo social.

Para lograr este objetivo se propone la creación de una coordinación intersectorial, donde las instituciones culturales puedan interactuar con los sectores salud, educación, turismo y ecología, para la construcción de programas, proyectos y acciones comunes de beneficio comunitario, centrados especialmente en las comunidades marginadas y el medio rural, pero también en los centros urbanos y en los espacios donde se advierten problemáticas específicas que ameritan la atención coordinada, como es el caso del fomento a la salud, el impulso a la lectura, las campañas de concientización en torno al cuidado del ambiente, etcétera.

Vinculemos la cultura.

8. Una política cultural con alcance regional y nacional
La cultura es por definición un ámbito de acción que se nutre de la universalidad y se enriquece mediante el contraste, la convivencia e incluso la pugna entre lo diverso. Por ello, en un mundo globalizado y que cambia a pasos acelerados, es imprescindible contar con herramientas para lograr una inserción armónica en el entorno de la región, el país y el mundo, sin dejar de lado la identidad o las identidades que cohesionan a nuestra sociedad.

Esto sólo puede ser resultado de un ejercicio consciente y reflexivo, que integre a nuestro estado y sus municipios, a partir de sus ciudadanos, promotores y creadores, en la dinámica actual del devenir cultural en la región, el país y otras naciones.

Proponemos, para ello, la creación de un corredor cultural intermunicipal, un corredor cultural del noroeste, un corredor cultural de las tres Californias y una política permanente de vinculación e intercambio que no sólo nos ubique como receptores de artistas y promotores nacionales, sino que también permita proyectar e impulsar la cultura local en otros ámbitos y niveles, de manera consistente y sistemática.

Rompamos las fronteras culturales.

  1. Una política cultural con visión de futuro
La cultura es componente sustancial del devenir de las comunidades y los individuos, un bien en permanente transformación y continuo intercambio, cuyo dinamismo es imposible detener y cuya continuidad es inherente a sus propios procesos de transferencia de valores, costumbres, imágenes e ideas.

Por ello, la irrupción de nuevas políticas o instituciones culturales cada ciclo administrativo cuatrianual o sexenal, si bien generan benéficas expectativas de mejora y crecimiento, también ejemplifican la carencia de una visión a largo plazo y de estrategias que permitan consolidar y corregir, en lugar de simplemente improvisar o inventar cada vez que se da un cambio de gobierno, sin reconocer aciertos ni aprovechar experiencias.

Construir una memoria institucional y colectiva respecto a la promoción cultural en nuestro estado no es tarea fácil, no obstante lo cual es necesario realizar este ejercicio, para lo cual proponemos tres vertientes:

a)    un estudio diagnóstico del estado actual de la promoción cultural, incluyendo infraestructura, capital humano y condiciones del patrimonio histórico-cultural, así como públicos, usuarios y destinatarios de los servicios y productos culturales.

b)    un ejercicio prospectivo que proponga, a corto, mediano y largo plazos, instrumentos de planeación, programación y evaluación para el fortalecimiento de la infraestructura, la profesionalización, el estímulo a la creación, la difusión del arte y la cultura.

c)    un mecanismo permanente de consulta y retroalimentación, mediante la implementación periódica de foros de análisis y discusión sobre temas relevantes para el desarrollo cultural, así como encuentros anuales de intercambios de servicios, productos y experiencias entre creadores y promotores a nivel municipal y estatal. 

  Planifiquemos la cultura.

  1.  Una política cultural que estimule la inversión y el empleo    
La tendencia actual en la gestión cultural a nivel internacional se orienta a un nuevo paradigma de instituciones culturales, abocadas no sólo a la promoción y difusión de la cultura, sino también y sobre todo al estímulo para la generación y el aprovechamiento de iniciativas ciudadanas susceptibles de convertirse en empresas culturales.

Dentro de una economía en crisis, como la nuestra, cualquier esfuerzo que se haga para mitigar las condiciones de pobreza, desigualdad y desempleo que prevalecen entre amplias capas de la población, es bienvenido; máxime cuando además se posibilita la generación de nuevos y mejores servicios y productos culturales, estimulando la competencia entre particulares, así como entre éstos y las instituciones.

Sin renunciar al importante papel que tiene el Estado como gestor e interventor de la cultura, es necesario empoderar a la ciudadanía, permitiéndole desarrollar iniciativas culturales de carácter prodctivo, que brinden oportunidad de empleo a jóvenes, adultos y adultos mayores, aprovechando el gran potencial social que representa la creatividad muchas veces desaprovechada de amplios sectores de la población.

