martes, 22 de septiembre de 2009

ARGENTINA Y PERÚ, DESDE COZUMEL...

Héctor Aguilar Camín

  • 2009-09-22•Al Frente.MILENIO.

Me escribe David Gutiérrez a propósito de “La Argentina melancólica”.

Estoy totalmente de acuerdo con usted. A Argentina le faltó hacer el salto cualitativo, formar a su gente para que tuviera la capacidad de desarrollar tecnología, crear cuadros dirigentes.

Desde la caída de Yrigoyen, producto de la crisis de 1929, Argentina comenzó a debatirse en problemas que llevaron a la presidencia a Juan Domingo Perón, que intentó darle más a los que más necesitaban.

El problema es que usó el populismo y, de forma similar a la mexicana, comenzó a repartir rentas para que la gente estuviera contenta. El problema es que esa capacidad de distribución llegó al colapso, en tiempos similares a los del México de Echeverría.

Lo que sigue es historia conocida: Montoneros, Videla, desapariciones, Malvinas, Alfonsín (gran persona, no muy buen estadista, medido en sus resultados), Menem y su neoliberalismo asqueroso (me considero liberal, pero eso que hizo Menem es una cruz sobre nosotros) y finalmente los Kirchner. ¿Qué más le puede pasar a ese gran país? Sólo le falta una gran guerra.

Respecto a su comentario acerca de la famosa frase de Zavalita “En qué momento se jodió el Perú”, tiene razón en mucho de lo que dice, muy pocas veces mi patria (soy peruano, naturalizado mexicano viviendo desde hace ocho años en Cozumel), tuvo niveles de excelencia, pero quizás a lo que se refiere Vargas Llosa es a que, hasta antes del gobierno de Odría, como que la gente era más decente para hacer las cosas.

Lo que se preguntaba Zavalita, extrapolado al Vargas Llosa de su época estudiantil en Piura y San Marcos, era cómo había cambiado el ser del peruano promedio, el mismo que era más sano, menos malicioso, más preparado para crecer.

Quizás la irrupción del APRA de Haya de la Torre, la influencia de Mariátegui y sus “Siete ensayos acerca de la realidad peruana”, hicieron que mucha gente que hasta ese momento sólo veían su futuro en tinieblas, avizoraran algo de luz al final.

El problema es que esa luz no era la del paraíso, sino la del infierno que se venía, porque, a diferencia de México o Argentina, donde se instauraron modelos corporativistas influenciados por el fascismo italiano, en Perú se instauró un régimen con fuertes presiones populares, que cada cierto tiempo explotaban y chocaban violentamente con la clase dominante.

Nunca se pudieron amalgamar ambas corrientes, siempre se enfrentaron, hasta que vino un gobierno como el del general Velasco Alvarado, que hizo todo por ayudar a los segundos a costa de los primeros, quitándoles todo lo construido para crear otro monstruo. Pero ese es otro tema.

acamin@milenio.com

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