PACO MOON, EN LAS PASADAS LUNAS DE OCTUBRE DE LP Y LC.
FUE un fin de semana de emociones encontradas. Cuando nos disponíamos a atestiguar y disfrutar el histórico triunfo de Barak Obama, la madrugada de ese Súper Martes, de Barcelona llegó otra buena nueva: el escritor mexicano, Daniel Sada, había conquistado el Premio Herralde de Novela 2008 dotado con 18 mil euros(23 mil dólares), con la obra “Casi nunca”.
Y cuando por la noche empezaban a confirmarse los sondeos a favor de Obama con los primeros cómputos oficiales, llegó la trágica noticia del avionazo en pleno periférico y Paseo de la Reforma, en el que habían fallecido ocho personas, entre ellas, el secretario de gobernación, Juan Emilio Mouriño, y el ex subrocurador de la SIEDO, José Luis Santiago Vasconcelos.
Como a muchos mexicanos, lo primero que se me vino a la mente al constatar la súbita muerte del joven funcionario, fue el “hubiera…”.
Si Calderón le hubiera pedido su renuncia cuando el secretario de Gobernación y amigo íntimo fue denunciado por tráfico de influencias…Pero como el hubiera no existe mas que como tiempo verbal que permite la reinvención idealizada de la historia, no queda más que la cruda realidad de otro grito de sangre en este México desfigurado de los albores del tercer milenio.
Una vez confirmado el histórico triunfo de Barak Hussein Obama, el contrapunto del ambiente de fiesta, de júbilo, en el país vecino y en el resto del mundo, con la nueva tragedia mexicana, fue tan brutal que los experimentados comentaristas de la televisión mexicana no sabían que cara poner.
El patético discurso de Calderón precedió por minutos al del emergente estadista Obama. El presidente mexicano, con la voz más quebrada que de costumbre, exhibía más que su dolor por la pérdida del amigo, su miedo.
La imagen de Calderón es la de un hombre paniqueado, solo, a la deriva, que no tiene más que ofrecer a la opinión pública que “discursos” en los que la palabra, el acento, el tono, tan disparejos y salpicados de “gallos” adolescentes, van por un lado, y el lenguaje gestual por otro.
Anacronismo, vacuidad conceptual, confusión, temor, son sus proyecciones a despecho del “contenido” de su “mensaje a la nación” de “firmeza” ante el MAL, con frases tan manidas como las que llaman a “redoblar” esfuerzos ante la tragedia ,y la reiteración ad nauseam, con el terror reflejado en todo su ser, que su “gobierno” no será intimidado por el diluvio de sangre de una guerra perdida de antemano.
Calderón ya no da para más. La circunstancia excepcional de un país en transición, no hizo del abogado michoacano un estadista. Cada vez exhibe con mayor impudicia su bajo perfil político, avalado por pillluelos priistas como Ulises Ruiz, el góber Pechocho, y la Chucky, Elba Esther Gordillo.
Su ilegitimidad no viene de un supuesto fraude electoral como de su propia pequeñez y torpeza, desde que en uno de sus primeros “actos de gobierno”, decidió ponerse el uniforme militar de “comandante en jefe”, que le quedaba ridículamente holgado, para declararle la guerra al narco y al crimen organizado…con excepción de los aliados con fuero político.
Las clases de “civismo” calderonianas, su “discurso” plagado de lugares comunes, no hacen más que confirmar que el principal problema de México es su clase política chatarra, la falta de liderazgos reales, de auténticos lideres políticos que para serlo tendrían que ser primero LIDERES DE OPINION, hombres de palabras y de palabra, con la lengua conectada con el cerebro, el espíritu y el corazón, como es el caso contrastante de Barak Obama.
Y de Daniel Sada, flamante Premio Herralde de Novela 2008, quien acaba de estar en el Encuentro Nacional de Escritores, Lunas de Octubre…
DANIEL, MY BROTHER…
Lo conocí en el DF a principios de los 80, una de esas tardes de tertulia literaria en la cafetería de la Gandhi. Me lo presentó el poeta veracruzano, José Luis Rivas(Tierra nativa, FCE 1986), con quien este columnista había compartido departamento en Xola e Insurgentes(vecinos de la leonera de José Alonso e Isela Vega), una década atrás.
“Ustedes son paisanos”, dijo José Luis, sin sospechar que estaba creando un puente afectivo que se extendería per secula seculorum.
El nuevo amigo se llamaba Daniel Sada, nativo de Mexicali, pero “criado” en Coahuila, la tierra de sus padres, y radicado desde su adolescencia en la Ciudad de México.
Daniel había sido becario del Centro Mexicanos de Escritores, y acababa de publicar su primera novela, Lampa vida(Premiá, 1982), con muy buena aceptación de la crítica. Se hablaba de un autor que sorprendìa con la capacidad proteica de un lenguaje que nos revelaba una nueva geopoética enaraizada en la tradición oral y el desierto del norte de México.
Hubo quienes ubicaron la estética sadiana entre dos cúspides: Joao Guimaraes Rosa y Lezama Lima.
A partir de esa tarde en la Gandhi empezamos a frecuentarnos. Sada vivía en un décimo piso de Plateros en un departamento sin muebles pero tapizado de libros, que era punto de encuentro de una abigarrada fauna literaria.