Cafés-librerías, bares culturales, centros de educación artística, galerías, bibliotecas y salas de fomento a la lectura, así como muchas formas de turismo cultural pueden y deben ser exploradas en nuestro estado, para no quedarnos a la zaga de lo que se está haciendo en muchas otras partes del mundo y para no seguir tirando a la basura el esfuerzo, la capacidad de trabajo y la gran riqueza cultural de nuestras zonas urbanas y rurales. Esta riqueza intangible puede traducirse en riqueza tangible, siempre y cuando se adopten acciones como las propuestas:

a)    una política de estímulos fiscales y créditos semilla para la generación o ampliación de proyectos culturales productivos

b)    una estrategia permanente de vinculación con los sectores productivos, que permita el acceso a créditos (por ejemplo, los que otorga la Secretaría de Economía a las PYMES), así como a procesos de profesionalización en aspectos como el estudio del mercado, la comercialización y difusión de los productos y los servicios culturales.

  Hagamos de la cultura una fuente de riqueza colectiva.

Por último, una reflexión: construyamos nuevos paradigmas en la promoción y gestión cultural.

Actualmente, nuestro país refleja la crisis de los modelos de desarrollo estatistas implementados hasta la década de los ochentas, lo mismo que el agotamiento de los modelos neoliberales que le sucedieron. Ni el paternalismo ni el auge del mercado parecen ser la solución a los añejos problemas que nos aquejan en el ámbito económico, político, pero sobre todo social.

Es evidente que los paradigmas han cambiado para el ciudadano común, para los niños, los jóvenes y las familias. La vida, hoy, transcurre más rápido y sin pausas, con menos tiempo para reflexionar, construir e integrar. Se asume el estilo de vida actual como una descarnada lucha por la sobrevivencia, a veces literal, que desemboca en el auge del individualismo.

Sólo la cultura es capaz de devolvernos una imagen mejor de nosotros mismos. Es a través de la cultura como el individuo se ve reflejado en la colectividad, así sea porque confronta con ella modos de ser y expresarse.

En una sociedad democrática, como la que aspiramos a construir, la cultura debe ser un elemento constructor de ciudadanía y democracia, un factor de unidad y de cambio frente al cual sólo es posible exigir, demandar y construir una gestión cultural eficiente, profesional, propositiva e incluyente, dispuesta a entablar un diálogo permanente con ciudadanos, creadores y promotores de todas las tendencias y orientaciones.

El nuevo paradigma en la gestión y  promoción de la cultura que pretendemos impulsar no es otro sino el de una gestión cultural centrada en los aspectos humanos, en la calidad de vida de los actores y beneficiarios de los servicios culturales, más que en la construcción de infraestructura o la habilitación de proyectos y apoyos de corto plazo; en el apoyo al talento local antes que en la sobrevaloración de todo lo que se produce en otros lugares, cuando aquí hay talento y entusiasmo suficientes para realizar producciones y servicios que lo único que requieren es un respaldo adecuado. Queremos apostar por la creatividad y la imaginación como motores de la vida cultural; en la profesionalización de las personas, las instituciones y los procesos involucrados en el desarrollo cultural, en la recuperación de la memoria institucional y personal de la promoción cultural en nuestro estado como fundamento para políticas de transformación y aprendizaje dentro de una continuidad evolutiva y pensante.

En resumen, abogamos por un modelo de promoción y gestión cultural que dé prioridad a lo humano sobre lo burocrático, con un enfoque profesional sustentado en la experiencia y la vocación de muchos sudcalifornianos que tienen el conocimiento y la capacidad para formar parte de este proceso colectivo. Para ello, es importante que nuestros futuros gobernantes hagan un compromiso con la sociedad, en el sentido de fortalecer la vida cultural de Baja California Sur y de aprovechar los recursos humanos especializados que desde hace mucho tiempo se han venido formando desde la práctica y la reflexión en torno a este tema.

Hoy más que nunca, la cultura puede ser un puntal para el desarrollo integral de nuestro estado y cada uno de sus municipios, en la medida que le otorguemos el papel que genuina y legítimamente le corresponde.










La Paz, Baja California Sur, agosto de 2010.

