“Sabemos que la cultura es todo lo inherente al hombre, sin embargo en el ISC recibe un enfoque dirigido a las bellas artes que queremos que se difunda en el estado para una mayor participación en los programas que apoyan proyectos culturales”
Elsa de la Paz Esquivel, directora
del Instituto Sudcaliforniano de Cultura
Tulio Ortiz Uribe
“A lo largo de la presente administración le hemos dado un impulso importante a la cultura, porque estamos seguros de que ésta juega un papel fundamental en la política social de todo Gobierno” señaló el gobernador Narciso Agúndez Montaño en su tercer informe de labores.
Pero al discurso triunfalista se opone una dura realidad. El objetivo de acercar la cultura a la población ha sido un fracaso. Ante la ausencia de espacios culturales cada día se lee menos y se ve más televisión; el público que asiste a conciertos o festivales es raquítico en comparación con los que van a escuchar bandas gruperas; en el estado existen 500 bares, cantinas y centros nocturnos, pero sólo 56 bibliotecas; en las casas de cultura y salas de lectura, la asistencia es de alrededor del 9 por ciento.
Actividades como el teatro prácticamente no existen. Los cuatro teatros que hay en el estado se ocupan generalmente para eventos privados, o en la presentación de “artistas” o “conferencistas” como Polo Polo o Jaime Maussan. Los Huizapoles y el grupo de rock Vortex, son los únicos “grupos artísticos” en la entidad, según reporta el Sistema de Información Cultural del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. No existen videotecas, fonotecas o centros de documentación; hay cuatro museos, uno para cada 130 mil habitantes, mientras que estados como Tlaxcala reporta 17.
No hay objetivos claros ni una idea de largo plazo para impulsar la cultura, el cual está sujeto a los caprichos de funcionarios que asignan presupuestos y prioridades, con lo que muchas veces se cae en el derroche y la ineptitud.
En su tercer informe, Agúndez Montaño informó también sobre “lo que será la obra más grande e importante en el ámbito cultural del presente sexenio: el Pabellón Cultural de la República”, que se construirá en Cabo San Lucas. El costo: 400 millones de pesos.
De acuerdo con las autoridades, dicho pabellón servirá como “avanzada” para “revertir problemas sociales que hoy nos aquejan” y que será “un excelente receptor del turismo en que los visitantes encontrarán una importante oferta de arte y cultura nacional y local”
Especialistas consultados dicen que esa infraestructura no responderá a los intereses reales de la población, por lo que es inaudito que el gobierno del estado gaste tal cantidad de dinero en un proyecto que será una opción cultural principalmente para… extranjeros, cuando que hay otras prioridades para la población a un costo infinitamente menor.
Bibliotecas virtuales
Ponen como ejemplo la Biblioteca Pública Virtual, única en su tipo en México y América Latina, que el gobierno de Chiapas puso en operación desde 2006, con salas digitales en cada uno de los municipios desde donde se puede consultar a través de Internet bases de datos que contienen 120 mil libros, documentos, revistas, colecciones multimedia y videos. El costo total por la renta anual de las bases de datos es de 4 millones 800 mil pesos.
Las tendencias actuales para acceder a la lectura, sobre todo en los jóvenes, está orientada hacia las tecnologías digitales. De acuerdo con cifras del INEGI (marzo de 2008), el 33.7 por ciento de la población tiene computadora y el 23.6 % son usuarios de Internet, con un crecimiento anual del 14 por ciento. Existe la convicción de que las tecnologías de la información y comunicaciones contribuyen no sólo al crecimiento económico, sino que de manera destacada lo hacen a la participación democrática y al bienestar.
Siendo los libros el símbolo universal de la cultura escrita, la materialización de las ideas, emociones, conocimientos y valores generados por la humanidad, los mexicanos “leen 2.9 libros al año en promedio”, “la tercera parte de la población no lee ni un libro al año”, poco más del 43 por ciento “no ha leído jamás en su vida un libro”, “uno de cada cuatro admite no tener libros en su casa ni haber visitado una librería” y “33 por ciento jamás ha pisado una biblioteca”, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Lectura (CONACULTA, 2006, que incluyó a la ciudad de La Paz).
Con todo, los programas editoriales y los presupuestos en el estado para esas actividades son exiguos. El Instituto Sudcaliforniano de la Cultura, la SEP y la Universidad Autónoma de Baja California Sur, apenas si editan entre todos una treintena de libros al año.
La televisión gana terreno
Ante las políticas erráticas del gobierno del estado, la iniciativa privada se ha adueñado del mercado del entretenimiento y la “cultura”, dictando así sus propias políticas. La televisión, con sus programas insulsos o violentos, se ha metido como la humedad los hogares. La Encuesta Nacional de Prácticas y Consumos Culturales realizada por encargo del CONACULTA, dice que “más del 95 por ciento de los entrevistados acostumbra ver televisión y casi la mitad la ve entre dos y cuatro horas al día”. Televisa, el líder del mercado, gasta tan solo en la producción de telenovelas 82 millones de dólares anuales.
También acaparan lo que antes fue el “séptimo arte”: el cine, que hoy sólo produce bodrios para retrasados mentales y violencia. México es el quinto mercado mundial por número de espectadores y el cuarto por la transferencia de regalías al extranjero por concepto de consumos de materiales audiovisuales. Las distribuidoras transnacionales controlan el 80 por ciento del mercado nacional, con lo que obtienen las mejores salas para los productos estadounidenses y dejan las peores para las cintas mexicanas. Casi el 50 por ciento de los paceños acuden a salas de cine al menos una vez al mes. Sin duda que en el estado hay gentes valiosas que han aportado mucho, en las diferentes disciplinas, al desarrollo de la cultura. Pero ésta no se da por decreto. La cultura tiene su referente en el cultivo de la tierra, que quita el zarzal y produce vida y libertad.
Decía Gabriel Zaid que la cultura libre es la lectura, la tertulia, la correspondencia, los circuitos del mundo editorial y artístico (publicaciones, librerías, bibliotecas, museos, galerías, tiendas de discos, salas de conciertos, de teatro, cine, danza) que organizan y difunden lo digno de ser leído, escuchado, visto, admirado, por gusto y nada más”
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*Artículo publicado en el número 112 de la revista La Tijereta.
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