LUNES 7 DE JUNIO DE 2010
Arturo Soto Munguía. EL ZANCUDO.
El 20 de agosto de 1989, miles de soldados tomaron por asalto el pueblo de Cananea. Con tanques artillados, helicópteros y fusilería, tomaron por la fuerza las instalaciones de la mina, en un dramático episodio conocido como Domingo Verde.
Un año después, la mina fue puesta a precio de ganga al Grupo México encabezado por Jorge Larrea Ortega, uno de los primeros beneficiarios del salinismo privatizador.
21 años después, Cananea es tomada nuevamente por las armas, aunque ahora no entró el ejército, sino la Policía Federal. El color del domingo 7 de junio de 2010 no fue verde olivo, como en 1989, sino azul, como los uniformes de la PFP, que está para servir y proteger, según reza su eslogan, aunque es obvio que no sirve ni protege al pueblo, sino a los más ricos entre los ricos de un país de jodidos entre los jodidos.
Pobre Cananea. Tanta historia, tanta sangre, tanta muerte, tantos héroes y tanta lucha no han podido hacer que este pueblo, al que se le conoce como “Cuna de la Revolución”, salga del olvido, la miseria y el abandono gubernamental.
Hace apenas una semana, Cananea se cubrió de palabrería y discursos al sesionar ahí la actual legislatura, recordando el 104 aniversario de la gesta de aquellos mineros que en 1906 incendiaron la pradera de un descontento popular que derivó en la toma de las armas y dio origen a la Revolución Mexicana.
Hace 104 años, en las calles de Cananea se escuchó un disparo. En la vanguardia de la marcha de mineros en huelga, un obrero cayó abatido de un balazo. Luego se oyeron muchos disparos y cayeron otros muertos.
Hace 104 años Cananea se llenó de sangre y se vistió de duelo. La noche del Primero de Junio de 1906, los obreros sindicalizados de la mina que es origen y destino de este pueblo, tomaron las calles y pasaron lista de presente como hacedores de la historia del país entero.
De una historia que debemos conocer, para que no se nos olvide. Una historia que habla de la desigualdad y la inequidad; de la violencia y el abuso; de la discriminación y la falta de justicia como detonadores de todos los reclamos.
Una historia que 104 años después, lamentablemente, forma parte de la vida cotidiana de millones de mexicanos desde Cananea, Sonora hasta Río Blanco, Veracruz.
De la costa hasta el valle; del desierto a la sierra y a la selva de un país como el que es hoy, 104 años después México, donde todavía prevalece la desigualdad y la inequidad; la violencia y el abuso; la discriminación y la falta de justicia.
Es decir, las condiciones que dieron origen a la huelga de 1906 en Cananea.
Mal haríamos en olvidar que hace 104 años, la chispa del descontento cayó en el pasto seco de las condiciones que hoy, provocan que en el mundo mueran 15 mil mineros al año no sólo por las balas, sino por la silicosis y otras enfermedades, cuando no por un derrumbe, como en Pasta de Conchos.
Hace 104 años por las calles de esta ciudad retumbaba el grito de “Cinco pesos-Ocho horas”. Y la marcha de mineros avanzaba hasta la maderera donde sus propietarios, los hermanos George y William Metcalf, reprimieron la manifestación primero con chorros de agua, después con balas de Winchester.
Los obreros de la Mina respondieron a las balas con palos y piedras al principio; después con las armas que tomaron de las casas de empeño cercanas a las calles Chihuahua y Tercera Este.
Y después Cananea ardió. Y ardió el país entero, con la clase obrera, con los trabajadores organizados a la cabeza de una Revolución que se traduciría después en mejores, pero aún insuficientes logros para las mayorías.
Hoy la historia parece repetirse.
El domingo por la noche, llegaron un chingo de federales a Sonora, pero no fue para ayudar en el combate al narcotráfico y demás crimen organizado, sino para desalojar a punta de bala y a madrazo limpio a los mineros de Cananea, cuya huelga iba ya para tres años.
Fue un operativo simultáneo para allanarle el camino al poderosísimo Grupo México, en Cananea y en Pasta de Conchos, Coahuila; donde los agentes federales desalojaron a los familiares de los mineros muertos, cuyos cuerpos yacen aún en las entrañas de la mina de carbón, derrumbada gracias a las condiciones inseguras en las que desarrollaban su trabajo.
