viernes, 7 de noviembre de 2008

MARCO ANTONIO JIMENEZ: LUNAS DE OCTUBRE, INVENCIÓN COLECTIVA DE LA AMISTAD, EL AMOR A LA LITERATURA Y A LAS PACÍFICO.

EL PELAO Y EL CORSARIO EN SU REENCUENTRO LUNAR 25 AÑOS DESPUÉS . "MIRA EDMOON, PÓRTATE BIEN, NO SEAS DISIPADO, NOMÁS DOS PACÍFICOS ¿OK?

Queridísimo Edmundo, te mando un abrazo y mi agradecimiento.

El V encuentro literario de Lunas de Octubre sucedió a plenitud a cada instante, sorprendente, irrepetible. Sus aportaciones van desde las más visibles hasta las secretas: el suceso dejó una estela indefinible por la amplitud de sus desencadenamientos. Se desenlazaron efectos culturales, literarios e íntimos impredecibles, inabarcables. Esa fue su riqueza. Seguro su resonancia ya se multiplica en la conciencia sideral, y también en la memoria concreta de las instituciones y los hombres que participaron, con distintos grados de compromiso y disfrute, en su realización.

Cómo describir los desprendimientos y las ramificaciones que detonó un encuentro que fue lenguaje, gozo, ejercicio crítico y creativo animado por la amistad y los rigores de la celebración. A ratos quien leía su obra y los que la escuchábamos erigíamos una dimensión mágicamente suspendida en la que éramos de nuevo el mar en pleno poderío primigenio. Y ahí estábamos entrelazados por la voz más profunda y sagrada, la indescifrable, la de la risa y el encantamiento, la del desgarro y la sensibilidad sorprendida por sus propios relatos y metáforas.

Es que convocados por Edmoon Lizardi, confabulados por La Paz , narradores y poetas, oyentes y despistados, nos abrimos al milagro de la palabra liberada devolviéndole al mundo su cualidad mágica, y entre geniales ráfagas y fulminaciones del lenguaje abolimos el tiempo a fuerza de revelación, candor, exceso, pureza, deslumbramiento.

Si lo que llamamos “realidad” es sólo una construcción cultural, Lunas es y será una invención colectiva sustentada por la amistad, el amor a la literatura y a las Pacífico. ¿Disipación? Por favor, fue casi un retiro franciscano (con uno que otro monje loco). Lo que sucede es que el daño neuromoral que como sociedad padecemos parece irreparable por no haber poetizado la vida: no faltan mentes jibarizadas por el miedo a descubrir su propia grandeza. ¿Es posible que todavía estos rituales desconsuelen a los conmocionados por el riesgo de estar vivos?
Todos nos llevamos parte de la llama, el poder interior, que hay en La Paz. En fin, al terminar el evento los cautivos felices salimos más diversos, múltiples, reinventados por la imaginación, el hechizo, el enigma y la belleza de los otros.

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