domingo, 28 de abril de 2013

LA DISNASTIA KIM: EL EXTRAVAGANTE COMUNISMO COREANO




Alejandro Álvarez

El acto terrorista de Boston robó la atención de lo que hace unas cuantas semanas era la noticia de los titulares de la prensa internacional: el peligro de una guerra desatada por Corea del Norte. La tragedia bostoniana  también dejó pendiente la revisión que entonces se hacía del gobierno comunista norcoreano que en pocas palabras se le puede calificar de, por lo menos, un extravagante comunismo.
Desde 1948 Corea del Norte es gobernada por la familia Kim. En aquel entonces el combatiente antijaponés Kim Il Sung con el apoyo de la Unión Soviética adquirió el trono que no soltaría nunca, ni siquiera muerto porque antes de dejar el mundo tocó con el dedo del poder a su hijo Kim Jong Il, quien gobernó de 1994 a 2011, empezando por nombrar a su padre “Presidente eterno de la República”. Este peculiar nombramiento oficial post mortem  le impediría al joven Jong Il ser presidente de su país pero a cambio acaparó todas las otras medallitas como los de presidente de la Comisión militar central  y Secretario General del partido (único) en el poder el Partido de los Trabajadores, comandante supremo de las fuerzas armadas (dos millones de soldados en un país de 22 millones de habitantes) y “Querido líder” como le encantaba que le dijeran durante su mandato. Un año antes de su muerte en 2011 nombró como su sucesor a su tercer hijo Kim Jong Un, a quien un año antes ya había encaminado al trono nombrándolo vicepresidente y general de cuatro estrellas que presidiría  la Comisión de Defensa de Corea. Claro que no fue nada fácil para el “Querido líder” tomar su decisión. Tuvo que dejar en el camino de la sucesión al primogénito Kim Jong Nam al descubrirse que trató de llegar a Japón con pasaporte falso para hacer una prolongada estancia en el centro de diversiones  Disneylandia de Tokio. Al segundo hijo en el orden, el joven Kim Jong Chol, también lo tuvo que descartar por su apariencia “afeminada” o “poco viril”. Del finalmente afortunado Jong Un,  poco se sabía hasta antes de ser sorpresivamente nombrado general y vicepresidente. Pero para desgracia de los norcoreanos todo parece indicar que tiene claros rasgos del comportamiento de su padre Kim Jong Il cuya fama trascendió mundialmente cuando uno de sus cocineros  reveló los extraños placeres  de sus comilonas en el mismo momento en que millones de norcoreanos morían en la fatal hambruna de la década de los noventa cuando la declinante Unión Soviética retiraba los subsidios a sus aliados orientales. Resulta que el “Querido líder” se hacía servir carne de puerco de Dinamarca, caviar de Irán y Uzbekistán, mango de Tailandia, melones del noroeste de China, mariscos de Japón, cerveza de Praga, papayas de Malasia y de repente le saltaban antojos irresistibles como una Big Mac que mandaba traer de Beijing tronando los dedos. Otra excentricidad del entonces presidente y “Querido líder” era su gusto por el coñac Hennesy Paradis. Aunque no se registró como récord Guiness la empresa francesa LVMH destacó que a mediados de la década de la hambruna enviaba pedidos al palacio imperial coreano por el orden de 600 mil euros anuales que equivalían entre 500 y 1 100 botellas de coñac, según su tipo y volumen. El coñaquito lo disfrutaba mejor fumando puros de Cuba.
Del actual presidente norcoreano ya despuntan ciertos desplantes extraños, además de sus recientes amenazas atómicas. Uno de ellos fue la destrucción de la gigantesca mansión de su padre al oeste de Pyongyang la capital del país. Su odio al capitalismo y particularmente al imperialismo no le impide admirar  el básquet bol de la NBA, el año pasado llevó a la capital coreana al equipo de los Harlem Globetrotters. Ha sido sorprendido con  un Smarthphone cuando en el país existe un uso restringido de Internet y usa una computadora iMac de la marca Apple.
Ya no sorprenden  los desplantes exóticos de la izquierda mundial que parece haber entrado en una fase de decadencia irreversible. El pajarito chavista (para no decir que el pájaro de Chávez) se le aparece a Nicolás Maduro, la decrepitud penosa del comandante Fidel y su hermano, el “comunismo” chino y ya entrados en tragos podemos decir que la izquierda sudcaliforniano (o lo que sea) no hizo malos quesos. El “proyecto” de la dinastía Cota Montaño quedó como triste caricatura de sus opiáceos sueños.


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