Crece el día entre ruinas, dislouto arelquín sabelotodo que pregunta quién vive en cada esquina, y se enreda con cualquier murmullo que disuelva su nombre en otros nombres, entre las frondas de los Laureles de la India, y el caprichoso mapa que el bajamar revela: continente de erizos y aguamalas, de cangrejos dormidos y botellas ahogadas. Borrachín que se faja un farolazo bajop las palmas viejas de la Huerta del Cocol, y ve pasar los barcos como sombras de auras alucinadas que llevan en el pico la sangre del Bermejo...
Crece el día entre faros: muchacha querendona que deja que la brisa modele sus andares y vierta sus perfumes, sus secretas esencias, y el malecón se extienda como una pasarela de espumas numorosas...
Los pescadores descargan tarrayas en la orilla, y de las ruinas del Bahía surge una canción: "...Y fue tu puerto una esperanza, en el naufragio de mi dolor..."
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