domingo, 27 de junio de 2010

TRISTE DOMINGO: NO SE PUDO...

Dalma Maradona toma las tribunas y arenga a la porra argentina en el Soccer Park de Johannesburgo. Su padre, el gran Diego, sobreviviente de sí mismo, de impecable traje azul, barba ligeramente encanecida y una cabellera más larga que de costumbre, se abraza con sus jugadores luego del tercer gol que mataba a México y lo enviaba a casa  para el cortejo fúnebre mundialista de cada cuatro años. El reportero de Fox Sports aborda a algunos de los felices miembros de la barra albicelecete.Uno de ellos, abrazado a su esposa, ambos blanquísimos, de ojos claros. El septuagenario hincha comenta: " El triunfo nos hará mejores".
El éxito deportivo como parte del estilo de vida triunfador. De la cultura de una nación que en la primera mitad del siglo xx fue todo un hito en América Latina y el tercer mundo, por su desarrollo industrial, social, cultural.En ese lapso, la selección de futbol se convirtió en la campeonísima de la Copa América al lado de Uruguay(14 campoenatos a la fecha para cada uno), y alcanzó la final de la Copa del Mundo en 1930. Paradójicamente, en el contexto del triunfo deportivo vinculado a la victoria social,  su primer campeonato mundial lo conquistó en 1978(el segundo fue en México 86), bajo la dictadura militar presidida por Videla, una de las etapas más oscuras y sangrientas del país andino.En aquella ocasión, se especuló sobre un triunfo fraudulento en las eliminatorias contra Perú. Argentina requería anotar un mínimo de seis goles para clasificar a la final , y los consiguió mediante una sospechosa actuación del portero peruano, un argentino nacionalizado. El título tuvo un sabor amargo enmedio de la catástrofe política y social. Era el preludio de la guerra de las Malvinas, contra Inglaterrra, en 1981, ya con Galtieri presidiendo la Junta Militar.

La vengaza deportiva tendría como escenaraio el estadio Azteca, con Maradona metiendo un gol con la mano de Dios, y otro de antología, birlando a toda la defensa inglesa desde la media cancha  hasta impactar la red que colocaba a su equipo y a su nación, en la final. La derrota bélica de 5 años atrás, no los amilanó, los hizo mejores, cuando menos en la cancha donde Dios-dice Juan Villoro- es redondo, tanto así que le concedió esa "mano" a uno de sus hijos predilectos que a la vuelta de unos años, abrumado por la fama y el dinero,  se empeñó a ser otro ángel caído en un orgía de coca y alcohol.

El mismo Diego que volvió de los infiernos para volver a arañar la gloria, con sus hijas como testigos desde las tribunas.Ya está en cuartos de final, y con ese alter ego de la pulga Messi, preparándose para el momento cumbre de su consagración definitiva, con el balón pegado a sus botines como si fuera parte de su cuerpo y de su espíritu.

En el otro extemo, la reiteración de la tragedia mundialista mexicana. Cuando mejor jugaban nuestros compatriotas, luego de dos disparos que el soplo del  redondo Dios impidió que anidarán en las ansiadas redes, vino el atraco arbitral al no marcarse un clarísimo fuera de lugar. Una regla que el escribano villamelón nunca ha entendido del todo, pero que los que sí saben, incluyendo a los filósofos pamboleros argentinos, consideraron que debió aplicarse.

Pero los triunfadores se afirman en la adversidad. Como Argentina tras la dolorosa y humillante derrota en Las Malvinas.Y los muchachos de Aguirre, el aguerrido Vasco, no lo hicieron. No pudieron una vez más. Vino el desconcierto y el error garrafal de Osorio...OSO...rio, diría un acongojado Perro Bermúdez.
Lo demás fue mero trámite para las huestes de Maradona, con el paréntesis del gol del Chicharito, quien convirtió dos tantos en los pocos minutos que tuvo chance de jugar en su primer Mundial. Vaya desperdicio, como el de Andrés Guardado, en aras de la ciega confianza de Aguirre en el Guille Franco, el nuevo villano favorito de los mexicanos deprimidos junto con el Vasco, el motivador de la telecracia dueña del negocio.


Quería cambiar la historia, hacer  historia...Y la Historia, la futbolera, se los volvió a merendar. No se pudo. Ni modo. No se pudo. No queda de otra mas que volverse a "poner las pilas", y "echarle muchas ganas",para que un día suceda el milagro. Pero ya sin el patrioterismo espotero de un Vasco que vive en Miami y que en España dijo  su verdad sobre la selección mexicana que le dio a ganar 16 millones de dólares: "Un equipo de media tabla" por el que se estaba sacrificando en nombre de un país "jodido", violento, en el que " no se podía vivir".
Feliz San Lunes, compatriotas.

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