sábado, 19 de septiembre de 2009

¿TODOS SOMOS JUANITO?



Joel Ortega

2009-09-19•Acentos

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Juanito despierta simpatía en tanto muñeco que se rebela ante su ventrílocuo y va cobrando vida propia; primero sólo en el escenario y luego de manera permanente. Simpatiza también cuando encarna una especie de vendetta de los jodidos.
Causa cierta repulsión como símbolo de la lumpenización (no sólo de la política, sino de la sociedad entera) y la generalización de la cultura del sainete y la simulación en la que cada día sobrevivimos como país, en ese sórdido pantano. Donde no hay manera de ponerle freno a la decadencia que sufrimos y se profundiza cada vez más.
Para algunos, como el buen Pepe él filósofo, es un personaje respetable por haberle puesto los pesos a tostón al Peje, cosa que nadie había osado hacer, sobre todo en la nomenclatura perredista y anexas.
Otros, como el profesor Natharén, ven en Juanito la encarnación del agandalle como rasgo identitario de la raza de bronce.
Curiosamente a las buenas conciencias (de derecha y de izquierda) les repugna su origen social y se alarman ante la ingobernabilidad que implicaría un naco como delegado en Iztapalapa.
Obviamente nunca se cuestionan la ineptitud y la corrupción con la que hemos estado gobernados por gente de bien, sean tricolores, azules o negroamarillos, siempre y cuando tengan estudios y cierto pedigrí de criollos y clase media. Pero sí les subleva el sólo hecho de pensar que un naco, como Juanito, ya comience a tutearse con Marcelo y hasta se atreva a tomarse un refresco con Mariana Gómez del Campo; simplemente para comentar con una compañera política los asuntos del DF.
Qué pasó, no se vale olvidar que todavía hay clases.
No cualquier peladito puede codearse con la gran familia que se ostenta sin rubor en las páginas a color de las revistas de la vida social, como el número en circulación de Quién. Sólo basta ver los rostros de los eternos socialités y sus respectivos apellidos, para confirmar que la oligarquía no tolera que le falte el respeto un cualquiera como Juanito.
La recomendación del viejo Vladimir Lenin sigue siendo válida: hay que leer y ahora ojear las publicaciones de la burguesía, para tener completo el panorama social, político y cultural realmente existente.
Como puede ocurrir cualquier cosa en Iztapalapa, donde las aguas se atraviesan, nunca mejor definida, como en su raíz náhuatl; es posible que el ventrílocuo ponga punto final a todo este embrollo y en una de esas considere viable a Juanito en vez de la Brugada o que la derecha lo compre.

joeloj7168@yahoo.com.mx

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