miércoles, 16 de septiembre de 2009

EDUCACIÓN Y ANALFABETISMO FUNCIONAL

Acentos
Héctor Tajonar

2009-09-16•Acentos

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Todo indica que el tercer punto del decálogo presidencial no se hará realidad en este sexenio. El compromiso de Felipe Calderón de “lograr una educación de calidad que promueva al ser humano a plenitud y prepare a nuestros jóvenes para un mundo que compite y que compite ferozmente” no parece que pueda traducirse en hechos durante su gobierno.
Al menos así lo muestran los resultados de la prueba ENLACE Media Superior dados a conocer la semana pasada por el secretario de Educación Pública, los cuales revelan que el nivel académico de la mayoría de los 4.1 millones de alumnos de bachillerato en el país es realmente desastrosa: la mitad de los estudiantes de tercer grado de bachillerato tiene un nivel de comprensión de lectura elemental o insuficiente, y en habilidad matemática 81.2 por ciento no alcanza buena calificación (MILENIO, 8/09/09).
Ello significa que por lo menos la mitad de los jóvenes que están a punto de terminar el bachillerato e intentarán ingresar a una universidad o conseguir un empleo, son analfabetos funcionales: están incapacitados para utilizar su capacidad de lectura, escritura y razonamiento matemático de forma eficiente en las situaciones habituales de la vida. Evaluar esas capacidades es el propósito de la prueba ENLACE que se aplicó a más de 800 mil alumnos del último grado de educación media superior, entre el 31 de marzo y el 2 de abril de 2009 en casi 12 mil escuelas. Los resultados son aterradores.
De acuerdo con los parámetros de evaluación de la prueba ENLACE, en habilidad lectora, 50.1 por ciento no es capaz de relacionar los elementos del texto, ni comprenderlo de forma completa para poder sintetizarlo, o de inferir relaciones del tipo problema-solución, causa-efecto, comparación-contraste. Tampoco pueden establecer relaciones entre la postura del autor y la información que apoya su punto de vista, sean hechos, datos o contexto. Menos aún realizar inferencias complejas que le permitan tener una interpretación global del texto, comprender la información contenida en tablas y esquemas, relacionarlas con el contenido del texto o establecer nexos entre argumentos y contraargumentos.
La capacidad de razonamiento matemático es aún más deficiente: 46.1 por ciento de los alumnos de tercero de preparatoria sólo sabe sumar y restar con número enteros, no es capaz de realizar multiplicaciones y divisiones con números enteros, ni sumas con números fraccionarios. Tampoco sabe calcular porcentajes ni puede establecer relaciones entre variables o resolver problemas que combinan datos en tablas y gráficas.
Es evidente que las deficiencias pedagógicas empiezan desde la educación básica y se arrastran hasta terminar el bachillerato y, en algunos casos, hasta finalizar una carrera universitaria. Se produce así un fracaso educativo en cascada, que se traduce en mediocridad académica y profesional.
Obviamente, ello tiene consecuencias nefastas para el desarrollo económico del país, así como para la competitividad internacional. Las consecuencias sociales son igualmente graves. Sólo la mitad de los egresados del bachillerato continúa con la educación superior, el resto intenta incorporarse al mercado laboral. Al carecer de una adecuada preparación, en ambos casos los jóvenes están condenados a tener un bajo rendimiento académico o a percibir bajos salarios, en el caso de que logren conseguir empleo.
Al mismo tiempo, su calidad de analfabetos funcionales los coloca en una situación de extrema vulnerabilidad por ser fácil presa del alcohol o la droga, o para convertirse en carne de cañón de bandas criminales. La relación entre delincuencia y analfabetismo funcional ha sido ampliamente demostrada en el mundo, y México no es la excepción. Es indiscutible que una de las consecuencias nocivas de las deficiencias educativas del país también impactan de manera importante sobre el problema de la inseguridad.
Es necesario decirlo y admitirlo sin ambages: un sistema educativo que produce un alto porcentaje de analfabetos funcionales no sólo es un fracaso evidente sino un atentado contra la nación. Significa hipotecar el futuro de país y condenar a la mediocridad a millones de mexicanos e incluso propiciar la delincuencia. La situación es a todas luces insostenible y no se va a resolver mediante la expresión de buenos deseos o apelando a la conciencia de la maestra Gordillo. ¿Seguirá siendo la educación un ámbito en que los cambios de fondo “no sólo no suceden, sino que no pueden suceder”? htajonar@artemultimedia.com.mx

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