Habrá que estar muy pendientes del curso que tomen los acontecimientos en Cananea, porque la historia indica que lo que ahí sucede, tiende a multiplicarse por el país entero…
El 20 de agosto de 1989, miles de soldados tomaron por asalto el pueblo de Cananea. Con tanques artillados, helicópteros y fusilería, tomaron por la fuerza las instalaciones de la mina, en un dramático episodio conocido como Domingo Verde.
Un año después, la mina fue puesta a precio de ganga al Grupo México encabezado por Jorge Larrea Ortega, uno de los primeros beneficiarios del salinismo privatizador.
21 años después, Cananea es tomada nuevamente por las armas, aunque ahora no entró el ejército, sino la Policía Federal. El color del domingo 7 de junio de 2010 no fue verde olivo, como en 1989, sino azul, como los uniformes de la PFP, que está para servir y proteger, según reza su eslogan, aunque es obvio que no sirve ni protege al pueblo, sino a los más ricos entre los ricos de un país de jodidos entre los jodidos.
Pobre Cananea. Tanta historia, tanta sangre, tanta muerte, tantos héroes y tanta lucha no han podido hacer que este pueblo, al que se le conoce como “Cuna de la Revolución”, salga del olvido, la miseria y el abandono gubernamental.
Hace apenas una semana, Cananea se cubrió de palabrería y discursos al sesionar ahí la actual legislatura, recordando el 104 aniversario de la gesta de aquellos mineros que en 1906 incendiaron la pradera de un descontento popular que derivó en la toma de las armas y dio origen a la Revolución Mexicana.
Hace 104 años, en las calles de Cananea se escuchó un disparo. En la vanguardia de la marcha de mineros en huelga, un obrero cayó abatido de un balazo. Luego se oyeron muchos disparos y cayeron otros muertos.
Hace 104 años Cananea se llenó de sangre y se vistió de duelo. La noche del Primero de Junio de 1906, los obreros sindicalizados de la mina que es origen y destino de este pueblo, tomaron las calles y pasaron lista de presente como hacedores de la historia del país entero.
De una historia que debemos conocer, para que no se nos olvide. Una historia que habla de la desigualdad y la inequidad; de la violencia y el abuso; de la discriminación y la falta de justicia como detonadores de todos los reclamos.
Una historia que 104 años después, lamentablemente, forma parte de la vida cotidiana de millones de mexicanos desde Cananea, Sonora hasta Río Blanco, Veracruz.
De la costa hasta el valle; del desierto a la sierra y a la selva de un país como el que es hoy, 104 años después México, donde todavía prevalece la desigualdad y la inequidad; la violencia y el abuso; la discriminación y la falta de justicia.
Es decir, las condiciones que dieron origen a la huelga de 1906 en Cananea.
Mal haríamos en olvidar que hace 104 años, la chispa del descontento cayó en el pasto seco de las condiciones que hoy, provocan que en el mundo mueran 15 mil mineros al año no sólo por las balas, sino por la silicosis y otras enfermedades, cuando no por un derrumbe, como en Pasta de Conchos.
Hace 104 años por las calles de esta ciudad retumbaba el grito de “Cinco pesos-Ocho horas”. Y la marcha de mineros avanzaba hasta la maderera donde sus propietarios, los hermanos George y William Metcalf, reprimieron la manifestación primero con chorros de agua, después con balas de Winchester.
Los obreros de la Mina respondieron a las balas con palos y piedras al principio; después con las armas que tomaron de las casas de empeño cercanas a las calles Chihuahua y Tercera Este.
Y después Cananea ardió. Y ardió el país entero, con la clase obrera, con los trabajadores organizados a la cabeza de una Revolución que se traduciría después en mejores, pero aún insuficientes logros para las mayorías.
Hoy la historia parece repetirse.
El domingo por la noche, llegaron un chingo de federales a Sonora, pero no fue para ayudar en el combate al narcotráfico y demás crimen organizado, sino para desalojar a punta de bala y a madrazo limpio a los mineros de Cananea, cuya huelga iba ya para tres años.
Fue un operativo simultáneo para allanarle el camino al poderosísimo Grupo México, en Cananea y en Pasta de Conchos, Coahuila; donde los agentes federales desalojaron a los familiares de los mineros muertos, cuyos cuerpos yacen aún en las entrañas de la mina de carbón, derrumbada gracias a las condiciones inseguras en las que desarrollaban su trabajo.
Habrá que estar muy pendientes del curso que tomen los acontecimientos en Cananea, porque la historia indica que lo que ahí sucede, tiende a multiplicarse por el país entero…
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