¿QUIÉN DICE QUE NO SE PUEDE?
(Tomado de Milenio Diario, sección Cultura, del domingo 1 de agosto de 2010)

Industrias culturales, alternativa contra la violencia en Colombia
Xavier Quirarte
En el distrito de Aguablanca, uno de los barrios más pobres de Santiago de Cali, hay muchas carencias. Y si algunos jóvenes han sido atraídos por la delincuencia y la drogadicción, otros han encontrado en la cultura una forma de resistencia, una manera de decir aquí estamos.
En una sociedad que tradicionalmente les dice que el arte no es para quienes no nacieron en una posición privilegiada, han hecho a un lado este prejuicio y se ganan la vida en diversos terrenos de la cultura popular. Para apoyar estas manifestaciones, así como para brindarles herramientas para fortalecerlas, la presente administración ha establecido el programa Industrias Culturales de Cali, en la que participa no sólo el gobierno municipal y diversas dependencias, sino también la iniciativa privada y la sociedad civil.
En este gran proyecto destaca el caso de Aguablanca que, bajo la coordinación de la Cámara de Comercio de Cali, ha aglutinado a un colectivo de cerca de 30 agrupaciones y más de 200 artistas. Los jóvenes trabajan en expresiones originales que van de la música tradicional al hip-hop, de la salsa al teatro, de la danza regional al baile contemporáneo, además de extender los beneficios de la cultura a la población infantil.
No es un programa asistencial, sino formativo, que enseña a los jóvenes cómo alcanzar sus metas. Además de contar con un espacio para realizar sus actividades en el centro cultural creado en la sede de la Cámara de Comercio de Aguablanca, los jóvenes han encontrado un proyecto que les da confianza y credibilidad, dice Rita Mónica Jiménez, titulr de esta dependencia. “Hemos generado expectativas y hemos cumplido en la medida en que hemos podido. Ha sido una creación colectiva donde las instituciones no somos las que damos las órdenes, sino que es algo concertado con los jóvenes. Creo que lo más importante es ese tejido en red, donde contamos con una variedad de expresiones artísticas, además de que hemos logrado alianzas entre los mismos grupos. Uno de los objetivos es empoderar a los jóvenes, que al final ellos digan: vamos a poder hacerlo solos”.

El arte, una forma de vida
En una tarde calurosa llegamos al centro cultural de Aguablanca, donde se han reunido algunos representantes de los colectivos para charlar sobre sus experiencias. Miguel Ángel Moreno, Tumeyker, cuenta que de niño nunca se imaginó que podría dedicarse a cantar o a diseñar ropa, sino que sería campesino. “Ahora me dedico a esto y es algo para lo que lucho día a día, lucho por el sueño de que la gente conozca lo que hago”.
Tania Banguero trabaja con niños de tres años en adelante, así como con jóvenes y adultos en la escuela de baile Expresión Latina. Acercar a los niños al baile, dice, “es hacerlos que ocupen el tiempo libre en algo productivo, porque el sector es un poco difícil a nivel de conflicto de pandillas, que puedan aprender un arte y que, a futuro, puedan defenderse con ese arte. Por otro lado, tengo jóvenes instructores, lo que nos permite fomentar el empleo, algo que no es muy frecuente en este lugar”.
Peter Palacios, integrante de un productora de cine comunitario, dice que este medio permite a los jóvenes cineastas de la zona “mostrar otra imagen de cómo realmente se vive, cómo se disfruta… Es esa oportunidad de hacernos visibles como somos, no para crear polémica, sino para generar un diálogo social”.
Blair Mosquera, director de la revista Migrando mi Barrio, cuyo propósito es mostrar las cosas positivas de Aguablanca, dice que “este sector siempre está muy estigmatizado por la violencia. Es un medio alternativo que da participación a los estratos más populares del barrio”.
Yosimar, bailarín de hip-hop, empezó a bailar con un proyecto de la alcaldía “de crear espacios para evitar que los jóvenes de distrito entren en drogadicción y conflictos de pandilla. La gente siempre piensa que el distrito solamente son drogas, matanzas y cosas así, pero hay mucha gente que quiere hacer cosas buenas, y al mostrarlas es como enseñarles la otra cara de la moneda”.
Harnel Suárez, quien practica el grafiti y hace break dance, cuenta que “cuando era niño en el sector 13 había mucho conflicto de pandillas y robos, algo de lo que me alejé gracias a la práctica de estas dos disciplinas”.
María Consuelo Duque imparte clases de teatro a mujeres adultas mayores que por lo regular trabajan como madres comunitarias. “El proyecto es abrir una escuela para niños en estado vulnerable, queremos que, además de mostrar sus cualidades artísticas, saquen su autoestima y aprendan a ocupar su tiempo libre”.

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