Historias del más acá
Carlos Puig
2009-09-12
“El peligro es el hundimiento de la democracia”. Septiembre de 2009. Foto: Jesús Quintanar
Filósofo libertario, heterodoxo, políticamente incorrecto, que lo ha colocado en un lugar especial, a veces de soledad entre sus pares, Fernando Savater, habla con prisa, como si quisiera alcanzar a las ideas que le pasan por la cabeza.
Más de cuarenta libros publicados, del ensayo a la novela pasando por la filosofía o el manifiesto político, le han dado más de una docena de premios y reconocimientos.
En España, su férrea posición y su activismo antinacionalismos lo han convertido en un objetivo de ETA, lo que lo ha forzado a vivir con escoltas y lo hace caminar, a veces, a lado de quien son en otras cosas sus adversarios filosóficos. De una claridad endiablada, a pesar de un acento cerrado delatador de su origen vasco, apenas duda cuando le pregunto si en opinión de él, que lo vive todos los días, deberíamos llamar terrorismo a lo que en México hace el crimen organizado. La respuesta lleva a la conversación a otro destino.
“Es crimen porque el terrorismo tiene, además de esos procedimientos mafiosos y criminales, una especie de suplemento ideológico. Me parece que hay una diferencia clara: el gánster dice “pues mire usted, yo lo que quiero es lo que tiene usted, démelo por las buenas y se acabó”, mientras que en cambio los otros lo que quieren es transformarte en otra cosa”.
Pero el problema, me dice, no es de denominación, de ese no vale la pena hablar, sino de fondo. Y recuerda que hace muchos años en México ya planteó la imposibilidad de terminar con las bandas criminales de la droga:
“Es que la despenalización de las drogas es la única reforma de acabar con el narcotráfico. El narcotráfico brota y surge de esta campaña irracional que se mantiene en todo el mundo, bueno sobre todo en Estados Unidos y por la Organización de las Naciones Unidas. Creo que hay que empezar a reconocer que los narcotraficantes se hacen millonarios con dinero de las drogas, pero también se hacen ricos los que persiguen la droga es decir. En la ONU no sé si hay mil 300 o mil 500 funcionarios dedicados sólo a esta cosa de la lucha contra la droga, claro, esta gente no quiere de modo alguno que acabe nunca esto.”
No quiere decir, por fuerza, que Savater entienda como intencional esa relación, pero apunta al resultado:
“Es una buena y amplia burocracia en el mundo, y resulta que coinciden en los intereses: el narcotraficante que vive del gansterismo y el perseguidor del narcotraficante que dice ‘bueno, mira que bien me viene que cuanto mas barbaridades haga el narco, más voy a hacer yo predicando contra la droga’”.
—Pero también habría un argumento sobre los peligros intrínsecos de la droga, el consumo de los niños y jóvenes…
—Bueno, pues hay que decirles “eduque usted, eduque y eduque bien, porque todo es peligroso, en este momento internet es peligroso, la religión, como sabemos, es muy peligrosa, subirse en un avión es peligroso, la velocidad, las motocicletas, los autos y bueno, también la droga. Pues para eso está la educación, la educación está para saber cómo uno puede vivir en convivencia con los otros, sin hacerse daño, y sin matarse claro...si todo se prohíbe…
El filósofo cuenta una anécdota: “El hijo de un amigo mío, compañero de cursos, bueno, su hijo de 15 años se suicidó por amor, pues esas cosas de los adolescentes…Triste, muy triste. Entonces qué hacemos ¿Prohibimos el amor? ¿Prohibimos que los chicos salgan con las chicas?
“Es que también el amor, cualquier cosa intensa, pasional, que da un sentido digamos a la vida, que no sea la rutina meramente laboral, todo eso lo puede llevar a un peligro, ¿Prohibimos todo eso para que la vida sea aburrida pero segura?”
El absurdo de la prohibición, dice Savater, pone en peligro a la democracia:
“Yo no conozco más que un camino, como pasó con el alcohol en Estados Unidos. Cierto, terminada la prohibición los gánsters se dedicaron a las armas, a lo que usted quiera, pero perdieron eso, el gran negocio y evidentemente Chicago no fue lo mismo después, fue mejor.
“Ahora, aquí en países de Hispanoamérica, ¿cómo va a luchar un país como Bolivia o como la propia Colombia, o Panamá en su día o México hoy? ¿Cómo van a luchar contra un gansterismo que mueve esas cantidades de dinero, que soborna, compra a policías, a jueces, a políticos, a empresarios, a ciudadanos? ¡Bueno! En otros países quizás que haya un mejor pagado funcionario público y aun así, no lo veo posible… pero en estos países que he mencionado el peligro es el hundimiento de la democracia, es que van a ser inviables las democracias por esa corrupción”.
Fernando Savater, una mañana de septiembre de visita en el país que le ha declarado la guerra al narcotráfico.
