martes, 15 de septiembre de 2009

LA ARGENTINA MELANCÓLICA


Héctor Aguilar Camín

2009-09-15• MILENIO DIARIO.


Una de las frases más citadas de la melancolía o el derrotismo latinoamericano es la que el personaje Zavalita de Conversación en la catedral repite a lo largo de la inmensa novela de Mario Vargas Llosa: “¿En qué momento se jodió el Perú?”.


Pero la verdadera pregunta latinoamericana sobre la desconstrucción de un país es en qué momento se jodió Argentina.


El Perú probablemente estaba jodido desde antes o estuvo jodido siempre, salvo en sus esplendores virreinales, tampoco un paraíso.


Difícil pensar que hubo alguna vez un Perú pujante y deseable al que jodió la impericia o la ceguera de sus hijos.


El hecho es que a principios del siglo XX hubo esa Argentina grande y próspera, uno de los países más ricos del mundo, verdadera excepción latinoamericana en ingreso, cultura y calidad de vida urbana.


Al empezar el siglo XX, Argentina era más comparable con Europa que con América Latina. A fines del siglo XX, Argentina se parecía más a sus vecinos que a sí misma un siglo atrás: había llegado a ser un país latinoamericano.


¿En qué momento se jodió Argentina? La pregunta sobrevoló todo el tiempo las penetrantes exposiciones que sobre el último siglo de su país ofrecieron Luis Alberto Romero, Roberto Russell y Natalio Botana durante una reunión anticipatoria, en agosto pasado, en Santiago de Chile, del libro de ensayos que ellos mismos escribirán en ocasión del bicentenario de su independencia.


¿En qué momento se jodió Argentina? En sucesivos momentos de clientelismo corporativo que se repartió primero y saqueó después las enormes rentas públicas del Estado.


Es la historia de un Estado prebendario que en nombre de la justicia social organiza a los intereses gremiales, sindicales, empresariales que habrán de gravitar sobre su hacienda pública y sus decisiones políticas de manera a la vez legal, corrupta, indesafiable e improductiva.


En el peronismo de los 1940 y 1970, en el neoliberalismo de Menem de los 90, en el neoperonismo de los Kirchner de este siglo, el Estado argentino ha sido un condominio de intereses organizados que fueron devorando los excedentes de una economía cuyo vigor fue, y vuelve a ser, agrícola y ganadero.


“Extravío”, “discontinuidad”, “desmesura”, “fracasomanía”, son algunas de las nociones con que distintos ensayistas explicaron a lo largo del siglo este proceso insaciable de dispendio de un Estado prebendario, que reparte sistemáticamente, en la democracia y en la dictadura, más de lo que tiene. Y luego tiene que pagar.

acamin@milenio.com
    

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