Héctor Tajonar-milenio diario.
A 12 años de su fallecimiento, Octavio Paz sigue siendo una presencia indeleble. Así lo expresó el lunes pasado Marie José Paz, musa y viuda del poeta, en un estupendo texto leído durante la entrega del Premio Internacional de Poesía y Ensayo Octavio Paz, concedido en su novena edición a la poeta uruguaya Ida Vitale y al filósofo y poeta mexicano Ramón Xirau.
La presidenta de la Fundación Internacional Amigos de Octavio Paz, responsable de otorgar el galardón que lleva el nombre del Premio Nobel mexicano, inició la evocación de su marido aludiendo a un poema de Nerval: “En esta fecha emblemática del 19 de abril, aniversario luctuoso de Octavio Paz, qué mejor antídoto contra el sol negro de la melancolía que mantener vivo su recuerdo y su legado, impulsando las fuerzas que iluminaron su espíritu e irradiaron en su obra”.
A continuación, Marie Jo recordó que para Paz “la poética era una ética. Sus intensos combates contra toda forma de totalitarismo provocaron el surgimiento de no pocos detractores que no lograron vencer sus convicciones, pero tampoco su generosidad. Octavio fue un solitario solidario, como Albert Camus, con quien tenía muchas afinidades electivas: los dos fueron ardientes hombres de conciencia, ávidos de libertad e imaginación crítica; ambos espíritus infinitamente atractivos y, coincidencia singular, Premios Nobel de Literatura”.
Marie José finalizó su emotivo discurso con una nota personal, en la que hizo referencia a su matrimonio con Octavio Paz, y al estribillo del poema “Viento entero” (1964) del cual ella fue musa inspiradora: “El amor y el canto a la vida, que fue nuestra unión de tres décadas y media se reflejaron en sus poemas, por ello mi soledad se ve habitada por su presencia indeleble. Que aquel árbol de la India, nuestro árbol Nim, el árbol cantante que selló nuestro destino, siga dando frutos, para decir con él: el presente es perpetuo”.
El escrito de Marie Jo Paz marcó el tono de la ceremonia, mezcla de nostalgia y celebración, en torno a tres voces indispensables de la poesía hispanoamericana, unidas en su defensa de la libertad y del lenguaje: Octavio Paz, Ida Vitale y Ramón Xirau. Los tres coincidieron en la revista Vuelta, dirigida por el primero, de la cual Ida Vitale fue miembro del consejo asesor durante su exilio en México, entre 1974 y 1984.
En su discurso, Vitale mencionó que conoció la poesía de Paz a través de una edición de Libertad bajo palabra que le prestó el poeta español José Bergamín. Y al recordar su exilio en México, dijo con la voz entrecortada por la emoción: “Esos años mexicanos también están entretejidos de amistades nuevas, inolvidables de gente muy querida, muertos algunos —sin estarlo para mí—, españoles, venezolanos, colombianos, argentinos… Se me ofrecía un mundo en el que los diversos exilios me abrían a cada momento una nueva ventana, una nueva perspectiva deslumbrante o conmovedora, siempre una apertura de luz donde el alma se iluminaba y se descubría mejorada en conocimientos o en simple y necesaria alegría”.
Por su parte, Ramón Xirau “hombre-puente, entre la filosofía y la poesía, entre España y México”, como lo llamó Paz, señaló que “el verdadero hombre-puente era Octavio, entre México y la India, entre la palabra y el silencio, entre la República española y México.” Así se mostró una vez más la sabia humildad del autor deEntre la poesía y el conocimiento, quien también leyó dos poemas, en catalán y español, dedicados a Octavio Paz, titulados “Casa” y “Mesa I”.
El acto tuvo lugar en El Colegio Nacional y estuvo encabezado por el presidente Felipe Calderón, quien afirmó que “México es cultura”, y calificó a Paz como el escritor mexicano más importante del siglo XX: “Combatió los absolutismos y los fanatismos de cualquier tendencia. Alzó su pluma contra el régimen del Ogro filantrópicoque otorga dádivas pero que niega el bien preciado de la libertad.” Más adelante, el Presidente citó una frase pronunciada por el poeta durante su discurso de recepción del Premio Cervantes: “Libertad y democracia son términos complementarios. Sin libertad, la democracia es despotismo; sin democracia, la libertad es quimera”.
De esa forma, la otra voz de la poesía y el poder de la inteligencia sirvieron para disipar, al menos por unos instantes, los tiempos nublados que vivimos. Una vez más pudimos confirmar que la cultura es el ámbito idóneo para hablar bien de México. Concluyo: La mejor muestra de que Octavio Paz es una presencia indeleble es la vigencia de sus ensayos sobre México. Leámoslos.
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