Carlos Puig
2009-09-12
“El peligro es el hundimiento de la democracia”. Septiembre de 2009. Foto: Jesús Quintanar
Filósofo libertario, heterodoxo, políticamente incorrecto, que lo ha colocado en un lugar especial, a veces de soledad entre sus pares, Fernando Savater, habla con prisa, como si quisiera alcanzar a las ideas que le pasan por la cabeza.
Más de cuarenta libros publicados, del ensayo a la novela pasando por la filosofía o el manifiesto político, le han dado más de una docena de premios y reconocimientos.
En España, su férrea posición y su activismo antinacionalismos lo han convertido en un objetivo de ETA, lo que lo ha forzado a vivir con escoltas y lo hace caminar, a veces, a lado de quien son en otras cosas sus adversarios filosóficos. De una claridad endiablada, a pesar de un acento cerrado delatador de su origen vasco, apenas duda cuando le pregunto si en opinión de él, que lo vive todos los días, deberíamos llamar terrorismo a lo que en México hace el crimen organizado. La respuesta lleva a la conversación a otro destino.
“Es crimen porque el terrorismo tiene, además de esos procedimientos mafiosos y criminales, una especie de suplemento ideológico. Me parece que hay una diferencia clara: el gánster dice “pues mire usted, yo lo que quiero es lo que tiene usted, démelo por las buenas y se acabó”, mientras que en cambio los otros lo que quieren es transformarte en otra cosa”.
Pero el problema, me dice, no es de denominación, de ese no vale la pena hablar, sino de fondo. Y recuerda que hace muchos años en México ya planteó la imposibilidad de terminar con las bandas criminales de la droga:
“Es que la despenalización de las drogas es la única reforma de acabar con el narcotráfico. El narcotráfico brota y surge de esta campaña irracional que se mantiene en todo el mundo, bueno sobre todo en Estados Unidos y por la Organización de las Naciones Unidas. Creo que hay que empezar a reconocer que los narcotraficantes se hacen millonarios con dinero de las drogas, pero también se hacen ricos los que persiguen la droga es decir. En la ONU no sé si hay mil 300 o mil 500 funcionarios dedicados sólo a esta cosa de la lucha contra la droga, claro, esta gente no quiere de modo alguno que acabe nunca esto.”
No quiere decir, por fuerza, que Savater entienda como intencional esa relación, pero apunta al resultado:
“Es una buena y amplia burocracia en el mundo, y resulta que coinciden en los intereses: el narcotraficante que vive del gansterismo y el perseguidor del narcotraficante que dice ‘bueno, mira que bien me viene que cuanto mas barbaridades haga el narco, más voy a hacer yo predicando contra la droga’”.
—Pero también habría un argumento sobre los peligros intrínsecos de la droga, el consumo de los niños y jóvenes…
—Bueno, pues hay que decirles “eduque usted, eduque y eduque bien, porque todo es peligroso, en este momento internet es peligroso, la religión, como sabemos, es muy peligrosa, subirse en un avión es peligroso, la velocidad, las motocicletas, los autos y bueno, también la droga. Pues para eso está la educación, la educación está para saber cómo uno puede vivir en convivencia con los otros, sin hacerse daño, y sin matarse claro...si todo se prohíbe…
El filósofo cuenta una anécdota: “El hijo de un amigo mío, compañero de cursos, bueno, su hijo de 15 años se suicidó por amor, pues esas cosas de los adolescentes…Triste, muy triste. Entonces qué hacemos ¿Prohibimos el amor? ¿Prohibimos que los chicos salgan con las chicas?
“Es que también el amor, cualquier cosa intensa, pasional, que da un sentido digamos a la vida, que no sea la rutina meramente laboral, todo eso lo puede llevar a un peligro, ¿Prohibimos todo eso para que la vida sea aburrida pero segura?”
El absurdo de la prohibición, dice Savater, pone en peligro a la democracia:
“Yo no conozco más que un camino, como pasó con el alcohol en Estados Unidos. Cierto, terminada la prohibición los gánsters se dedicaron a las armas, a lo que usted quiera, pero perdieron eso, el gran negocio y evidentemente Chicago no fue lo mismo después, fue mejor.
“Ahora, aquí en países de Hispanoamérica, ¿cómo va a luchar un país como Bolivia o como la propia Colombia, o Panamá en su día o México hoy? ¿Cómo van a luchar contra un gansterismo que mueve esas cantidades de dinero, que soborna, compra a policías, a jueces, a políticos, a empresarios, a ciudadanos? ¡Bueno! En otros países quizás que haya un mejor pagado funcionario público y aun así, no lo veo posible… pero en estos países que he mencionado el peligro es el hundimiento de la democracia, es que van a ser inviables las democracias por esa corrupción”.
Fernando Savater, una mañana de septiembre de visita en el país que le ha declarado la guerra al narcotráfico.
masalla@gmail.com
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