Archivo hache
2009-09-05•Artes plásticas
Felipe Calderón, Sergio Vela y Consuelo Sáizar. Foto: Javier García
Mientras incluso los neoliberales invierten en cultura porque fomenta consumo colateral en restaurantes, cafés, bares y espectáculos, y otros porque alegan que disminuye la criminalidad, en México, en cambio, se recorta el gasto en cultura.
Si cierto nazi sacaba la pistola cada vez que escuchaba la palabra cultura, nuestros panistas sacan el diccionario.
En el recorte, las primeras bajas —no las últimas— han sido museos, arte contemporáneo y otros programas.
En el caso del INBA no hay cifra exacta. Artistas han reclamado y solicitado audiencia ante los recortes que se le ocurrieron a Agustín Carsten, secretario de Hacienda.
Consuelo Sáizar, presidenta de Conaculta, por su parte, lleva meses sin dar la cara ante todos los problemas surgidos desde su llegada. A nada responde. Espera que pasen las tormentas.
No es prioritario responder a la ciudadanía cuando hay órdenes de presidencia, como quedó evidenciado en el caso del Centro Cultural Tijuana, por la copia de la carta (que circula en internet) en que se consigna que no hubo ningún proceso de selección—como había argumentado— para elegir al nuevo director, sino vil dedazo.
El primer acto de Sáizar —que apareció en noticiarios nacionales— fue no investigar a su antecesor, Sergio Vela. No lo haría, dijo en su discurso, porque confiaba en él, y como entre ellos hubo confianza, la ciudadanía tuvo que autoestrellarse el pastel en la cara. Los desfalcos de Vela están documentados.
Por más que nos quieran convencer de las virtudes de Sáizar su primer acto fue elocuente: reiterar la impunidad. Desde entonces, ya es necesario decirlo, su gestión ha seguido el mismo rumbo.
La corrupción cultural vive un momento grave. Hay una descomposición ética, burocrática y cualitativa que supera incluso a la época de Salinas.
Si quieren hacer un recorte real podrían comenzar, por ejemplo, por todos los aviadores que, según fotografías aéreas, cuando se forman para cobrar su cheque en las oficinas del DF, extienden la fila hasta Tijuana.
Pero para quitarlos, habría que afectar intereses de la jefa, es decir, la Maestra.
Regresará en los próximos meses el virus de la influencia —como acertó Gordillo en el lapsus—, así que, sin duda alguna, el sexenio terminará en desastre, iniciado por Vela y rematado por Sáizar.
No es cierto que la memoria mexicana sea corta. Ahora mismo muchas personas podemos enumerar la lista de tropelías culturales de los últimos sexenios.
Cuando esta administración termine y pasen los años, y PRI y PAN sigan jugando tenis (y el PRD quién sabe), muchos vamos a recordar con santo y seña a las personas irresponsables.
Las instituciones culturales, cuya función es la creación de otra mexicanidad (más crítica y plena), no obstante, siguen tercas en que no termine la vieja tragicomedia.
2009-09-05•Artes plásticas
Felipe Calderón, Sergio Vela y Consuelo Sáizar. Foto: Javier García
Mientras incluso los neoliberales invierten en cultura porque fomenta consumo colateral en restaurantes, cafés, bares y espectáculos, y otros porque alegan que disminuye la criminalidad, en México, en cambio, se recorta el gasto en cultura.
Si cierto nazi sacaba la pistola cada vez que escuchaba la palabra cultura, nuestros panistas sacan el diccionario.
En el recorte, las primeras bajas —no las últimas— han sido museos, arte contemporáneo y otros programas.
En el caso del INBA no hay cifra exacta. Artistas han reclamado y solicitado audiencia ante los recortes que se le ocurrieron a Agustín Carsten, secretario de Hacienda.
Consuelo Sáizar, presidenta de Conaculta, por su parte, lleva meses sin dar la cara ante todos los problemas surgidos desde su llegada. A nada responde. Espera que pasen las tormentas.
No es prioritario responder a la ciudadanía cuando hay órdenes de presidencia, como quedó evidenciado en el caso del Centro Cultural Tijuana, por la copia de la carta (que circula en internet) en que se consigna que no hubo ningún proceso de selección—como había argumentado— para elegir al nuevo director, sino vil dedazo.
El primer acto de Sáizar —que apareció en noticiarios nacionales— fue no investigar a su antecesor, Sergio Vela. No lo haría, dijo en su discurso, porque confiaba en él, y como entre ellos hubo confianza, la ciudadanía tuvo que autoestrellarse el pastel en la cara. Los desfalcos de Vela están documentados.
Por más que nos quieran convencer de las virtudes de Sáizar su primer acto fue elocuente: reiterar la impunidad. Desde entonces, ya es necesario decirlo, su gestión ha seguido el mismo rumbo.
La corrupción cultural vive un momento grave. Hay una descomposición ética, burocrática y cualitativa que supera incluso a la época de Salinas.
Si quieren hacer un recorte real podrían comenzar, por ejemplo, por todos los aviadores que, según fotografías aéreas, cuando se forman para cobrar su cheque en las oficinas del DF, extienden la fila hasta Tijuana.
Pero para quitarlos, habría que afectar intereses de la jefa, es decir, la Maestra.
Regresará en los próximos meses el virus de la influencia —como acertó Gordillo en el lapsus—, así que, sin duda alguna, el sexenio terminará en desastre, iniciado por Vela y rematado por Sáizar.
No es cierto que la memoria mexicana sea corta. Ahora mismo muchas personas podemos enumerar la lista de tropelías culturales de los últimos sexenios.
Cuando esta administración termine y pasen los años, y PRI y PAN sigan jugando tenis (y el PRD quién sabe), muchos vamos a recordar con santo y seña a las personas irresponsables.
Las instituciones culturales, cuya función es la creación de otra mexicanidad (más crítica y plena), no obstante, siguen tercas en que no termine la vieja tragicomedia.
Heriberto Yépez • heribertoyepez@gmail.com
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