JUANITO ES UN TRAIDOR...

La historia en breve
Ciro Gómez Leyva


2009-09-22•Al Frente. MILENIO.

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El personaje puede ser muy simpático y es una delicia para los noticieros de radio y televisión: el loquito con fantástico sentido común, el analfabeta funcional al que los doctos tratan de descifrar, el actor de reparto que se roba el cartel. Pero más allá de sus bondades, Juanito es un vivales y un traidor.
Juanito nació aquella tarde en que Andrés Manuel López Obrador lo parió. Su suerte pintaba para ser como la de los cientos de candidatos patito: 1, 2 por ciento de los votos y a su casa.
Por eso su líder le dijo que no se la fuera a creer. Pienso que en ese momento ni López Obrador se la creía. La invención de Juanito parecía un pretexto para tener de qué quejarse y una puntada para arrimarle un puñado de votos al auténtico partido del tabasqueño: el PT.
Luego ocurrió lo que ocurrió. Juanito se la creyó y ahora una Iztapalapa inflamada, manipulada y confundida se lo tendrá que zampar.
Difícil no dejarse seducir por un personaje que en nombre del pueblo bueno (patrimonio monopólico de López Obrador) le arrebata a López Obrador lo que a todas luces es suyo. Por el vivales de barrio que, cuando voltea y ve por primera vez músculo en sus bíceps, quiere imponer condiciones que jamás susurró cuando era un alfeñique de 44 kilos.
Juanito no ganó Iztapalapa. Tampoco Clara Brugada. Iztapalapa fue el gran y único triunfo significativo de López Obrador el 5 de julio. Que no le vengan ahora con el cuento de que el pueblo bueno ya decidió que su nuevo traductor y guía es un escudero del siglo XXI que le exige a Cervantes que retitule su gran novela y le ponga Sancho Panza.
Eso en castizo se llama traición. No hay que darle muchas vueltas.
gomezleyva@milenio.com