martes, 5 de marzo de 2013

PACTO, PEMEX, SNTE, EL VIEJO PRI YA ESTÁ AQUÍ



Alejandro Álvarez

El inicio del regreso del PRI a la presidencia no puede ser más desalentador. Los hechos más notorios dejan de manifiesto que el viejo estilo de gobernar, ese que aparentemente hibernó por doce años está más vivito que nunca. Para quienes supusieron que algo distinto pasaría es tiempo de darse un buen pellizco. Todo empezó con el Pacto por México, ese invento que se remonta a los primeros años de Porfirio Díaz en la presidencia y que tuvo en Plutarco Elías Calles su perfecto alumno unas décadas después. El invento, visto en perspectiva, realmente no es de manufactura mexicana. Se trata de cooptar a la oposición a través de darle su espacio de poder institucionalizado. La única condición es no levantarle la voz, mucho menos la mano, al gran cacique, el presidente. La jugada del PRI no deja de tener su destreza, emboletar en la aventura a Gustavo Madero, a  Jesús Zambrano y a las burocracias que los respaldan,  que no nacieron ayer, debió implicar promesas jugosas. Ambos dirigentes enfrentan en sus respectivos partidos un lío interno del cual no se levantarán pronto. Hay quienes aseguran que para cuando se levanten el PRI estará ligando nuevos triunfos en las elecciones federales en el 2015. Si es que se levantan. La jugada es maestra.
La explosión de Pemex, con todo y sus muertos, heridos y amplísima cobertura de medios, exhibe otra faceta del viejo PRI, su desprecio por la inteligencia de los ciudadanos, los gobernados. Nos avientan una versión de los hechos nos parezca lógica o no nos parezca, con sustento o sin ella. No les importa porque lo que menos están necesitados es de dar explicaciones. Las raíces de este comportamiento están igualmente ligadas al ejercicio del poder autoritario y seguramente a los beneficios mundanos de este ejercicio omnipotente. Desmenuzar la problemática relacionada con la explosión inexplicada es ventilar contratos de mantenimiento, de seguridad, de organización interna, de administración ¿pero qué necesidad? Diría el juarense Juan Gabriel. Para quien lo dude el caso Pemex ya está archivado con todo y su fantasmagórica gas metano, originado quién sabe dónde y acumulado quién sabe cómo.  Con toda la pena viene a la mente aquella versión oficial intragable del caso de la niña Paulette. La inteligencia de la población no importó entonces, como ahora tampoco.
Por último está el encarcelamiento de la señora Gordillo, cuyo comportamiento, alardes y excesos en la ostentación de su riqueza inexplicable se remontan varios lustros atrás. Sin que los propios priístas desde Salinas y Zedillo, ni panistas, de Fox a Calderón, le tocaran un pelo mientras servía a los propósitos de control y reparto de poder institucionalizado. El gran pecado de la señora fue perder el piso, creerse el cuento que le contaron cuando el PRI la sentó en el trono de su maestro Jonjitud Barrios, cobijándola con ropaje de la impunidad. Ropaje que era prestado y que se lo podían quitar en cualquier momento. Pero prefirió montarse en el espejismo de lo que creyó era su propio poder autónomo. Sus viejas amistades la abandonaron cuando la vieron en el pozo de la desgracia. Recordemos aquel cuadro que aplaudieron a rabiar las feministas cuando se levantaron la mano mutuamente Martha Sahagún, Rosario Robles y Elba Esther Gordillo anunciando el empoderamiento de la mujer. Los reflectores iluminaban esos rostros entonces de mirada vidriosa por la embiraguez del poder, ¿y dónde están sus amigos? Fox, Castañeda, Salinas, para no hablar de sus aplaudidores  del Snte. Discretamente voltean a un lado y se tapan las narices. Ahora, a hacer leña del árbol caído. El viejo PRI ya está aquí.

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