jueves, 27 de enero de 2011

BCS: La demagogia en la campaña de la izquierda oficial

JUAN LUIS ROJAS AGUILAR
Si de algo ha servido el proceso electoral en curso, es para que el minúsculo grupo gobernante sudcaliforniano y sus corifeos sean vistos en su verdadera dimensión.

Atrás, muy atrás, han quedado los antiguos propósitos de la izquierda por plantearse la construcción de gobiernos laicos, honestos, transparentes, que rinden cuentas a la ciudadanía y trabajan con eficiencia y profesionalismo. Hoy, cualquier alusión a alguno de estos conceptos puede llevarte a ser acusado de alta traición, de poseer una naturaleza humana ingobernable o, al menos, de absoluta carencia de sentido común que es propio, dicen, de las buenas personas que saben actuar con prudencia, mesura, discreción… y silencio.

En el PRD se ha regresado a las deleznables prácticas políticas y argumentativas del pasado autoritario reciente. Se ha renunciado a dar a sus militantes las herramientas teóricas apropiadas para el análisis de la realidad social concreta, y se limitan a dotarlos de algunas frases burdas, fáciles de aprender y ser lanzadas contra ciudadanos que se atrevan a criticar evidentísimas faltas de probidad en la conducción de los asuntos públicos.

El oscurantismo ha envuelto incluso a personajes reconocidos no hace mucho como verdaderos talentos críticos y creativos. Verdaderas lumbreras intelectuales, repentinamente se nos han presentado como pálidas sombras que apenas si balbucean algún concepto relacionado con la filosofía de izquierda cuando pretenden justificar orientaciones derechistas de su gobierno. Cuando la propia pasividad permitió que la fuerza política de avanzada fuera arrinconada en este callejón sin salida, en el que no se tienen, para la gubernatura, candidato ni propuestas progresistas, se alzan voces diciendo que, dadas las circunstancias, no hay otra salida más que la continuidad política que ofrece a BCS el grupo Los Cabos, y que cualquier crítica a sus propuestas equivale a darle armas al adversario.

Por otra parte, no se había visto en campañas electorales de BCS, que un partido abusara tanto de las creencias religiosas en su afán de ganar adeptos, y menos aún que ese partido y sus candidatos fueran precisamente los que hasta hace días se ostentaban como campeones del laicismo. Es un espectáculo deprimente.

La campaña se ha saturado con imágenes de abanderados del PRD postrados de hinojos en oficios religiosos, comulgando con una mano al pecho en señal de contrición o, de plano, en una misa de bendición de candidatos y proyectos.

La sociedad sudcaliforniana es mayoritariamente creyente y laica. No entiendo por qué la presunta izquierda se ha prestado para hacer burla, de esta manera, de las legítimas creencias religiosas que los sudcalifornianos guardan para su intimidad sin buscar los reflectores mediáticos.

Pocas cosas hay peores que la demagogia en cualquier forma de gobierno. Desafortunadamente, deslizándose a una de las peores tradiciones de la derecha, es ahora la coalición gobernante la que se propone apelar a los naturales sentimientos compasivos de los sudcalifornianos para blindar a sus candidatos ante la crítica.

Con este propósito se ha diseñado una estrategia propagandística manipuladora, que provoque en los electores la conmiseración por el candidato oficial a fin de desvirtuar cualquier oposición política. Abundan entrevistas, pasajes y referencias que aluden a una pobreza antigua para hacer olvidar la opulencia actual, y tristes anécdotas de privaciones y militancia popular intentan soslayar las actuales propuestas orientadas a servir al gran capital. Profusamente, se exhiben sin rubor imágenes que muestran la innegable humildad de origen y también, por extensión, que la ambición no tiene recato ni límites.

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