En esta caótica biblioteca, saboreando una cuba con Sada, o un cafecito turco adquirido en el vecino mercado de Mixcoac, entre partidas de ajedrez y guitarreadas con los boleros favoritos del anfitrión(“!Ay, cómo es cruel la incertidumbre!”), compartìamos con poetas como el jalisquillo Ricardo Castillo, quien acababa de dar el campanzo con su libro El pobrecito señor X(FCE 1982); la poetisa veracruzana Silvia Tomasa Rivera(Duelo de Espadas,UNAM 1986); el entonces joven y erudito escritor, Pablito Soler Frost, aún inédito; el poeta y crítico cinematográfico, Daniel González Dueñas, y algunos autores cercanos al grupo de la revista Vuelta.
Entre los amigos sudcalifornianos que alguna vez me acompañaron a visitar a Sada, recuerdo muy particularmente a Carlos Moyrón Benton, el Caregallo, quien impactó al novelista in progress con su peculair sentido del humor.
DE hinojos en la alfombra o sentado en un promontorio de libros, Sada acostumbraba a leernos sus trabajos inéditos.
Al concluir una de esas lecturas, el futuro Premio Villaurrutia(1992) le preguntó al Caregallo, de cuerpo y barba presentes, qué le parecía la historia de Miroslava, el personaje central de Juguete de Nadie(FCE 1986),, y Carlos le respondió en ese tono que conguja sarcasmo y estulticia; “!!Puta qué abstracto es usted compa!!”.
Daniel soltó una carcajada, se frotó las manos alborozado e invitó otra
Cuba con Sada... Nadie sabe para quién trabaja. En la puntada de Carlos, el escritor había encontrado el tono que requería el habla de sus personajes para seguir alimentando una trama cuyo fuerte no era precisamente la tensión dramática.
Aparte de las lecturas de sus textos inéditos y de la generosidad del amigo y del maestro introductor de autores claves como Gide, Huysmanns, Brecht, Dante y los clásicoS griegos, entre otros, Daniel, narrador nato, tenía la costumbre de platicar, de verbalizar sus proyectos literarios.
Uno de ellos era sobre la vida de unas gemelas huérfanas y solteronas, nativas de uno de esos pueblos del desierto de Coahuila de nombres raros, Charcos de Risa o Nadadores, que eran tan dos en una que no solamente compartían los sueños y las pesadillas, sino que hasta se daban el lujo de prestarse el ingenuo rancherote que una de ellas se había ligado en un baile en casa de la tía que las había criado.
La historia de las hermanas Gamal apareció a finales de los ochenta bajo el título de Una de dos(JM, 1989). El mismo que conservó la coproducción cinematográfica de Conaculta y Salvador de la Fuente, dirigida por Marcel Sisniega, estrenada a principios de este año.
(Película que por cierto me tocò ver en una de las salas del cinèpolis local en la que el amigo paceño de Daniel era el ùnico espectador).
Otra historia que a finales de los 80 Daniel venìa entretejiendo y que apuntaba hacia una novela de largo aliento, era una que partìa de la anécdota de un fraude electoral en un pueblito coahuilense, el topos por excelencia de la obra sadiana, y la consecuente represión por parte del ejèrcito con su cauda de muertos y desaparecidos.
No se trataba de hacer una obra de denuncia política, de tintes panfletarios, sino una especie de tragicomedia, una sátira, en la que los destinos individuales y colectivos se confabularìan en un gran fresco balzaquiano.
Diez años màs tarde, en 1999, apareció “Porque parece mentira la verdad nunca se sabe”(Tusquets Editores. Barcelona , España), una obra de 600 pàginas, que a la altura de su quinta ediciòn lleva vendidos 20 mil ejemplares.
Al presentar este libro en España, Carlos Fuentes fue al grano:”Daniel Sada va a ser una revelación en los próximos años para los escritores españoles y para la literatura mundial”.
El gran poeta y narrador colombiano Alvaro Mutis, tambièn dejò constancia de su admiración por la obra de Sada: “Es un artesano impecable, un narrador profundamente cercano a la esencia del hombre”.
“Luces artificiales”(Joaquín Mortiz, 2004), y Ritmo Delta(Planeta), son las màs recientes novelas publicadas por Daniel.
Aparte de estas dos obras referidos, Daniel ha publicado cuatro libros de cuento( Un rato, 1984; Juguete de nadie y otras historias, 1985; Registro de causantes, 1990; Tres historias, 1991), un poemario(Los lugares, 1977), una obra de varia invención(El lìmite, 1997), y las novelas Lampa vida(1980), Albedrío(1990), la ya citada Una de dos(1994), y la que viene, la ganadora del Premio Herralde 2O08, “Casi nunca”, una historia de amor del bueno, de amor de antes, como fue la de sus padres..
El arte narrativo de Daniel Sada ha sido traducido al inglès, alemàn, portugués, francès y holandés, y a pesar de haber estado dando talleres y participando en Lunas de Octubre, aquí en La Paz…ninguno de los políticos y periodistas cholleros se han dado tiempo para saludarlo, y mucho menos para platicar con él, que también tiene sus opiniones políticas, pues el escritor es una “conciencia de su tiempo”.
CASA DE CITAS:” Yo pecador, a orillas de tus ojos/ veo nacer la tempestad”. Alí Chumacero
1 comentario:
Oye Dino, si que es toda una celebridad Daniel Sada, y pensar que se presto a que le cambiara de gorra cuando estuvimos en Lunas. Jesus
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