jueves, 29 de abril de 2010

LA HORA DEL LOBO: LA INDIFERENCIA POLÍTICA...



Federico Campbell
 Enrique Nalda,In memoriam

Es muy compresible la indiferencia de la mayoría de la gente por la política. Sobran las razones y los motivos. Ni en el fondo ni en la superficie la gente es tonta. Hay una edad en la que uno ya no quiere votar. No tiene sentido. Sabe que la política es dinero. Sabe que la principal motivación de nuestros diputados y senadores es su salario mínimo mensual de 200 mil pesos y que ni por su cabeza ni por su corazón pasa el interés de sus representados.
Así que la gente se da cuenta. Tendría que ser muy ingenua para creer que los tres cochinitos (PAN, PRI, PRD) hablan en serio y que en algo les importa el país.
  Parece mentira, pero no a todos los seres humanos les interesa el poder. Incluso a sabiendas de que el poder significa dinero y, en última instancia, poder de matar. Hay algo fascinante y embriagador en el poder: la conciencia de que se pueden cometer crímenes de manera impune.   
  El poeta colombianomexicano Álvaro Mutis expresa muy bien, como todos los poetas, lo que viendo siendo la indiferencia política.  
  En una conversación con Eduardo García Aguilar —el novelista, al gran poeta de Manizales—, Álvaro Mutis explica que tiene una fascinación enorme ver mover esa enorme maquinaria que hipnotiza a los hombres, superior al sexo, al dinero, a todo, no hay nada igual. “Y, sin embargo, lo siento muy sinceramente como un fenómeno casi infantil. El poder no existe, en verdad.”
  Lo que el político tiene entre las manos es nada: un puñado de arena.
  Álvaro Mutis jamás ha tenido por el poder el menor respeto ni la menor simpatía. Cree que hay una despersonalización en los hombres que detentan el poder, en especial en América Latina, que es de una tristeza enorme: “No son nadie, no son nada, son víctimas de su propio personaje. Realmente hay momentos en que algunos de los hombres en el poder actual en Latinoamérica provocan más bien risa.”
  Véanse si no los papelones que todos los días hacen Felipe Calderón y el licenciado Gómez Mont.
  La política actual, la de todos los días, es algo que nada le dice a Mutis. “No hay una sola circunvolución en mi cerebro donde reciba mensaje ninguno en ese sentido; no me dice nada.”
  Recuerda a Napoleón. Una vez el emperador (escritor frustrado, por cierto: escribió una novela a los 19 años) escuchó a alguien que le decía: “Eso es triste”, refiriéndose a algo. “Sí, como el poder”, contestó el corso. Y allí ve Mutis la extraordinaria lucidez de Napoleón:
  “No se engañaba sobre el gran sacrificio, el autosacrificio que significa el poder. Ahora, debe producir un placer infinito, porque yo veo que es muy difícil resistirse a la fascinación del poder. Yo no la tengo para nada.”
  Por otro lado, Leonardo Sciascia no creía en la indiferencia que, según él, sólo aparece en las encuestas. “La gente no es en absoluto indiferente”, decía el optimista siciliano. “Yo no creo en la indiferencia. Nadie es indiferente. Distinguiría, sí, entre lo angustiados y los indiferentes. Los que confiesan indiferencia y dicen que no van a votar, que todo les da igual, son falsos indiferentes. Al contrario, hay una parte, la mayoría del pueblo, que está angustiada, que querría entrever un rayo de verdad.”
horalelobo@yahoo.com



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